31/1/10
El guiño de sus ojos
El guiño de sus ojos.
Mi nombre es Alfio Gutiérrez y voy a contar una historia individual que, como todas, no puede ser narrada sin conocer nuestra historia como país.
Corre el año 2039 en la República Argentina. La separación de algunas provincias no ha modificado la estructura del país. La exportación de bienes primarios para el consumo del imperialismo chino, que recién termina de invadir Europa, sigue siendo la principal actividad económica del país. El cambio climático resultó ser relativamente cierto, y en este país hace un frío de puta madre. El año 2022 será recordado como el principio de una era semi-glacial. La crisis del congelamiento, no de la economía sino del congelamiento físico del país, arrojó el resultado que arrojan todas las crisis de estas tierras: el renacimiento del bipartidismo y la extinción de los políticos out-siders. Locales del Acuerdo Cívico y Social son ahora gigantes cubeteras de hielo, y algunos realizan chanzas del tipo de "no encontrar la diferencia entre el Prat Gay congelado y el anterior"; el macrismo quedó congelado mientras gestionaba, y la popularidad de esa gestión abiótica aumentó un 68% y logró reelegirse en Capital Federal; Proyecto Sur es una nueva y fresca Pompeya, donde la gente se acerca y toca el cadáver frizado de Claudio Lozano o de Pino Solanas. Algunos dicen creer que las últimas palabras de Lozano fueron "no voy a discutir el calentamiento global hasta...", y allí quedó congelado; otros dicen que en su gesto se lee "fabuloso negociado". El resto de los líderes, excepto dos, fueron acogidos bajo el calor de dos estructuras que, mitológicamente, conservan una llama interior que los mantiene vivos: el PJ y la UCR. El sueño de los padres fundadores respecto de la alternancia terminó siendo realidad más por selección natural que por una voluntad política artificial.
Esto es, mínimamente, lo que necesitan saber para comprender esta historia. Esto y el hecho puntual de la desaparición de dos líderes de este país: Elisa y Néstor. Ambas desapariciones difieren en su naturaleza. Elisa nunca soportó no haber podido pronosticar la crisis del congelamiento. Nobleza obliga, nadie pudo predecirlo: de un martes para un miércoles, temperaturas de 30 grados descendieron a 2 grados bajo cero, como quien no quiere la cosa. Eso terminó de fundir a Elisa, quien para ese día apenas había arriesgado una suba del yen del 70% y una consecuente guerra civil. Su exilio al Chaco se convirtió en un tema tabú.
Lo de Néstor, en cambio, fue más contundente: Néstor desapareció de la faz de la tierra sin dejar huellas. Crear hipótesis al respecto se convirtió en una actividad que todavía resulta cómica en reuniones sociales. Desde abducciones marcianas hasta el más improbalbe retiro voluntario de la vida política; misiones de rescate al Calafate, y alpinistas que registran todas las montañas del país. Hay, también, un negocio allí.
Mi nombre es Alfio Gutiérrez, y soy un becario del Conicet, acaso la única estructura del Estado que se ha mantenido inerte ante los cambios de la naturaleza. Soy, si se quiere, parte de lo que la Revista Noticias denominó en tapa "El negocio de buscar a Néstor". Mi tesis de doctorado destruye cuatro o cinco hipótesis acerca de la desaparición, y sostiene que la cuestión debe seguir siendo investigada, a los fines de poder renovar mi beca. Si lo piensan bien, lo mío es apenas una estrategia de supervivencia; soy una especie de Scherezada del mundo neo-glacial, contándole cuentos interminables al Estado para no perder la beca; que es, análogamente, lo mismo que ser descabezado por el rey de las mil y una noches.
Intuí que una charla con Elisa le daría más seriedad a mi investigación, y abultar el contenido del rubro entrevistas que toda tesis requiere. Voy a ahorrarles los pasos administrativos que me llevaron al hogar de Elisa, para relatarles mejor lo que allí pasó. Me encuentro con una Elisa pálida, transformada, con un camisón enorme, puro, blanco, que parece no quitarse para ninguna actividad. El saludo es apenas efusivo, pero la amabilidad de invitarme al interior de su estancia en el Chaco me reconforta. Digamos que me impresiona el desorden de la casa. Diarios, revistas y libros desparramados por cualquier sitio. Elisa me invita a que arroje una pila de Dvd´s con sus entrevistas del año 2003 en el programa "La Cornisa" de una silla para poder sentarme. Mi padre me habló de un tal Luis Majul, y me sonreí un momento. Me sorprendió que, así como Elisa perdió toda vinculación con su mundo anterior, todavía conserve un gesto: guiña hacia un costado. Y aquí, aquí empieza la historia.
Mientras Elisa calienta un poco de té, comienzo a observar todos los documentos periodísticos que conserva. A riesgo de parecer soberbio, afirmo que mi ojo de investigador me permite dar con un primer patrón: todos los diarios están fechados en el 2003. Elisa me descubre en esa actividad, y arremete:
- Ahí comenzó la debacle. La salida a la república quedó trunca. El parto doloroso de la nueva Argentina fue, apenas, un embarazo psicológico. Y el preservativo que impidió ese embarazo tiene nombre y apellido: Partido Justicialista.
A lo largo de la charla, Elisa diagnostica la realidad de los últimos 40 años. Pero hay algo que la obsesiona: Elisa ha, incluso, abandonado la religión, después de confiarse a ella para dirigir los destinos de este país. "Un Dios que no me pone de presidenta en el 2003, es un dios políticamente ladino", afirma, y los guiños se hacen cada vez más frecuentes, como contracciones de un parto que, nuevamente, nunca llega. Pero fue esa frecuencia, también, la que convirtió esa noche extraña en una noche trágica. Como si ese guiño fuese, en verdad, el corazón delator de Poe, el inconsciente de Elisa gritando por salir. Porque ese guiño no apuntaba arbitrariamente. Porque ese guiño me hablaba a mí. Mas, ajena a mis pensamientos, Elisa continuaba:
- Néstor Kirner, al usurpar no sólo el cargo, sino la identidad y las acciones que me correspondían, fue el responsable de la debacle de este país - aseguró, y fue extraña la forma en que el guiño se volvió obsesivo, siempre señalando en el mismo sentido, siempre hacia la misma ventana.
