(Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing...riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing)
- Sí, habla el Vice Presidente...
- ¿Es usted Néstor?, siempre el mismo chiste pavote, la señora Cristina está reunida en este momento, cuando salga le digo que lo llame, ¿le parece?
- Habla Julio Cobos, señorita, el vice-presidente...
- ...
- Quisiera hablar con la Presidenta por el fallecimiento del Dr. Raúl Alfonsín...
- Disculpe, Vice Presidente, en un momentito lo va a atender...
Música funcional.
- Hola, Presidenta...
- Sí, ¿quién habla?
- Julio, yo, Cobos, el Vice, ¿no le avisaron cuando le pasaron el teléfono?
- Ah. Sí. Sí.
- No, mire, era por lo de...
- Sí, Alfonsín. Sí, ya hablé, ¿qué quiere?
- No, me parecía que como presidente en ejercicio mi deber...
- Mire, hombre, trate de no seguir sus instintos sobre todo lo que le parece, la última vez no le salió del todo bien, ¿sabe?
- Entonces, ¿quiere que hable con la familia para esperarla a usted?
- Hágase cargo, una vez, de algo. No siempre será rédito político. Hasta por ahí entra a la historia por algo decente, quién le dice.
- No quisiera que usted piense que quiero robarle protagonismo...
- Haga un decreto, ¿sabe cómo? Ponga un par de considerandos, resuelva entregar todos los honores de los que dispone la Nación para el velatorio, y firme abajo del todo en la hoja. Si duda de algo vaya a Secretaría Legal, ahí se lo hacen. No adjetivice, no sea pavo, nada de boludeces de construcción de consensos. Se murió un tipo, respete.
- Buenas noches, Señora Presidenta.
- Buenas noches, Señor Vice Presidente.
O algo así, dice La Nación. Nosotros accedimos a la segunda parte.
(Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing...riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing)
(Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing...riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing)
- Sí, ¿Cristina?, hablo yo, de nuevo, Julio, el Vice, Cobos...
- ¿No entendió?, no se haga problema, no esperaba menos, ahora hago que redacten el decreto y se lo lleven para que usted lo firme...
- No, no era por eso. Es por la forma que usted tiene, sabe. No me puede tratar así, soy su Vice, exijo un poco más de respeto. En este momento que estamos viviendo, Alfonsín no hubiese querido que usted me maltrate de...
- Mire, hombre, la verdad que imaginaba que usted iba a tratar de sacarle jugo a esta muerte. Se caía de maduro. Ya lo veo inventando directivas de Alfonsín antes de morir. Está bien, lo detesto, me da asco lo que hace, pero en definitiva la cosa es así. Pero, ¿sabe algo Juliocleto?, Alfonsín hubiese querido que yo lo basuree, que lo ningunee, Alfonsín lo detestaba a usted y a toda la horda de políticos mediáticos.
- Pero él era un hombre de consensos, de convivencias...
- Las pelotas, Juliocleto, las pelotas. Alfonsín era un hombre de política y cuando la política exigía consensos era el rey de los consensos. Eso sí, cuando había que rajar a puteadas a uno también lo hacía, y si había que embarrarse con el puntero del barrio, otra vez estaba Alfonsín siendo el abanderado de la rosca. Alfonsín lo hubiera rajado a puteadas a usted si le hubiera votado en contra, y hubiera careteado adelante de todo el mundo que había que mantener la institucionalidad y por eso no lo echaría como no lo echamos nosotros. Alfonsín hacía política y usted también la hace. Así que vaya al velatorio, aprenda algo, y cuando vuelva haga el favor de dejar su renuncia de una buena vez en mi escritorio...
- Alfonsín hubiese querido como demócrata, que se cumplan las reglas institucionales y la voluntad popular. Yo no voy a renunciar.
- No renuncie, Juliocleto, no renuncie. Pero entonces evitenos a los demás tener que escucharlo hablar sobre Alfonsín como un puro del consenso y la república.
- Entonces..¿cómo me dijo que se redactaba un decreto?
- ¿No entendió?, no se haga problema, no esperaba menos, ahora hago que redacten el decreto y se lo lleven para que usted lo firme...
- No, no era por eso. Es por la forma que usted tiene, sabe. No me puede tratar así, soy su Vice, exijo un poco más de respeto. En este momento que estamos viviendo, Alfonsín no hubiese querido que usted me maltrate de...
- Mire, hombre, la verdad que imaginaba que usted iba a tratar de sacarle jugo a esta muerte. Se caía de maduro. Ya lo veo inventando directivas de Alfonsín antes de morir. Está bien, lo detesto, me da asco lo que hace, pero en definitiva la cosa es así. Pero, ¿sabe algo Juliocleto?, Alfonsín hubiese querido que yo lo basuree, que lo ningunee, Alfonsín lo detestaba a usted y a toda la horda de políticos mediáticos.
- Pero él era un hombre de consensos, de convivencias...
- Las pelotas, Juliocleto, las pelotas. Alfonsín era un hombre de política y cuando la política exigía consensos era el rey de los consensos. Eso sí, cuando había que rajar a puteadas a uno también lo hacía, y si había que embarrarse con el puntero del barrio, otra vez estaba Alfonsín siendo el abanderado de la rosca. Alfonsín lo hubiera rajado a puteadas a usted si le hubiera votado en contra, y hubiera careteado adelante de todo el mundo que había que mantener la institucionalidad y por eso no lo echaría como no lo echamos nosotros. Alfonsín hacía política y usted también la hace. Así que vaya al velatorio, aprenda algo, y cuando vuelva haga el favor de dejar su renuncia de una buena vez en mi escritorio...
- Alfonsín hubiese querido como demócrata, que se cumplan las reglas institucionales y la voluntad popular. Yo no voy a renunciar.
- No renuncie, Juliocleto, no renuncie. Pero entonces evitenos a los demás tener que escucharlo hablar sobre Alfonsín como un puro del consenso y la república.
- Entonces..¿cómo me dijo que se redactaba un decreto?
(Tu, tu, tu, tu, tu, tu, tu)
2 comentarios:
Buenísimooooo! Por favor, algún bloguero con talento para el dibujo, que haga una tira con "Las desventuras de Juliocleto". Jajaaaa!
jajajajj uenísimo altalcual debe haber sido
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