16/5/09

El día que Dorrego fusiló a Lavalle I (El hecho)

Voy a aprovechar la moda, la moda de revisar el Aramburazo. El libro "Timote", de JP Feinmann, puso el tema otra vez en discusión. Este trabajo es del 2008, y está escrito para la materia Pensamiento Político Argentino de la Facultad de Ciencias Sociales, cuyo titular de cátedra es Horacio González. Mucho de este trabajo debe agradecerse a Ezequiel, así como su idea de publicarlo en tandas, porque de un saque es muy largo. Se agradecen y mucho las críticas, de verdad, las constructivas y sobre todo las otras. Porque hay que reescribir, siempre, hay que reescribir, y esta es la idea. Ya mismo le haría modificaciones, pero prefiero ponerlo así, original, y después reescribirlo. Acá va, gracias por la paciencia.

El día que Dorrego fusiló a Lavalle.

"Un enunciado es siempre un acontecimiento que ni la lengua ni el
sentido pueden agotar por completo: (...) es único,
como todo acontecimiento, pero se ofrece a la
repetición, a la transformación, a la reactivación".

Michel Foucault
. La arqueología del saber.


I. El hecho

La noche del 1ro de julio de 1970, en la estancia "La Celma", el militar Pedro Eugenio Aramburu recibía el primer tiro de los cuatro que recibiría en total hasta terminar con su vida. Quien empuñaba una pistola .45 no era otro militar en cumplimiento de órdenes castrenses, sino un miembro de la, todavía, desconocida organización "Montoneros". El ejecutor se llamaba Fernando Abal Medina, y caería muerto tras un tiroteo con la policía en el bar La Rueda, en la localidad de William Morris, apenas unos meses después de la ejecución de Aramburu, el 7 de septiembre de 1970.



El fusilamiento de Aramburu constituye un momento clave en la historia política argentina. Para algunos, inicia el período más oscuro que ha vivido la República Argentina. La afirmación, si intenta pasar por objetiva y carente de intencionalidad política, no lo consigue (acaso no debiera). Consentir que el asesinato de Aramburu es el inicio de la violencia política es, de alguna manera, caer en la lógica de la teoría de los dos demonios con la que se ha intentado explicar la década de los `70 (1). Y es, además, afirmar que uno de esos dos demonios empezó la reyerta, de manera que la responsabilidad de uno de ellos es mayor.


Estancia "La Celma", en Timote, donde se fusiló a Aramburu, en la actualidad.


Es posible que, tras los sucesos ocurridos en La Celma, el devenir de los acontecimientos políticos haya tomado un nuevo rumbo. Considerar el "Aramburazo" como la génesis de la violencia política argentina supone olvidar la historia reciente a dicho fusilamiento. Si el Aramburazo es apenas un comienzo, entonces se oculta la dimensión simbólica sostenida por los propios actores de la trama. Para que el fusilamiento de Aramburu sea el inicio de la violencia política, primero hay que borrar los recuerdos cercanos del fusilamiento de Valle y la masacre de José León Suárez del 9 de julio de 1956, cuyo testimonio ha sido, de manera indeleble, guardado en la memoria política argentina por el brillante relato de Rodolfo Walsh en "Operación Masacre". No es posible hablar de Aramburu sin dar cuenta de la historia política que lo antecede. O si es posible, en todo caso, obedece a la intencionalidad política de la construcción de un relato. Pero no puede dejar de referenciarse, en un racconto de la violencia política, los bombardeos a Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955 que tuvieron como objetivo el derrocamiento del gobierno democrático de Juan Domingo Perón. Aramburu es un inicio, sólo si se desconoce el decreto 3855/55 del 9 de marzo de 1956, por el cual se prohíbe ya no sólo la existencia del Partido Peronista, sino la propia mención de las palabras peronista, justicialismo, las fechas conmemorativas y hasta la entonación de las estrofas de la Marcha Peronista. No puede referenciarse el fusilamiento de Aramburu sin dar cuenta del robo del cadáver de Eva Perón por la Revolución autodenominada Libertadora, y resignificada por el peronismo como Fusiladora.

¿Significa esto que el fusilamiento de Aramburu es, apenas, un hecho político más? Por supuesto que no. Resulta, en todo caso, un momento bisagra en la historia política argentina. Como asegura Sarlo en "La pasión y la excepción", "el caso Aramburu es un hecho excepcional que no puede ser asimilado a la serie de muertes que siguieron, aunque está en el origen de la organización que fue responsable de muchas de esas muertes"(2). Es la carta de presentación de una organización protagonista del escenario político de la década del `70. Esa carta es un fusilamiento, y ese fusilamiento es, simultáneamente, una venganza, una reparación histórica y un acontecimiento político. Presentarse en la escena pública, en la arena política, implica tomar posición respecto de los debates contemporáneos, pero también pretéritos. Con el fusilamiento de Aramburu, Montoneros nace, pero el nacimiento político no es igual al biológico y natural: allí donde éste implica la pureza, el nacimiento político, en cambio, acarrea una carga valorativa intrínseca. Nacer con un fusilamiento es una toma de postura: el peronismo deberá ser combativo y no pactista. El neoperonismo, o peronismo sin Perón, no es viable en tanto que supone el pacto con la oligarquía, con el golpe gorila del `55. Vale decir: "al asumir una herencia, lógicamente, esos jóvenes quedan incluidos en un cuadro de amigos y enemigos. Se hereda una distribución concreta del terreno político"(3). El siguiente trabajo intentará dar cuenta, a través de la revisión bibliográfica de textos literarios, políticos y documentales, de esa carga simbólica pero también política que llevaban consigo las cuatro balas que dieron muerte a Pedro Eugenio Aramburu.