La lluvia comenzaba a golpear el techo de chapa, cuando por primera vez tuve un miedo verdaderamente humano. Elisa saltó de su silla y comenzó a manipular una serie de diarios, con una planificación que parecía tener décadas. Dibujaba en una pizarra blanca números y fechas que sólo para ella parecían tener una conexión lógica irrefutable. Elisa me habló de la angustia de sus dilemas filosóficos, morales y religiosos:
- Tuve largas noches de debate con Tomás de Aquino, donde él aseveraba: "cuando la tiranía es en exceso intolerable, algunos piensan que es virtud de fortaleza el matar al tirano (...) Pero esto no está de acuerdo con la doctrina de los apóstoles". Así me hablaba Aquino, y luego agregaba, contundente: "Más bien parece que se ha de proceder contra la maldad del tirano por autoridad pública: si por derecho toca elegir su propio rey, puede el mismo pueblo destituirlo. Mas si es derecho de algún superior el elegirlo, se debe esperar a que él remedie la maldad de la tiranía. (...) Pero para que el pueblo pueda merecer de Dios tal beneficio, debe dejar de pecar". Cada vez que si iba Aquino de mi hogar, pensaba en la suerte de este pueblo pecador.
Elisa escenificaba las conversaciones, señalaba los lugares donde había estado con cada uno de los autores. Reconoció jocosamente haberle arrojado una tetera a Lutero, luego de que éste jamás quisiera definirse abiertamente sobre la cuestión de matar o no al tirano. Se sonrojó apenas cuando mencionó que, en una de esas charlas espirituales, Georg Elser le había tomado la mano.
- Matar a Néstor no era la solución a nada. Nunca lo fue. ¿Por qué debía un hombre recibir la bendición de la muerte luego de haber arruinado la suerte de un país, de su posteridad? No, la pena de muerte no es tanto una pena como una liberación.
El último guiño fue, nuevamente, hacia la ventana. Estaba abatida, entregada al devenir de los acontecimientos. Me incorporé por primera vez, dueño absoluto de la situación y levanté la persiana de aquella ventana objeto de sus guiños. El granero a unos cien metros, la lluvia embarrando el camino, mis ojos buscando explicaciones.
- Lleve ese plato -dijo ella, adivinando unas especulaciones que todavía no podía resolver. Tomé el plato que estaba sobre la mesada desde el momento de mi arribo, y pensé que con ello debía alimentar a los animales que se acercaban, temerarios, durante el trayecto hasta el granero. Cuando Elisa me observó arrojar los alimentos a las primeras gallinas, se acercó en su camisón blanco e impoluto, ahora empapada, reflejados sus cabellos blancos en los primeros rayos. Me tomó del brazo y me acompañó hasta el fondo.
- Venga -fue su última palabra.
Mi nombre es Alfio Gutiérrez y no había visto algo así en la mirada de ningún hombre. Sus ojos un tanto dispersos, anárquicos, sus ropas carcomidas por el paso del tiempo, y una postura corporal que, dentro de esa pequeña celda, se había transformado hasta casi emular la de un simio. Elisa permanecía inmutable en la puerta del granero, y me dio un pequeño empujón para que le alcance el plato con comida. El hombre se acercó hasta la reja y tuvo que agarrarse a ella para no caer. El movimiento parecía ensayado hasta el hartazgo, propio de la rutina de un par de décadas de encierro. La sequedad de su boca decía que hacía al menos unos años que no hablaba con nadie. El hombre tomó el plato de comida, estiró su otro brazo para que me acerque, y pronunció en una voz bajísima, de ultratumba:
- Dígale...dígale que yo no le robé ninguna agenda.
29/1/10
La columna del Rabino Elmer
"Un alerta blanco y republicano".
Estos días hace calor. Sí, claro que hace calor. Pero, ¿debe la ciudadanía preocuparse por el calor, o nos deben acalorar las preocupaciones? Yo creo que la segunda, porque de otra manera me hubiese gastado un aforismo al pedo. Entonces debemos preguntarnos algo como ciudadanos que somos: ¿nos hará peor el calor o la despreocupación por los temas importantes de la república? Nuevamente, escojo la segunda respuesta. La ciudadanía en verano muchas veces se insola. Pero, ¿y si en vez de insolarnos lo que realmente ocurre es que nos estamos insolidarizando? Vean qué verdad irrefutable les arrojé ahí, agregando dos, tres letritas donde no iban.
Una mamá el otro día le ponía a su primogénito un poco de protector solar, así que me le acerqué, y le batí: "¿y si en vez de protector solar a su primogénito, hacemos que prime la protección sobre el gentío?", y la señora me dio dos cachetazos y me dijo pervertido hijo de puta, salí de acá. Porque el calor, en definitiva, es un síntoma de lo que nos ocurre como sociedad: nos crispa, nos exacerba.
Concentrados en el alerta naranja, los ciudadanos olvidan que lo importante es no confundir el legado de Perón con el naranja de Carrió. ¿Y si en vez de buscar a los culpables, culpabilizamos a los buscadores?, ¿O acaso Google es inocente?, ¿y qué pasaría si en vez billones de pooles de siembra, sembramos pooles y exportamos billares?, ¿eh? Me pregunto por qué los ciudadanos no le dan un alerta blanco y republicano a este gobierno, y le dan un abrazo al Banco Central y cantan el himno nacional, todo tuneado:
Becé- Reá- Becé- Reá, Becé Reá-a-a-a.
Oíd el grito de ro-o-tas rese-er-vás
quitád los fondos a la uni-ver-sá-a-al."
26/1/10
Pistolas paralizadoras
24/1/10
Alegato
Alegato.
Raúl sentó a su ex-novia en la silla de enfrente, sacó una serie de carpetas, papeles, calculadoras y comenzó su alegato de regreso:
- Yo no entiendo, Eugenia, cómo no estás conmigo. Si es tan obvio. Fuimos a comer en 706 oportunidades, es decir de 1095 comidas por año, pasaste 1,55099 comidas del día conmigo. De esas 706 oportunidades, al menos la mitad de las veces fuimos al cine previamente. Un cuarto de esas películas te gustó, y de ese cuarto, sentiste identificación, al menos, el 26% de las veces. Escuchás alrededor de 49 bandas de música distintas. De esas 49, por lo menos 28 poseen canciones que, según declaraciones tuyas a través de mensajes de texto que en copia certificada adjunto a la presente (y ahí Raúl le alcanza la primera carpeta), parecen decir algo respecto de nuestra relación. El 76% de esas 28 canciones hablan de dificultades en la consecución de un amor, mas luego arriban a un final feliz. El 24% de las restantes canciones versan sobre temas como viajes que nos separaron un tiempo, rechazo ante peleas momentáneas y el temor ante la posibilidad de una ruptura.
