17/5/09

Zaffaroni es House (Sobre el parlamentarismo)


Para los que no sepan quién es House, lo resumo: una serie norteamericana, que plantea la idea de un médico tan brillante como misántropo, con un antipatía estupendamente lograda por la Humanidad. Presuponiendo que el paciente siempre miente, el médico evita los contactos con las personas concentrándose en las enfermedades. No le interesa el paciente sino por lo que pueda decirle de la enfermedad como tal. Es una serie buenísima, la contracara del lavadísimo y progre Patch Adams, su hermano rengo y descortés. El amor a la enfermedad por encima de la necesidad de vincularse al paciente. (Ver acá un ejemplo).

House es un positivista, un racionalista puro: la medicina está por encima de los seres humanos. Uno aprende a odiar al positivismo cuando éste se pasa del lugar de dónde nunca debió haber salido: las Cs. Naturales. Pero ahí, en su nicho, en su lugar de nacimiento, a mi el positivismo me cae bien. Y mucho mejor cuando es tan fundamentalista. Entre un médico que conozca sus limitaciones y se encargue a dios como determinación de última instancia, y un soberbio -como House, tal vez- que crea en su poder científico de curación, me quedo con el segundo. Ninguno de los dos garantiza una mejor atención, es simple cuestión de gustos. Creo en la soberbia cuando se tiene con qué: me gusta la soberbia de los buenos futbolistas, de los grandes dirigentes políticos y, por qué no, de los médicos brillantes. El positivismo en las Cs. Naturales, el fundamentalismo científico, me gusta: me caen bien los tipos que creen que todo tiene una explicación, y que esa explicación la puede dar la ciencia. Y me caen mejor si se pasan la vida buscando explicaciones para las cosas. Es una burrada: ya sé dónde llevó. La dictadura de las ciencias es un peligro, como lo es también el relativismo absoluto, o la apelación a otros dogmas, como dios. Lo que yo me pregunto es desde cuándo uno debe responder por aquellos que llevan una teoría de un campo de las ciencias a otro. Como si Darwin hubiese sido el jefe de campaña de Hitler.

Estaba pensando en Zaffaroni y en el debate sobre parlamentarismo. Zaffaroni no es un positivista, ni cerca. En materia penal es abolicionista, el tío fiestero del derecho penal, todo lo contrario del positivismo que tiene su auge con Lombrosso y que termina en La Bonaerense. Podríamos decir: Zaffaroni no adhiere a la teoría carrasquista de que "nadie-hace-nada", sino que directamente diría: "Susana, no hay que hacer demasiado". Pero estaba pensando que, cuando Zaffaroni aboga por un sistema parlamentario, se convierte en House y, entonces sí, adquiere una característica del positivismo. Nos cae bien Zaffaroni por aquello que elogiamos: por el tipo dedicado a su profesión al máximo, donde busca permanentemente más respuestas. Pero decíamos: una cosa es en Cs. Naturales. El problema son las Cs. Sociales, el derecho y, sobre todo, la política.

En política sí que es un peligro gravísimo el positivismo, allí dónde habla de funciones naturales, donde el sistema social empieza a ser entendido como un organismo biológico y, un rato más tarde, las partes que no cumplen bien su función empiezan a ser candidatas a la extirpación. Zaffaroni jamás afirmaría algo así, y es solo una hijaputez de mi parte. A lo que voy es a que, en política, "el paciente" sí es importante. Es imposible "diagnosticar" sin conocerlo. Peor: en política el paciente es el médico, y viceversa. La solución de manual no existe, no es posible separar entre el trabajo de campo y el trabajo intelectual. Zaffaroni diagnostica la necesidad de un parlamentarismo, y ahora el positivista parezco yo, desconociendo las características del paciente.

Abandonemos las metáforas positivistas, porque me dan miedo. Digámoslo sencillamente. Zaffaroni propone un parlamentarismo en un continente que no tiene ninguno, y donde no funcionó ninguno históricamente. Diríamos, siguiendo a Sartori (a quien, por supuesto, odiamos, pero todo politólogo o futuro que se precie debe leer) que obedece a causas históricas: que allí donde nacen los parlamentarismos, preexistía la monarquía, y que aquí las revoluciones independentistas dejaban un vacío que se llenó con república. Claro, me diría alguno, nada funcionó hasta que se prueba. Correcto, entonces sigamos.