1. Denominamos teoría de los dos demonios a la concepción según la cual los actos de violencia perpetrados por organizaciones guerrilleras de la sociedad civil son equiparadas al terrorismo de Estado implantado por las Fuerzas Armadas.
2. Sarlo, Beatriz. La pasión y la excepción. Siglo XXI editores Argentina. 2003. p. 136
3. Sarlo, B. Ibídem. 2003. p. 146

Continuará...


9 comentarios:

Pedro Mendoza dijo...

Muchas gracias.... me palpitaba que no me lo comprara.... Tengo otro referido al tema: "¿Quién mató a aramburu?" de JUAN ALONSO- Editorial Sudamericana (2005). Interesante el libro. Menciona relaciones y reuniones previas ; personajes etc etc

Coco Plaza dijo...

El tema de Aramburu en Timote, no lo tendría como "asesinato", sino que hay que tomarlo como una ejecución o fusilamiento. Nadie dice el "asesinato de Dorrego" ó Liniers... se habla de fusilamiento. Decir que ahí comenzó la era de violencia es una falacia muy pueril y a esta altura infantil si se quiere. Dejando la historia más antigüa del país de lado, diremos que la violencia la inició el propio Aramburu con la revolución "fusiladora", por algo así se llama, no? ... sí F U S I L A D O R A ...tal como suena. Que la ejecución de Pedro Eugenio fue un punto clave en la reciente historia? sí, lo fue ... pero en el contexto de la resistencia peronista y la iniciación de nueva forma de lucha; a la que sumaremos otro "fusible" histórico, el Cordobazo (1969) donde la misma resistencia fue ampliada al plano de golpe social colectivizado en los trabajadores y estudiantes.
Cuidado con JP Feimann ... menos mal que está Horacio González a cargo de esa cátedra en ciencia política.
Un abrazo, Coco Plaza.

Alejandro dijo...

Gracias viejo. Ya lo pedía que se hablara de esto.
http://labarbarie.com.ar/2008/aramburu/
Espero las partes siguientes para empezar a discutir.
Hace falta meterse con eso. De verdad.
Ya dice mucho que la justicia "popular" fuera ejecutada en un sótano por un grupo reducido. Pero aguanto un toque antes de meterme.
Abrazo,
A

Tomás dijo...

Gracias Pedro y Santiago.

Alejandro, no me vas a creer, pero este trabajo estuvo inspirado en tu post, ojalá tenga el mail que le mandé a Ezequiel cuando le dije que iba a escribir sobre eso, sino tendrás que conformarte con mi palabra, je. Veo que hay interés así que lo voy a postear todo más o menos seguido en estos días.

Maria dijo...

Que buen tema!!! esperaba comprarme el libro, leí "la sangre derramada", ensayo sobre la violencia politica y me copó. También prefiero esperar un poco para opinar pero no me aguanto. José Pablo me encanta, a pesar de que me suena un poco pesimista, agrandado, pero es muy incisivo y eso a mi me copa. La verdad es que coincido totalmente en que no se puede analizar la movida esa (lo llamo así por ahora, porque la verdad me ato las manos para no seguir escribiendo) partiendo de Aramburu, digo porque todo empieza mucho antes de eso no tengo dudas. Y también si da estaría bueno analizar cada "movida" (montoneros, ERP, etc.)en particular, a ver en que nos podemos iluminar. Coincido con Santiago, en que no comenzó ahí la "era de la violencia". Destaco que José Pablo ya escribió un libro sobre la violencia politica, pero es como que habría un bache, entre el primer libro y saltamos varias décadas hasta Aramburu. Espero ansiosa los siguientes post. saludos. maria

Maria dijo...

No me aguanté: citar a Sarlo ya no me gusta un carajo.!! chau no me meto mas por hoy, maria

Alejandro dijo...

Qué grande. Bueno, vamos a ver cómo sigue.
Abrazo.

C.A.T. dijo...

Recuerdos de mi infancia y de ese día: 7 años, Morón, barrio mezcla de clase media con obreros. Voy al almacén de Don Quito (en esa época, el almacenero era el "pudiente" del barrio) y presencio un diálogo entre este y un obrero de los de entones, peronista, morochazo fornido, ropa Grafa de laburo, bigotes setentistas, Particulares 30 en la mano:

Q (mientras cortaba el fiambre): "¿Vió que barbaridad esto de Aramburu? Dijeron recién en la radio que lo habían matado".