Eugenia ni siquiera abre la carpeta que le acercó Raúl. Algo confundida, todavía, espera que a que Raúl termine con su idea. Raúl, que ha comenzado a transpirar, prosigue:
- Así las cosas, de las 143 películas alquiladas durante el año, cuyos títulos, fechas de alquiler y breves descripciones adjunto en la presente certificada por Héctor Fabián Ramírez, titular inscripto ante la AFIP del video club “Héctor Movies” (Raúl alcanza la segunda carpeta a su amada), el 65% de las mismas pueden caratularse bajo el adjetivo de “comedia romántica”, rubro al cual aborrezco profundamente. Asimismo, de esas 143 películas, apenas el 2% se relacionan con el área de mi interés, la cual podríamos calificar como “las de tiros”, detallando las siguientes particularidades: Terminator I, II y III fueron rentadas en una sola ocasión, el mismo día, por mi persona, ante tu ausencia por un viaje laboral. De la misma forma, Rambo II fue retirada del local por vos, el día de mi cumpleaños, a manera de regalo. No se registra otro alquiler de películas de tiros.
Esta vez es el mozo el que interrumpe el alegato. Raúl pide una gaseosa cuando siente que la lectura de algunos párrafos que no recuerda comienza a resecarle la boca. Ella ordena algo y Raúl retoma el hilo:
- A razón de dos duchas por día, es decir, 730 duchas anuales, compartimos alrededor del 29% de las mismas, y dejamos, entre los dos, en cada una de las duchas individuales, aproximadamente 240 mensajitos escritos con jabón en el espejo, lo que da como resultado casi un 33% de mensajitos tiernos por año. Contabilizando el helado en verano y el chocolate en invierno, ingerimos dichos postres en la cama en 109 oportunidades, debiendo remarcarse que, a contrario de la costumbre social de traer un postre ante un retraso en mi arribo al hogar, mi cantidad de retrasos -92- resulta inferior a la cantidad de veces que llevé adelante el mencionado gesto fraterno.
Raúl comienza a impacientarse. Pareciera como si todo lo que dijera rebotase contra una pared. En la cara de Eugenia no hay una sola expresión diferente a la de alguien que escucha un relato aburridísimo sobre un viaje a Córdoba. Raúl tira con todo lo que tiene:
- Vimos juntos, en un año, entre 20 y 30 atardeceres tomados de la mano; admiramos a la distancia cerca de 69 niños ajenos e intercambiamos miradas cómplices alrededor del 87% de esas veces; dormimos hasta tarde el 72% de los domingos, y de ese 72% yo bajé a comprar el diario y te llevé el desayuno a la cama el 93% de las veces. Como mínimo, el 89% de las veces que te veía leer el diario en la cama pensé en que deberíamos vivir juntos, y el 62% de las veces te lo dije. De ese 62% acordaste conmigo el 98% de las veces en que debería ser así.
Ella es inconmovible, piensa Raúl. Una mujer carente de sentimientos, fría, calculadora. La ira se apodera de Raúl, quien levantando la voz, sostiene:
- Y eso que no empecé a hablar de los otros de quienes podrías enamorarte. El 66% de las personas con las que ya estuviste te dejaron el corazón roto y al borde de una crisis fulminante. El 20% de ellos amenazó con o directamente tuvo agresiones físicas para con vos, algo que ni cerca está de ocurrirte conmigo. Hay un 24% restante que ni siquiera se plantea seriamente estar con vos: que intenta conquistarte, que te seduce, pero que juega con la grandilocuencia de los que saben que nunca, nunca, van a tener que asumir las responsabilidades. Unos zátrapas, del primero al último, Eugenia.
El último Eugenia le quebró un poco la voz. Tenía la última carta en la mano, y si la iba a dejar ir, por lo menos sería con la seguridad de haber dejado todo allí.
-E incluso tomé este estudio irrefutable, Eugenia, y lo comparé con tus amigas (Raúl alcanza la tercer carpeta, con el rótulo "Estudio Comparativo"). Fuimos a comer un 6,3% más de veces que todas tus amigas que tienen novio; tenés alrededor de 7,4% más de regalos de pareja, entre osos de peluche, bombones, flores, joyería y recuerdos de viaje; lloraste de amor dos veces más por mes que cualquier otra de tus amigas, y realizaste en promedio 9,7% más de viajes que todas tus parejas amigas. De la misma manera...
Por primera vez desde que se sentaron en el bar, ella lo interrumpió:
- ¿Y te quiero? -preguntó Eugenia.
- ¿Qué? -alcanzó a decir él, aturdido, buscando tiempo.
- ¿Cuántas veces me agarraste de la mano en el cine porque venía una parte fea?, ¿cuántas veces me preguntaste si lloraba por la película o lloraba por otra cosa?, ¿cuántas veces me dijiste que no te importaba ver cualquier película porque lo que te gustaba era, no sé, ver cómo me quedaba dormida, estar juntos, acariciarnos?, ¿contaste la cantidad de veces que me dijiste eso?, ¿contaste la cantidad de veces que llegabas tarde y creías que solucionabas todo con un chocolate?, ¿tenés un cuadro comparativo de las veces que volví de los viajes esperando que frenaras el auto al costado de la ruta, me besaras, y me digas, simplemente, que me querías?
- Pero, con todo lo que hice, me parece que ya estaba claro.
- A veces, Raúl, a veces con hacer no alcanza.
23/1/10
Recuperación de la fe
Este iba a ser un post así.
Kirchner, alambre de; Ricardo Fort, vicepresidente de Coca Cola India; Guillermo Moreno, Disc Jockey (¿Dj Polémico?). Acerca de los homónimos.
Dando vueltas me encuentro con que Ricardo Fort se llama el vicepresidente de Coca Cola India. Entonces me pongo a buscar homónimos y encuentro algunas cosas. Que Kirchner es un tipo de alambre usado en traumatología y ortopedia. O que Moreno es un disc jockey. Qué se yo. Cosas divertidas: cosas permeables al humor. Lo bueno del chiste es que uno estira la realidad un poquito más para allá. Eso es, justamente, un chiste. Entonces sigo buscando y voy a mi obsesión en esta vida. Y encuentro esto:
El temporal deja al descubierto los restos de una nao del siglo XVI
El arqueólogo subacuático Claudio Lozano estima que pueden pertenecer al San Medel y Celedón que se hundió en la zona en 1544 · El hallazgo lo hizo el propietario de uno de los chiringuitos de la Costa. (...)
