("El guiño de sus ojos" es el sexto cuento de la saga "El amor en tiempos del kirchnerismo". Este cuento adquiere un sentido diferente para aquellos que hayan visto la película "El secreto de sus ojos". Anteriormente en "El amor en tiempos...": I, II, III, IV y V).
El guiño de sus ojos.
Mi nombre es Alfio Gutiérrez y voy a contar una historia individual que, como todas, no puede ser narrada sin conocer nuestra historia como país.
Corre el año 2039 en la República Argentina. La separación de algunas provincias no ha modificado la estructura del país. La exportación de bienes primarios para el consumo del imperialismo chino, que recién termina de invadir Europa, sigue siendo la principal actividad económica del país. El cambio climático resultó ser relativamente cierto, y en este país hace un frío de puta madre. El año 2022 será recordado como el principio de una era semi-glacial. La crisis del congelamiento, no de la economía sino del congelamiento físico del país, arrojó el resultado que arrojan todas las crisis de estas tierras: el renacimiento del bipartidismo y la extinción de los políticos out-siders. Locales del Acuerdo Cívico y Social son ahora gigantes cubeteras de hielo, y algunos realizan chanzas del tipo de "no encontrar la diferencia entre el Prat Gay congelado y el anterior"; el macrismo quedó congelado mientras gestionaba, y la popularidad de esa gestión abiótica aumentó un 68% y logró reelegirse en Capital Federal; Proyecto Sur es una nueva y fresca Pompeya, donde la gente se acerca y toca el cadáver frizado de Claudio Lozano o de Pino Solanas. Algunos dicen creer que las últimas palabras de Lozano fueron "no voy a discutir el calentamiento global hasta...", y allí quedó congelado; otros dicen que en su gesto se lee "fabuloso negociado". El resto de los líderes, excepto dos, fueron acogidos bajo el calor de dos estructuras que, mitológicamente, conservan una llama interior que los mantiene vivos: el PJ y la UCR. El sueño de los padres fundadores respecto de la alternancia terminó siendo realidad más por selección natural que por una voluntad política artificial.
Esto es, mínimamente, lo que necesitan saber para comprender esta historia. Esto y el hecho puntual de la desaparición de dos líderes de este país: Elisa y Néstor. Ambas desapariciones difieren en su naturaleza. Elisa nunca soportó no haber podido pronosticar la crisis del congelamiento. Nobleza obliga, nadie pudo predecirlo: de un martes para un miércoles, temperaturas de 30 grados descendieron a 2 grados bajo cero, como quien no quiere la cosa. Eso terminó de fundir a Elisa, quien para ese día apenas había arriesgado una suba del yen del 70% y una consecuente guerra civil. Su exilio al Chaco se convirtió en un tema tabú.
Lo de Néstor, en cambio, fue más contundente: Néstor desapareció de la faz de la tierra sin dejar huellas. Crear hipótesis al respecto se convirtió en una actividad que todavía resulta cómica en reuniones sociales. Desde abducciones marcianas hasta el más improbalbe retiro voluntario de la vida política; misiones de rescate al Calafate, y alpinistas que registran todas las montañas del país. Hay, también, un negocio allí.
Mi nombre es Alfio Gutiérrez, y soy un becario del Conicet, acaso la única estructura del Estado que se ha mantenido inerte ante los cambios de la naturaleza. Soy, si se quiere, parte de lo que la Revista Noticias denominó en tapa "El negocio de buscar a Néstor". Mi tesis de doctorado destruye cuatro o cinco hipótesis acerca de la desaparición, y sostiene que la cuestión debe seguir siendo investigada, a los fines de poder renovar mi beca. Si lo piensan bien, lo mío es apenas una estrategia de supervivencia; soy una especie de Scherezada del mundo neo-glacial, contándole cuentos interminables al Estado para no perder la beca; que es, análogamente, lo mismo que ser descabezado por el rey de las mil y una noches.
Intuí que una charla con Elisa le daría más seriedad a mi investigación, y abultar el contenido del rubro entrevistas que toda tesis requiere. Voy a ahorrarles los pasos administrativos que me llevaron al hogar de Elisa, para relatarles mejor lo que allí pasó. Me encuentro con una Elisa pálida, transformada, con un camisón enorme, puro, blanco, que parece no quitarse para ninguna actividad. El saludo es apenas efusivo, pero la amabilidad de invitarme al interior de su estancia en el Chaco me reconforta. Digamos que me impresiona el desorden de la casa. Diarios, revistas y libros desparramados por cualquier sitio. Elisa me invita a que arroje una pila de Dvd´s con sus entrevistas del año 2003 en el programa "La Cornisa" de una silla para poder sentarme. Mi padre me habló de un tal Luis Majul, y me sonreí un momento. Me sorprendió que, así como Elisa perdió toda vinculación con su mundo anterior, todavía conserve un gesto: guiña hacia un costado. Y aquí, aquí empieza la historia.
Mientras Elisa calienta un poco de té, comienzo a observar todos los documentos periodísticos que conserva. A riesgo de parecer soberbio, afirmo que mi ojo de investigador me permite dar con un primer patrón: todos los diarios están fechados en el 2003. Elisa me descubre en esa actividad, y arremete:
- Ahí comenzó la debacle. La salida a la república quedó trunca. El parto doloroso de la nueva Argentina fue, apenas, un embarazo psicológico. Y el preservativo que impidió ese embarazo tiene nombre y apellido: Partido Justicialista.