Sigamos pensando en las características de un parlamentarismo, y pensemos en los dos modelos a gran escala: el alemán y el inglés, como posibilidades. Descartemos el alemán, por varias razones: en principio, por la endeblez de un gobierno obligado a jugarse su coalición de gobierno ante cada debate parlamentario (aunque corregido con el voto de censura constructivo, que implica consensuar de inmediato un nuevo canciller o sostener al mismo). Pero, fundamentalmente, porque el sistema alemán es producto de particularidades irrepetibles (y, por cierto, de decisiones judiciales como la prohibición de los partidos anti-sistemas que derivó en un relativo bipartidismo). Razón por la cual, dirá Sartori, el único parlamentarismo copiable es el inglés, conformado constitucionalmente, al cual se llega replicando la estructura electoral del sistema mayoritario (la del ganador por distrito uninominal se lleva todo). Cosa que no comparto, los factores contextuales también existen en Inglaterra, el bipartidismo inglés no nació de un repollo de ingeniería electoral.

Yo haría aquí una salvedad. Amigos republicanos: huyan. Amigos anti-peronistas, huyan despavoridos de Zaffaroni. O Eugenio es un operador K, o es más peronista que Manolo y no nos dimos cuenta. Con el distrito uninominal, sépanlo amigos no-peronistas, vamos a ganar bancas hasta en las mesitas del Incucai para donar órganos. Creo que algo de esto dijo MEC en La Bloguera. En serio, lean antes de subirse a las modas o no van a gobernar ni el consorcio del edificio.

Concluyamos.

El sistema inglés tiene condiciones necesarias a cumplir. Como el pluralismo electoral (o sea, elecciones de todo o nada, distritos uninominales). Sartori, ¿y Zaffaroni?, sostiene que adoptando esta fórmula electoral, el resto de la estructura se genera por sí sola. Sarasa, Giovanni. Pasar del multipartidismo al bipartidismo con una fórmula electoral es una quimera: una forma de positivismo y fundamentalismo de la ingeniería electoral. Lo hizo Italia en el `94: la cantidad de partidos aumentó, y el incentivo sigue siendo el free riding pos electoral (ver acá). Y es que, justamente, en un parlamentarismo los partidos pequeños no logran ser gobierno por sí mismos, pero adquieren una fuerte capacidad de romper las pelotas. O chantaje, en idioma académico. Seamos claros: no formás un gobierno si no te sentás a charlar y convencés a Carrió, Pino Solanas, los troscos del PO y, por supuesto, los radicales de que te ayuden. Sinceramiento: tenés que gobernar con cuanto cuatro de copas tenga más de cinco o seis puntitos (creo que por ahí viene la mayor manija: el parlamentarismo institucionalizaría el rol histórico del radicalismo actual que es, básicamente, hinchar las pelotas sin ser gobierno). Luego, no se cumple el segundo requisito del parlamentarismo inglés: el bipartidismo. Y generarlo artificialmente es imposible. Por último, la disciplina partidaria -que, luego de incumplidos los primeros dos puntos, ya no tiene mucha relevancia- no es la característica principal, no sólo de Argentina, sino de América Latina. En sociedades fragmentadas, a veces hasta resulta más sano la representación proporcional por los discursos que mete en el Parlamento (digo: a uno a veces le jode Pino, pero vemos con buenos ojos que, al menos, se hable de recursos naturales).

Este blog, entonces, banca: el presidencialismo, el positivismo en las Cs. Naturales y a Zaffaroni (cuando habla de derecho). Y miren House, que la rompe.

10 comentarios:

Partes de Guerra dijo...

Suscribo todo el último párrafo, brillante, compañero.

Un abrazo

Mendieta dijo...

Ma que parlamentarismo. Necesitamos un presidencialismo más fuerte. Ja.

Anónimo dijo...