Y ahí es Dios. Ahí no hay otra. Ahí es Dios orquestando un plan maravilloso, diciendo: "vos vas a ser feliz este cachito de rato". Eso es la experiencia mística, el momento de descubrimiento de la Verdad Revelada. No existe un Claudio Lozano arqueólogo subacuático que salió en mi búsqueda de google sólo para encontrar un barco del siglo XVI. Existe porque Dios lo puso ahí para que yo crea en él. Perdón, en Él (mi fe reciente todavía se lleva a las patadas con mi gramática aún agnóstica). No sólo eso: también hundió un barco en el siglo XVI para que lo encuentre Claudio Lozano, el arqueólogo submarino; para que exista, luego, Claudio Lozano diputado de Proyecto Sur; para que yo encuentre a Claudio Lozano; y para que en un futuro un guachito cualquiera esté haciendo un trabajo de Historia sobre el futuro Presidente Claudio Lozano, y lea esto y diga: oia, yo también creo en Dios.
Este post me deja una doble sensación. Por un lado, es cierto, un sabor amargo por saber que hay situaciones sobre las cuales ya no se puede decir más nada: situaciones que son. Situaciones que me hacen decir: "loco, andate por la puerta grande. Cerrá este blog acá, después de esto ya no se puede escribir más". ¿Se puede hacer un chiste con esto?, ¿podría decir yo: "el arqueólogo subacuático Claudio Lozano no subiría a la superficie hasta que no se discuta el tema de la minería?"?, ¿podría decir: "bueno, al final a Proyecto Surf se le partió la tabla y quedó bajo el agua"? Claro que podría. Pero qué valor tienen semejantes nimiedades ante una reconversión. Ante el descubrimiento de la fe por la misteriosa acción 2.0 de Dios.
Pero, al mismo tiempo, este post me deja una fe renovada en lo divino, en la humanidad y en el sentido de todo esto que es la vida: esa es la lección. Todo esto existe para algo. Y todo lo anterior, además, tiene una razón de ser. Fui todo lo que fui para llegar acá: las derrotas y las victorias, los fracasos y los éxitos, los amores y los desamores, las caídas y las levantadas.
Sensación amarga, también, la del arrepentimiento de haberme mofado del medio de mi fe. Como si Abraham se burlara de las tablas de los mandamientos; como si José el Carpintero se riera de Janeiro del ángel que le dijo "le pondrás Jesús" y le pusiera, en cambio, Cacho; así mi arrepentimiento de las chanzas escritas contra mi correa de transmisión divina, que dejo aquí, aquí, aquí y aquí, como estigmas marcados a fuego de nuestra condición de pecadores.
Y a la vez, un deseo irrefrenable de conocer a Claudio Lozano, el arqueólogo submarino, para pegarle un abrazo y decirle: "gracias, simplemente gracias. Hoy, he vuelto a nacer".
21/1/10
Una lágrima en una carta
Una lágrima en una carta.
Querido Néstor,
Yo vivía en paz con esto. Te banqué en muchas, me callé las que no bancaba, trataba de hacer el menor daño posible. Hablé bien de vos en lugares en los cuales el solo hecho de mencionar tu nombre es, como mínimo, una especie de delito. Fiscalicé en las buenas y fiscalicé en las malas. Perdí cosas de mi vida personal que no te voy a contar, porque esto no es una extorsión. O lo es. Pero velada.
Néstor, no la quiero hacer larga. Te vengo a cobrar, Néstor. Ahora soy yo el que quiere un favor. Porque, Néstor, escuchame una cosa, atendeme: vos nos quemaste etapas. El kirchnerismo, Néstor, avejenta. Estoy pasando los veinte, la edad en la que uno dejó de ser políticamente un pelotudo. Pero es también la edad en la que uno tiene todo el empuje: o sea, la edad en la que todavía crees que hay cosas que se pueden cambiar, y la edad en la que sabés que de a poco se puede cambiar mucho y mejor. Esa edad, nosotros la quemamos. La quemamos con la nafta del oficialismo.
Y es jodido decirlo, porque la edad te vuelve medio intolerante. O la intolerancia te avejenta, o la vejez te...¿intoleranta? Néstor, yo no puedo volver para atrás. Y, pucha, voy a tener que pedirle a un amigo que tiene un blog que me tipee esta carta, porque la verdad es que la primera lágrima cayó sobre el papel, y la tinta medio se corre. Y prometo que van a ser muchas más, las lágrimas.
Esto no es un capricho. Esto tiene sus razones. Razones que te puedo transcribir de una publicación que tengo en la mano, también húmeda de lágrimas, que se titula "Especial Constituyente Social", y de la cual paso a extraer (el resaltado, Néstor, es mío):
"- El método asambleario potencia la construcción de la unidad popular; construye una ética, una estética y una mística propia y diferenciada; se reconoce como un espacio pluricultural donde conviven cientos de lenguas, perfumes, colores y dioses, poniendo fin a más de quinientos años de prepotencia imperial; las asambleas serán urbanas y rurales.
- La Asamblea Nacional debería tender a que la suma de los asamblearios alcance un piso del 0,1 del número de empadronados en el padrón electoral nacional;
- Habrá que seguir promoviendo la apertura de casas de la constituyente en todo el país, como asimismo también promover formas de autofinanciamiento que garanticen su autonomía;
- Nosotros tenemos que dar un combate contra nosotros mismos en cuanto a las verdades absolutas, para construir verdades colectivas."
Solamente eso, te pido. Te pido que releas, Néstor: 0,1 del padrón electoral. Estética, perfumes, debates, asambleas. Autofinanciamiento, Néstor. Yo sé que tengo la edad para estar ahí. Yo, y muchos compañeros más, tendríamos que estar ahí si es por número de documento. Pero ahí se puede ir: volver es un calvario. Néstor, yo no puedo combatir contra mí mismo. No quiero volver a ser catorce en una carpa debatiendo sobre la identidad de la clase trabajadora. Mirá lo que te voy a decir, total queda entre nosotros: no quiero escuchar las opiniones de todos los compañeros, y ni siquera sé si la mía es demasiado relevante al respecto. Puta, cayó una de las lágrimas grandes. Néstor, no quiero armar actividades copadas para hacer al aire libre. No quiero dormir en carpa. Y no por la carpa en sí, que me divierte incluso. Yo no quiero... y estas putas lágrimas que me corren la tinta: Néstor, yo no quiero dormir en carpa porque sé que es una pose, porque sé que ahí, a dos cuadras de mi carpa, hay un hospedaje estudiantil que vale la mitad y me descansa el doble. Y los respeto, y respeto el laburo que hacen, y todo. Hasta digo: ojalá el Estado banque algunas cosas así, de gente que se junte a charlar. Pero yo no quiero a la autogestión, a los morrales, a la sobrerrepresentación de pulóveres con llamas, las sillas de plástico, las kilométricas rondas de mate lavado e hirviendo; el afiche, Néstor, el afiche. Creo que unas lágrimas más, y esta carta será, simplemente, un manchón de tinta enorme. No soy un hedonista, ni un fanático del confort. Pero debería haber algo entre eso y el ascetismo de los baños químicos.
