18/9/08

Todos peronistas


- Yo creo que se está riendo...

- Che, no es para reirse, que no es joda. Se caen las bolsas, los bancos, se va todo a la mierda...

- Y, ¿qué hago, me preocupo como Caparrós? Además, présteme atención, yo no dije que me cago de risa, yo dije que Él se está cagando de risa, allá en el cielo...

- Se me puso místico, así que Dios está allá arriba haciendo saltar el sistema financiero del mundo mientras se caga de risa...

- ¿Dios?, ¿y ese quién es? Yo le hablo de Él. El General.

- Bueh...

- Imagíneselo. Una mesa de esas de las grandes, de madera bien lustrada, tipo la de Puerta de Hierro. El Viejo en una máquina de escribir, todavía en una Olivetti bien negra, pesada. También una note-book, sí, porque si hay algo que entiende es que a los tiempos hay que adaptarse. Pero todavía le gusta escribir cartas, y para eso nada como una Olivetti. El Viejo reconoce la importancia de los mails para la inmediatez, pero conoce la emotividad histórica de una carta. Hay una pila de diarios, los nacionales, a los que sigue leyendo en papel. Los demás los chequea por internet, el Viejo. Si, a veces, hasta comenta como anónimo en los blogs del palo.

- ¿Y de qué se ríe El General?

- Pensándolo bien, no se ríe. Se sonríe, que no es lo mismo. Se le abre la jeta de par en par y tira la cabeza para atrás. El sillón cede, un poco, al movimiento del cuerpo. Levanta apenas los ojos. Cara de...

- ¿Sueño?

- Cara de "¿vieron que tenía razón?"; cara de Galileo jugando al chin-chon con Savonarola y Torquemada, diciéndoles: ¿vieron que eppur se movía?

- ¿No me había jurado que abandonaría la bebida?

- Y sentado ahí, con la risa burlona, el Tirano Depuesto mira los diarios norteamericanos, mira las debacles financieras y se ríe del Estado corriendo al rescate. El Pocho sabe que la Historia lo está absolviendo, que le perdona las pifias. Hace rato que se preocupa por la Historia, pero también sabe que todavía no es tiempo. Que para la Historia todavía falta y que está tan vivo como siempre. Y que esta crisis él la conoce, y que le da cierta parte de razón; luego, esa razón lo hace sonreir con soberbia, y esa soberbia a él le gustaba más en vida, porque le permitía mirar a los contras desde arriba. Y lo que para algunos era un gesto de simpatía, la sonrisa, para él era la seguridad de que el tiempo le daría la razón. Y ahora el tiempo ha llegado. El General encontró el Sable.

- No me venga con San Martín Rosas Perón...

- No le vengo, entonces. El General encontró el Sable y el propio sistema se amputó una mano, la Invisible. Ahora le queda la otra, la del Estado, y empieza otro juego. Sabe, en el fondo, que lo que él siempre dijo era verdad. El General se muere por ver subir a Bush y decirle: ¿vió?, peronistas somos todos.

- No se emocione, tampoco. Porque después lo tengo que bancar yo. No se olvide que las manos, a veces, vuelven a crecer.

- Está bien, pero ya son otras manos. Y además no tengo ganas de discutir eso. Tengo ganas de pensar en la sonrisa del General, en John W. a las puteadas contra los yanquis, y en alguien que le grita Juan con voz angustiosa desde el otro cuarto...

- ¿Esa mujer? Pero él se nos casó con Isabel...

- Sí, pero en el cielo uno recupera lo mejor de la vida, y entonces está ella, la abanderada, todo el tiempo con el mismo semblante...

- No le quiero cortar la inspiración, pero su idealización parte de una premisa falsa

- ¿Cuál?

- Que Perón esté en el Cielo...

- Sí. Mejor que no esté. Al menos así lo voy a poder conocer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, excelente, desde el punto de vista literario es muy bueno. Me gustó el remate también. Ahora, no solo el genral se debe estar riendo, me lo imagino a Carlitos hablando con Federico, irónicamente...

P.D.: a lo que se rebajó Caparrós, toda una nota para pegarle a Clarín y Página12, para eso le paga Lanata.

Tomás dijo...

Qué va a ser.

Ayer me pasó una cosa loca: me enteré que Lanata iba a lo de Legrand, entonces lo puse. Lo miré quince minutos y no me enteré cuál era cuál.

Anónimo dijo...

rsm le dedicó un larguísimo tramo al almuerzo ll. ni para el repugne dio.
en fin

esa bellísima sonrisa se le vio ayer a cris. idéntica

V