Coincido con vos: el diagnóstico olvida al paciente. Es decir, se sostiene en abstracto de idea del parlamentarismo pero no claramente con sería aquí y ahora.
Y hay dos problemas. Uno es el que vos planteás del lado de plurinominalidad / uninoninalidad. Es decir o seguimos siendo plurinominales con D'Hont y entonces es imposible armar una coalición o somos uninominales y entonces el peronismo gana hasta el 2311 (con el consecuente problema que esto significa si el peronismo gobierna mal y no hay reemplazo posible tipo 1976 o si el peronismo se quiebra y nos devuelve al problema de como y con quien armar una coalición).
Pero hay otro problema: como voy hacia un parlamentarismo partiendo de un esquema federal y bicameral. ¿Parlamentarismo bicameral? Insostenible. ¿El gobierno del conurbano in eternum? ¿Parlamentarismo unicameral con un brutal mallaportionment? Delirante.
Y aguante House!!!
Atte,

Ignatius

balvanera dijo...

Totalmente de acuerdo con todo, y especialmente con lo que se dice de House, de Zaffaroni y del parlamentarismo.

Anónimo dijo...

Si estuviera enfermo a quien preferiría. ¿A un médico antipático, pragmático y poco dogmático o a uno que sea simpático, dogmático, surgido del derecho civil y que siga con la línea altanera, mucas veces indiferente a el espítitu de nuestra constitución y de casta de los jueces que supimos conseguir?.

¿Si hubieramos tenido un sistema de corte semiparlamentarista o partalentalista (y no fuertemente presidencialista como el actual que en definitiva permite que se sucedan monarquías que se renuevan cada 4 años)hoy quizá no estariamos recordando al los más de 30 muertos que hubo en diciembre del 2001?. ¿Qué ganó Francia con la 5º república de De Gaulle?. Un siglo de democracia parlamentarista se tiró por la ventana, por los últimos 10 años de la misma.
Otra cosa que me da por las pelotas es que lo acusen a zafaroni de garantísta. Esi no solo es poco serio, sino que demuestran la calidad acomodaticia y de poco apego a la constitución, propia de los conservadores que creen que en una República es solo un adorno.
Creo, realmente, que Zafaroni es un juez de la corte que no nos merecemos.
gabriel

Anónimo dijo...

Gabriel,
Definir al sistema político como un presidencialismo "fuerte" no me parece que se sostenga desde la política comparada desde el punto institucional.
Y en cuanto a los 30 muertos, hubiéramos necesitado otra policía, no otro sistema político.
Atte,
Ignatius

Mauri Kurcbard dijo...

El analisis de House es impecable, yo soy fana y no te hubiese perdonado un desplante.
Justamente en un marco muy parecido llegue a pensar en Fidel como una especie de House de la politica latinoamericana.
Saludos.

maria dijo...

Hace mucho que Zaffaroni ya viene hablando del parlamentarismo, en el ámbito académico, me parece que lo tira como un tema a discutir...nada mas, por supuesto se tendrían que dar muchos otros factores.
Para mí si es un garantista y es digno de ocupar el cargo, mi preferida es Carmen Argibay y a ella si la veo mas onda House a full, se las sabe todas, tiene mala onda siempre, y dice lo que se le antoja, es una genia!!
El posteo es de alto vuelo, muuuyyy bueno. Saludos!

Primo Louis dijo...

Salvo la capacidad para imponerse a los demás teniendo mayoría y cierta estabilidad que esto brinda no veo un sólo punto a favor que el presidencialismo no resuelva.

Lo de los médicos no estoy tan seguro che. Yo prefiero un médico que sepa y transmita confianza a uno que se arrogue todo el conocimiento y crea que puede decidir sobre mi cuerpo sin que yo tenga derecho o merezca opinar. Digo, la medicina no es una ciencia exacta.

matilda dijo...

de problem is
la disyuntiva planteada de los dos modelos médicos.
en argentina x formación tenemos más house q otra cosa, y revisarlo es imprescindible.
claro q si a house se opone alguien q se encomienda a dios y no toma decisiones o no se hace cargo de su conocimiento o no tiene amor x la ciencia/positivismo...gana house

y ese modelo es una cagada, es el que fue llevando al divorcio actual entre la sociedad y la medicina como herramienta de proveer en la salud y enfermedad. es largo el tema

V