Yo no sé si el término es aburguesar, o cinismo, o me estoy volviendo un hijo de puta, pero yo creo más en los expedientes que en las comisiones temáticas permanentes que refuercen la unidad y la identidad colectiva. No sé, así soy yo. Y, Néstor, vamos a volver ahí. Otra vez a ser catorce, y estas lágrimas, de nuevo. Y, ojo, porque esto resultaría contradictorio con una cosa que siempre se remarca del kirchnerismo: que no construyó por abajo. Pero vos y yo sabemos, que una cosa es construir desde abajo, y otra es revisar el humus de la tierra. Esta gente construye tan de abajo, Néstor, que tengo miedo que toquen una placa tectónica y se pudra todo de verdad. La vía haitiana-constituyente al socialismo, Néstor. La tierra es la tierra y hay que construir arriba de eso: me van a tener que disculpar, pero yo en esa no batallo nada contra mí mismo, me doy la mano y me digo: "la tierra es, efectivamente, la tierra". Dos votos a cero, unanimidad, me creo mi verdad revelada, qué va a ser.
Si hay que hacerlo, se hará. Una radio comunitaria más no me va a arruinar la vida, tampoco. Pero al menos haceme el favor de tratar que eso no pase. El pedido es, simplemente, ese. Que no tengamos que volver ahí otra vez. No quiero ser catorce. La ayuda del tiempo permitirá perdonarte muchas de las cosas que hoy parecen terribles. Pero si nos devolvés al mate cocido, Néstor, eso no te lo vamos a perdonar nunca.
Desestabilización
Mirá que yo estoy en la vereda de enfrente, y la verdad que lo que les pase me tiene sin cuidado. Pero en esta estamos todos. ¿Sabés por qué lo digo, ahora que te pasa a vos? Porque mañana puedo estar yo en esa, y no quiero ser hipócrita de subirme al caballo hoy, y putearlo mañana. Yo te podría criticar, conseguir un montón de notas en la tele, decir todo lo malo que hacés. Pero yo sé que mañana voy a estar ahí, y esos mismos tipos que hoy me llaman me van a estar diciendo lo mismo que te dicen a vos. Haciendo la misma campaña.
Vos te habrás dado cuenta que lo que les molesta no es la primera cara visible. Que a los que ponen la cara les pegan por la tele, eso es cierto. Pero que ellos no son el blanco. ¿Viste cómo hacían?, ¿ah, no lo viste? Bueno, cuando uno de los que ponen la cara se mandaba una, en seguida lo enfocaban a él. Como subrayando el carácter transitivo, como diciendo: "¿ven?, falta conducción". A veces están todo un rato con esa sutileza, y aprovechan el momento del éxtasis para salirse de la vaina y ser más directos: pedir la cabeza, directamente. Yo no sé cuáles son los resquemores, viejas rencillas de algún pasado, supongo, pero lo cierto es que se nota demasiado. Se nota demasiado la campaña de desestabilización. Y te lo digo yo, que soy de la oposición. Pero a veces, a veces siento que si yo me sumo a esa joda, estoy pagando un precio demasiado alto. Porque una cosa es darme cuenta de que hicimos algunas cosas bien, y otra es creer que en esto vale todo, y que todo lo que me ayude a mí y te perjudique a vos es mi amigo y se puede construir con eso.
Mirá que yo soy opositor, eh, mirá que tengo muchas críticas para hacerte. Mirá que nunca me gustaron tus formas, aunque muchas veces me rendí ante tus resultados.
Pero, sinceramente, la campaña de desestabilización de Fernando Niembro contra Carlos Bianchi, ayer a la noche fue obscena.
Y eso, que yo estoy en la oposición.
20/1/10
El Clima Nominante
"Zizek expone la siguiente argumentación: "Lo que se deja de lado, al menos en la versión estándar del antidescriptivismo es que lo que garantiza la identidad de un objeto en todas las situaciones en las que la realidad la contradice, es decir, a través de un cambio de todos sus rasgos descriptivos, es el efecto retroactivo del nombre. Es el nombre, el significante, el que soporta la identidad del objeto. Ese "plus" en el objeto que sigue siendo el mismo en todos los mundos posibles es "algo en él más que él", es decir, el objet petit a lacaniano. Lo buscamos en vano en la realidad positiva porque no tiene consistencia positiva. Ahora bien, esta argumentación es crucial porque si la unidad del objeto es el efecto retroactivo de la nominación, entonces la nominación no es únicamente el puro juego nominalista de atribuir un nombre vacío a un sujeto preconstituido. Es la construcción discursiva del objeto mismo. Las consecuencias que tiene esta argumentación en una teoría de la hegemonía o la política son fáciles de ver. Si el proceso de nominación de los objetos equivale al acto mismo de la constitución de éstos, entonces sus rasgos descriptivos serán fundamentalmente inestables y estarán abiertos a toda clase de rearticulaciones hegemónicas. El carácter esencialmente performativo de la nominación es la precondición para toda hegemonía y toda política." (...)
Decime si ahora, esta medida no te parece una revolución lacaniana:
TEMPORAL EN LA CIUDAD
"Vamos a ponerle nombre y apellido a cada árbol"
El ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, Diego Santilli, confirmó que gracias a un preacuerdo logrado con el Banco Mundial se realizará este año "un estudio de todos los árboles en la Ciudad" para saber en qué estado están. "Estamos haciendo una poda de árboles de hasta el 15 por ciento y retiramos aquellos peligrosos. El período de podas fuertes será en el invierno", resaltó. (En Noticias Urbanas)
Y como hoy estamos buenos, encima proponemos nombres.
18/1/10
Amor corresponsal
Amor corresponsal
Un día Pedro terminó de hacer Visión Siete Internacional y le dijo a Hinde si no quería tomar un café. Después de tomar un café juntos, como le sucede a la mayoría de las personas, Pedro e Hinde se enamoraron perdidamente. Y, como le sucede a la mayoría de las personas que se enamoraron perdidamente, Pedro e Hinde se besaron.
A pesar de que se enamoraron perdidamente, Pedro le dijo a Hinde que tenía que viajar a algún país de Medio Oriente a hacer una nota con algún líder de alguna organización que abogaba por alguna solución a algún problema respecto de un Estado en un lugar donde no lo había. A Hinde no le importó, porque era su trabajo. Era el trabajo de ambos, de hecho. Pedro viajaría a Medio Oriente y, a su vuelta, cubriría la gira del Papa por África. Significaban unas dos semanas sin verse y, si les molestó, lo disimularon.