A lo largo de la charla, Elisa diagnostica la realidad de los últimos 40 años. Pero hay algo que la obsesiona: Elisa ha, incluso, abandonado la religión, después de confiarse a ella para dirigir los destinos de este país. "Un Dios que no me pone de presidenta en el 2003, es un dios políticamente ladino", afirma, y los guiños se hacen cada vez más frecuentes, como contracciones de un parto que, nuevamente, nunca llega. Pero fue esa frecuencia, también, la que convirtió esa noche extraña en una noche trágica. Como si ese guiño fuese, en verdad, el corazón delator de Poe, el inconsciente de Elisa gritando por salir. Porque ese guiño no apuntaba arbitrariamente. Porque ese guiño me hablaba a mí. Mas, ajena a mis pensamientos, Elisa continuaba:
- Néstor Kirner, al usurpar no sólo el cargo, sino la identidad y las acciones que me correspondían, fue el responsable de la debacle de este país - aseguró, y fue extraña la forma en que el guiño se volvió obsesivo, siempre señalando en el mismo sentido, siempre hacia la misma ventana.
La lluvia comenzaba a golpear el techo de chapa, cuando por primera vez tuve un miedo verdaderamente humano. Elisa saltó de su silla y comenzó a manipular una serie de diarios, con una planificación que parecía tener décadas. Dibujaba en una pizarra blanca números y fechas que sólo para ella parecían tener una conexión lógica irrefutable. Elisa me habló de la angustia de sus dilemas filosóficos, morales y religiosos:
- Tuve largas noches de debate con Tomás de Aquino, donde él aseveraba: "cuando la tiranía es en exceso intolerable, algunos piensan que es virtud de fortaleza el matar al tirano (...) Pero esto no está de acuerdo con la doctrina de los apóstoles". Así me hablaba Aquino, y luego agregaba, contundente: "Más bien parece que se ha de proceder contra la maldad del tirano por autoridad pública: si por derecho toca elegir su propio rey, puede el mismo pueblo destituirlo. Mas si es derecho de algún superior el elegirlo, se debe esperar a que él remedie la maldad de la tiranía. (...) Pero para que el pueblo pueda merecer de Dios tal beneficio, debe dejar de pecar". Cada vez que si iba Aquino de mi hogar, pensaba en la suerte de este pueblo pecador.
Elisa escenificaba las conversaciones, señalaba los lugares donde había estado con cada uno de los autores. Reconoció jocosamente haberle arrojado una tetera a Lutero, luego de que éste jamás quisiera definirse abiertamente sobre la cuestión de matar o no al tirano. Se sonrojó apenas cuando mencionó que, en una de esas charlas espirituales, Georg Elser le había tomado la mano.
- Matar a Néstor no era la solución a nada. Nunca lo fue. ¿Por qué debía un hombre recibir la bendición de la muerte luego de haber arruinado la suerte de un país, de su posteridad? No, la pena de muerte no es tanto una pena como una liberación.
El último guiño fue, nuevamente, hacia la ventana. Estaba abatida, entregada al devenir de los acontecimientos. Me incorporé por primera vez, dueño absoluto de la situación y levanté la persiana de aquella ventana objeto de sus guiños. El granero a unos cien metros, la lluvia embarrando el camino, mis ojos buscando explicaciones.
- Lleve ese plato -dijo ella, adivinando unas especulaciones que todavía no podía resolver. Tomé el plato que estaba sobre la mesada desde el momento de mi arribo, y pensé que con ello debía alimentar a los animales que se acercaban, temerarios, durante el trayecto hasta el granero. Cuando Elisa me observó arrojar los alimentos a las primeras gallinas, se acercó en su camisón blanco e impoluto, ahora empapada, reflejados sus cabellos blancos en los primeros rayos. Me tomó del brazo y me acompañó hasta el fondo.
- Venga -fue su última palabra.
Mi nombre es Alfio Gutiérrez y no había visto algo así en la mirada de ningún hombre. Sus ojos un tanto dispersos, anárquicos, sus ropas carcomidas por el paso del tiempo, y una postura corporal que, dentro de esa pequeña celda, se había transformado hasta casi emular la de un simio. Elisa permanecía inmutable en la puerta del granero, y me dio un pequeño empujón para que le alcance el plato con comida. El hombre se acercó hasta la reja y tuvo que agarrarse a ella para no caer. El movimiento parecía ensayado hasta el hartazgo, propio de la rutina de un par de décadas de encierro. La sequedad de su boca decía que hacía al menos unos años que no hablaba con nadie. El hombre tomó el plato de comida, estiró su otro brazo para que me acerque, y pronunció en una voz bajísima, de ultratumba:
- Dígale...dígale que yo no le robé ninguna agenda.
Primavera 2024 (88)
Hace 14 horas.
9 comentarios:
Dios mío, como está este pibe. On Fire.
in-presionante...
realismo magico, lo magico el congelamiento, realismo la descipcion del futuro de elisa.
brillante brillante total
Genial
este si que me impresionó.
Otra vez, genial.
Muy bueno! La historia del secreto de sus ojos me pareció un poco morbosa, pero desde esta perspectiva está mucho mejor.
muy bueno eh!!
siga contando, saluTes!
geniaaaaaaaaal! y eso qeu soy carrioista de la primera hora!!
te falto poner a anibal fernandez en alguna situacion.. primera vez que visito el blog.. aplausos grandes!
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