O: "Bien muerto esta ese hijo de puta...y ahora falta el otro...".

Q: ¿Que otro?O: "El hormiga negra" (Rojas)

Me quedaron dos cosas grabadas: la fiereza en la expresión del obrero, como algo largamente contenido y deseado, y la apenas esbozada sonrisa al final de sus dichos. A la noche, todavía intrigado, le pregunto a mi vieja, obrera textil, peronista también, que la yugaba viuda con dos hijos chiquitos:

Yo: "Ma, escuche que mataron a Aramburu".
La vieja (siempre tratando de protegernos de las acechanzas del mundo adulto):"Esas son cosas de grandes, tomá la sopa.
Yo: ¿Pero esta bien eso?La vieja: "Yo no se nada, no entiendo mucho...pero ese Aramburu era una mala persona.

Perdón si me excedí con esta anécdota infantil, pero era para graficar que en el magma peronista, en el pueblo, lo de Aramburu se festejó, se vivió (sin mucho bombo) como una reivindicación histórica.

Después, de grande, pude entender la escena que mis 7 años de entonces no me lo permitían; Don Quito, clase media con aspiraciones, gorilón crónico de la UCR por supuesto, estaba horrorizado. En cambio, para el obrero fue un "Por fin alguien con cojones, ahora si que estos cosos van a empezar a sentir el rigor que nos hacen sentir a nosotros".

Es muy difícil hablar de la violencia política, generalmente, se impone la postura "lanatiana", te plantean de entrada: "Matar es malo, no hay crímenes buenos"; listo, se acabo el debate, porque cualquier cosa que digas, que intente introducir un matiz a la cuestión, te pone del lado "violento", por decirlo de algún modo. Y la verdad, matar a otro ser humano debe ser algo terrible.
Pero creo que esa condena generalizada de la violencia es algo ahistórico, no toma en cuenta el momento histórico ni el sentido, ni los porqués. En España pasa algo parecido: ningún miembro del PSOE va a reconocer abiertamente que la lápida al franquismo se la puso la ETA con el bombazo que hizo volar por los aires el auto del almirante Carrero Blanco, el delfín designado por Franco para que nada cambie.
Seamos sinceros: El ajusticiamiento de Aramburu no sólo fue reivindicado por los peronistas de abajo como un acto de justicia hacia el enemigo histórico, sino que a su vez sepulto definitivamente el GAN y cualquier posibilidad de continuismo dictatorial; el fusilador cruel del '56 se había transmutado en un presunto "abuelo bueno y demócrata", en la carta que el régimen tenia para asegurarse su continuidad. Es por eso que no se puede juzgar desde el hoy ese acto, porque le falta la sustancia principal del momento histórico donde se produjo; si bien los proto-Montoneros en ese entonces no eran una organización con ligazones profundas con el movimiento de masas, su acción empalmo con lo deseado por millones, lo que, a mi juicio, le quita cualquier connotación terrorista y/o foquista. (Que horror, Mirtha, pero bueno, así lo veo yo).
Y si vamos un poco a la historia en general, los grandes acontecimientos de la humanidad fueron paridos por mayores o menores niveles de violencia, desde la Revolución Francesa hasta ahora; y no deja de ser curioso que el relato oficial impuesto por la derecha oculte cuidadosamente que en la extrema violencia ejercida por ellos se encuentren las causas de la victoria de las ideas capitalistas.

La violencia política de los '70 tiene su origen en una fecha bien precisa: 16 de Junio de 1955, engendrada por el criminal bombardeo de los aviones de la Marina de Guerra en Plaza de Mayo contra el gobierno legítimamente democrático de Perón, que dejo un saldo de más de 300 muertos y mas de 800 heridos y/o mutilados (y ni hablar de la violencia a posteriori del golpe de la Fusiladora, no solamente por el levantamiento de Valle y Cogorno, sino también por esa otra violencia nunca mensurada o deliberadamente omitida: La intervención de los gremios, el revanchismo de clase con quema de los colchones de la Fundación Eva Perón incluido, la persecución política, la prohibición de siquiera nombrar al líder, el robo del cuerpo embalsamado de Eva, etc., etc.).

Para finalizar (y perdonen los dueños de este blog la extensión) ciertas “polémicas” académicas, que sí Feinmann, que Feinmann no, que sí Horacio González, que sí Laclau, que no Forster, para mi no dejan de tener un tufillo de peleitas de alcoba por ver quien se lleva el cartel francés del mundo académico.

maria dijo...

Hola que bien ilustran los testimonios, el testimonio de un chico de siete años. Yo no lo viví, pero tengo claro que así fué,(la clase trabajadora estaba hinchada las pelotas!!). Como lo sé?? (dejemos de lado los libros), Soy psicoanalítica a full y creo en lo transgeneracional.
Nadie se aguanta para hablar del tema...saludos!!