El jueves anterior a la llegada de Pedro, la producción llamó a Hinde y le comunicó el fallecimiento de un corresponsal en un país latinoamericano donde ganaría una elección alguna fuerza de izquierda. Hinde se disculpó con Pedro por mensaje de texto, con esas disculpas que sólo se piden para que nos digan que no nos disculpemos, y Pedro le contestó caballerosamente, intimándola cariñosamente a no pedir perdón nunca más. De todas maneras se verían en vivo, a través de un móvil, ese domingo, cuando esa fuerza latinoamericana ganase las elecciones. Ciertos tipos, con el diario del lunes, dicen que se les notaba a la legua: Pedro le preguntó al aire que cómo andaban las cosas por el país latinoamericano, y ella le contestó que estaban eufóricos con la victoria de una fuerza de izquierda. Algunos insisten en pensar que se estaban diciendo: "¿cómo estás mi amor?, extrañándote mucho", en una especie de código que sólo manejan los corresponsales internacionales.
Pedro chiflaba mientras pensaba y armaba la valija, cuando se enteró de un golpe de Estado en un país vecino latinoamericano tan cercano al que Hinde recién abandonaba. Los años de periodismo le enseñaron a preveer las noticias, y siguió armando la valija pero ya no para volver, sino para dirigirse al país en cuestión. Intentó llamar a Hinde, pero evidentemente se encontraba en el canal, dando la noticia de ese golpe. Pedro estaría una semana más de lo que había planificado.
Justicia poética hubiese sido que los aviones, al menos, se cruzacen en el aire, pero lo cierto es que las rutas eran distintas, y mientras Pedro volvía a la Argentina luego de cubrir el golpe, Hinde viajaba a un país cercano a entrevistar al presidente depuesto y deportado. A Hinde le dio algo de culpa, que resolvió con un llamado que Pedro no alcanzó a atender, porque la valija que buscaba estaba muy alta y no alcanzó a oir el teléfono. Esta vez, se trataba de una valija más grande: el viaje comenzaba con una cumbre latinoamericana, pero luego seguía con un encuentro de la OTAN en Europa, y la asunción de algunos nuevos presidentes islámicos. La fraudulenta reelección de uno de esos presidentes, apostaría a Pedro en Asia algunos días más de los esperados.
Fue por eso que decidió, a su vuelta, proponerle a Hinde que vivan juntos. Pero las elecciones en un país vecino tenían a Hinde fuera del país. A Pedro le pareció raro que no le haya avisado, y algunos dicen que en el móvil del domingo, en el programa, el aire del cable coaxil se cortaba con una gillete. De todas maneras, Pedro seguía con la idea de mudarse juntos, y cuando Al-Qaeda asumió la autoría de un atentado en un país de la península arábiga, entendió que debía tener, antes de viajar, un gesto. Nuevamente, no se verían, y dejó en el estudio del noticiero una rosa, un juego de llaves y un papel: "¿te mudás conmigo?". A Hinde le dio ternura y respondió -a la distancia- afirmativamente.
Cuando Pedro volvió a su casa, encontró algunos libros nuevos, un poco de ropa desordenada, y la disposición del mobiliario un tanto diferente. No le dio demasiada importancia, pero tampoco fue un detalle menor. Quizás lo que primero notó era que ella no estaba: una asamblea de la ONU la tendría unos días afuera. Quiso aprovechar esos últimos días de soltería e invitó a unos amigos. Cuando quedó mano a mano con uno de ellos, su más íntimo tal vez, Pedro le contó de su situación. Hacía, por lo menos, tres meses que se había enamorado perdidamente de Hinde. Y no la había vuelto a ver. Aunque vivían, claro, juntos. El tipo, su amigo, se reclinó en la silla, y sentenció:
- Como todos. Todas las parejas, los primeros meses, parece que ni se ven. Es lo que suele sucederles a las personas cuando, por ejemplo, se enamoran.
A Pedro le causó gracia la afirmación, y estuvo pensando en lo que le dijo su amigo. Decidió que a la vuelta de Hinde le haría una comida, de esas que llevan salsa y que se comen con velas, y con un vino de más de treinta pesos. Por eso no le causó demasiada gracia que los presidentes latinoamericanos decidieran juntarse a debatir sobre unas bases extranjeras en el continente. Sobre todo, porque le avisaron que cubriría esa reunión mientras volvía del supermercado con la salsa, las velas y el vino de más de treinta pesos. Pedro pensó que sería una gran idea dejarle, aunque sea a ella, esa cena, así que la cocinó, comió un poco antes de salir, y dejó un papel sobre la mesa: "nuestra primer cena juntos". La mitad de esa cosa con salsa, la mitad de las papas y casi todo el vino le quedó a Hinde para su primer cena romántica. Sola. El gesto era, quizás, bueno. El síntoma era demoledor.
Aunque no lo hubiera puesto en estos términos, Pedro volvía al país a capitalizar aquel gesto de la cena, y esta vez la sorpresa no fue, solamente, no encontrarla (de hecho, era la ausencia la única constante). Antes de viajar a un país africano que celebraba algunos años de independencia mientras sus tribus rivales se batían a genocidio, Hinde había decidido que algo que afianzaría una pareja que no se veía por seis meses era la adquisición de un gato: la lógica era tan arbitraria como la de cualquier otro romance. Digamos que, si a Pedro no le molestó del todo, al menos no le pareció motivo de festejos. Pero debía devolver el gesto, y se le ocurrió que una pareja que se precie de tal debía, al menos una vez, ir al cine. Sacó un par de entradas para el día en que ella volvía. Ciertas entrevistas, y el auge de una epidemia mundial, alargaron el viaje de Hinde, y Pedro fue a ver la película solo, canjeó una de las dos entradas por una para el día en que ella volvía, cuando él viajaba a la premiación del Nobel de la Paz, y dejó otro cartelito sobre la mesa: "nuestra primer salida al cine". Acompañó la nota con algunos pesos para que ella vaya a comer después de verla y un sobre, además, con sus comentarios sobre la película, para que ella los lea después de verla, y pudieran intercambiar opiniones. Después de todo, así se cumplían todos los requisitos formales (ver la película, comer, comentarla), de una manera tal vez heterodoxa.
Hinde llegó ese día y jamás comprendió el desarrollo argumental de Pedro. Enojada, revoleó algunos objetos, pero los días pasaron y el desorden la fastidió. Juntó los restos materiales de su ira, los envolvió en un sobre y, mientras armaba la valija para asistir a una cumbre climática en Europa, escribió una nota: "nuestra primer discusión". Igual que Pedro, también decidió llamar a unas amigas, pero no le causó tanta gracia la observación de una de ellas acerca de la forma en la que deberían, eventualmente, concebir un niño (la obscenidad del chiste, además, incluía frascos y mecanismos individuales).
Ese día llegaban los dos juntos, casi a la misma hora, a la casa donde vivían juntos. Pedro llegó primero, tomó vista del último de los mensajes, y decidió quedarse a esperarla, a pesar de que cierta organización terrorista había asesinado a ciertos tipos con los que, evidentemente, no habían arribado a algún consenso respecto de algún tema. Cuando Hinde llegó, se sentó en gesto de que tenemos que hablar, y Pedro lo entendió al instante. Algunos dicen que es mejor no saber quién dijo qué cosa, sobre todo, porque parecían tan de acuerdo.
- Me parece que nos estamos asfixiando.
- Deberíamos tomarnos un tiempo.
- Nos mató la convivencia.
- Sí.
16/1/10
Un peso por palabra
Un peso por palabra.
1. Chat
Se conocieron en la casa de un amigo de ella y no se animaron a hablar demasiado, pero había algo, la sensación de que eran, en muchos sentidos, parecidos. Y eso, al principio, atrae. Se pasaron la dirección de mail, para ver si la cosa mejoraba hablando por msn. Llegaron a sus casas y se agregaron. A él siempre le pareció estúpido ponerse en el msn como “disponible”, como una desgarradora confesión de una vida vacía. Siempre aparecía como desconectado, a pesar de que estaba permanentemente viendo quién entraba. La que no estaba, nunca, era ella. Se alegró cuando vió que lo había aceptado, pero no había día que lograse engancharla para conversar. Probó a todas las horas posibles, casi que hacía guardia. Hasta le pidió a un amigo que se fijara si con su dirección de mail le pasaba lo mismo. Pensó que hubiera sido más inteligente pedirle el número de celular. Un día, al borde de la desesperación, pensó en mandarle un mail. Temió quedar como un antiguo. A ella le pasaba, de hecho, exactamente lo mismo.
2. Todos los cuentos, el cuento
Un hombre sentado escribiendo un cuento en un blog, se da vuelta y ve a otro tipo sentado escribiendo un cuento sobre un tipo que está escribiendo un cuento en un blog. Más allá ve a un hombre que está escribiendo un cuento sobre un tipo que está escribiendo un cuento sobre un tipo escribiendo un cuento en un blog. El primero de los tipos comienza a escribir un cuento sobre esos otros tipos. Los otros tipos, entonces, modifican lo que estaban escribiendo para escribir lo que está escribiendo el tipo que está escribiendo un cuento en un blog. Luego, el primero de los tipos debe modificar aquello que estaba escribiendo a los fines de dar cuenta de las modificaciones de los otros tipos. Los otros tipos, entonces, escriben que el tipo que está escribiendo un cuento en un blog está modificando lo que estaba escribiendo, a lo cual el tipo que está escribiendo un cuento en un blog modifica lo que había modificado. Entonces entra Borges y dice que son todos unos putos plagiadores. Y se choca una silla.
3. La mano invisible
Había una vez un pequeño país que había dejado tan pero tan libre la economía a las fuerzas del mercado que comenzó a producir autos desmesuradamente, a punto tal de que el objetivo del automóvil, esto es, la movilidad, dejó de ser posible, luego de que los autos ocuparan todos los espacios posibles de tránsito. De esta manera, carentes de posibilidades de tracción, los autos mutaron en su utilidad y comenzaron a ser considerados como viviendas, puesto que que su carácter inmóvil los convertía, efectivamente, en inmobiliarios. La cercanía con hospitales y centros de esparcimiento era un valor agregado para cualquier vehículo, sin importar su año de fabricación ni, mucho menos, su velocidad máxima, valores inútiles en lo estático. La situación comenzó a ser desesperante cuando los autos comenzaron a ocupar tierras cultivadas con cereales e, incluso, los ríos más importantes del país. Ciertos economistas aseguraron que no había de qué preocuparse, que lo verdaderamente grave era intentar regular las fuerzas libres del mercado con un estado parasitario y que, si había desperfectos, la mano invisible del mercado los acomodaría.
4. Fútbol mediocre
Hubo una vez, en un pequeño campito de una ciudad del interior de la Provincia de Buenos Aires, un partido de fútbol entre dos banditas de pibes, en la cual no pasó nada espectacular, más allá de un partido de fútbol. Ningún ángel atajó un penal, ningún maradona de chico entró en el segundo tiempo para nadie, ninguna situación de la vida social se vio reflejada en el terreno de juego. Ganó el partido el equipo que tenía unos pibes que corrían mucho, medio trabado en el medio, uno se cansó a la mitad y dejó al equipo con diez sin que a nadie se le ocurriera ninguna metáfora acerca de la traición y la amistad, hizo un gol un pibe que era medio mala leche, y el que siempre fue el burro en todos los partidos no hizo un gol espectacular en el último minuto, sino que siguió siendo burro todo el partido hasta el final. Entonces Fontanarrosa, Sacheri y Dolina se entristecieron. Uno se murió, el otro escribió una peli y el tercero hizo su programa de radio.
5. Alpinismo
A mí el alpinismo, sinceramente, me importa un carajo. ¿Sabe lo que soy yo, antes que un alpinista? Un utilitarista. Pero un utilitarista convencido. Creo sinceramente en la maximización cuantitativa de las consecuencias positivas para el máximo pósible de personas. Entonces me dediqué al alpinismo, porque ahí, arriba, en la montaña, es en el único lugar en donde nadie puede condenar la exacerbación de mi utilitarismo. Arriba, la vida de dos vale más que la de uno, la de cuatro más que la de dos, y así sucesivamente. Cuando para salvar a dos hay que cortarle la cuerda a uno, se corta y no se debate más. Y nadie piensa en el uno que se cayó sino en los dos que se salvaron. Si hay oxígeno para uno y vos tenés edema pulmonar, el oxígeno es para mí, que no tengo. Los que viven en la planicie tienen la ventaja de discutir moralmente con el utilitarismo. Acá es pura practicidad. Ojalá todos los fanáticos encontraran, como yo, un lugar en el mundo donde ejercer el fanatismo sin molestar a nadie.
6. Sensibilidad
Esto me lo contó un amigo y no me puedo acordar quién era, para decirlo acá. Así que ojalá que vea esto, así me dice. Pero resulta que tiene un amigo que vio una película, Las invasiones bárbaras, se llama. Las invasiones bárbaras creo que es la última película con la que lloré, y yo no lloro mucho, creo que debe ser una de las cuatro peliculas con las que lloré. Hay un tipo muriéndose de cáncer, un tipo que vivió los 60, los 70, y todos sus amigos ex-hippies lo van a visitar, y medio que se tiene que reconciliar con su hijo, o con su hija, no recuerdo, y el hijo, o la hija, contratan a una junkie para que le traiga morfina medio clandestinamente, porque si no me equivoco están en Cánada. Bueno, lo que me contó mi amigo es que su amigo, cuando le recomendó la película, le dijo: “che, mirate esa peli, es sobre el sistema médico canadiense”. A mí ese tipo de frialdad me conmueve. Y no me puedo acordar de quién es.
7. Venganza
A la mujer del cirujano Miguel la mató de tres tiros un ladrón. Dios intervino, se ve que no estaba en sus planes, pero lo hecho, hecho estaba, así que le dio a Miguel la posibilidad de vengarse. Hizo Dios que el ladrón toque timbre en la casa de Miguel, para que pudiera este reventarlo a palos, pero Miguel estaba mirando el partido y no atendió. Entonces Dios pensó que hubiese sido muy violento. Así que mandó al ladrón a operarse con Miguel y ahí Miguel vio a quién estaba operando, y la operación fue un éxito igual, porque Miguel no lo mató. Entonces Dios pensó que era por el juramento. Así que puso Dios a Miguel a la orilla de un precipicio y al ladrón adelante para que lo empuje y Miguel se agachó a atarse los cordones mientras el ladrón escapaba. Entonces tiempo después murió Miguel y subió al Cielo, donde Dios le preguntó por qué no se había vengado durante su vida del ladrón. Y Miguel dijo: “Ah, perdón, me colgué porque pensé que había reencarnación.”
8. Variante del cuento “Los dos laberintos” de Borges
La historia es así. Un rey, a quien llamaremos A, lo invita a otro rey, B, a un laberinto que tiene en su palacio. B queda encerrado mucho rato en el laberinto de A, y medio que se enoja cuando A lo humilla un poco y se le ríe. Así que B le dice a A que lo va a llevar a un laberinto, y lo deja en el medio del desierto y le dice: salí de acá si podés. Y ahí está la ironía, cuando B se va yendo a camello del desierto. Pero resulta que A le dice: todo bien, pero esto no es un laberinto. Y B responde: claro, ahí está el chiste, que te vas a morir acá. Y A retruca: ¿te parece tanto quilombo?, yo te hice una joda nomás y vos me matás. Además, esto no es un laberinto, técnicamente es una ironía, pero para ser sinceros, está media tirada de los pelos. Entonces B le dice que tiene razón, que por qué mejor no van juntos a descabezar unos esclavos. Y A asiente.
9. La vida de los otros
Todos los grupitos sabían hacer algo. Estaban los de quinto primera, que habían armado una bandita de rock, y tocaban en las fiestas del colegio y el baterista siempre se llevaba las mejores minas. Los de quinto segunda la tenían clarísima con los fierros, habían armado el auto de la escuela, con los colores, un dibujo buenísimo de un lobo en el capó, y se ponían en pedo y salían a dar vueltas en ese auto. Los que eran buenos eran los de quinto tercera, que organizaron un grupo de teatro, y hacían una obra espectacular, que después la llevaron a Buenos Aires y un par se quedaron estudiando teatro ahí, becados por una escuela de un actor famoso. Los de quinto cuarta tenían el promedio más alto de toda la escuela, y ganaron todas las ferias de ciencias habidas y por haber, no le hacían asco a nada los tipos, matemática, astronomía, ciencias. Nosotros, los de quinto quinta, no sabíamos hacer un carajo. Así que armamos la Juventud Radical y ganamos el centro de estudiantes todos los años seguidos.
10. La traición os hará libres
Max Brod es, efectivamente, la reencarnación de Judas, su continuidad. Tanto Max como Judas existen por su traición: Judas, al entregar a Jesús, y Max al publicar los cuentos que Kafka había pedido no se publiquen. Así como hay una similitud en ambos traidores, la hay en los sujetos traicionados. Porque ni Kafka quema sus cuentos, ni Jesús desconoce su final. Jesús lava las patas de sus fieles y le indica a Pedro que arme la orga eclesiástica, porque Kafka no quema él mismo sus cuentos. Sí, ya no de similitud, sino de causalidad es la relación. Jesús debe ser traicionado para que Kafka pueda ser publicado, y viceversa (aún cuando esta viceversa vaya contra la linealidad del tiempo). La Humanidad no cuenta el siglo 0 en el nacimiento de Jesús por una confianza en el Mesías, tanto como lo hace por la creencia de que, con Judas, la traición se volvió la garantía de la contingencia de lo humano. Desde que la traición fue posible y necesaria, la Humanidad se volvió libre. Y El Juguete Rabioso argentinizó esta hipótesis.
15/1/10
Previsores
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Las consignas del acto en Plaza de Mayo
En el Día Internacional de la clase obrera, nos unen estas consignas:
- Que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores.
- Monopolio estatal del comercio exterior. Reestatización sin pago de YPF y de todas las privatizadas, bajo control de los trabajadores. Plan de obras públicas bajo control de los trabajadores.
- Fuera las tropas argentinas, uruguayas, brasileñas y chilenas de Haití. Fuera el imperialismo de América Latina. No al bloqueo a Cuba.
- Reclamamos a la CGT y la CTA una huelga general contra los despidos y por el salario.
- (...)
Fuera las tropas de la ONU de Haití
por : FT-CI - Fracción Trotskista - Cuarta Internacional
Miércoles 22 de octubre de 2008
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Como dice el dicho: "Más sabe el trosco por viejo que por trosco".
Para los giles que dicen que el troskismo no es una ciencia. Ahí tienen.
¡Fuera las placas tectónicas de Haití!
¡Ni un sismo más en América Latina!
¡No más tropas a países sísmicos!
14/1/10
Néstor al rescate
Seriamente, lo planteo. Ya que esta propuesta se la tomaron a la chacota.
¿No demostró Marcelo Bielsa la posibilidad de exportar la revolución? Pero claro que sí. Argentina tiene ventajas comparativas: sabe volver de los estados de naturaleza. Es un contractualismo permanente, este hermoso país. Surgen tantos buenos futbolistas como administradores del caos. Y el kirchnerismo es un ejemplo evidente de algo que sabe mejor reconstruir desde el quilombo que administrar un orden.
Un país devastado. ¿No fue, acaso, el mejor kirchnerismo?, ¿el más virtuoso? Haití tiene todos los condimentos del plato que engordó al kirchnerismo. Una catástrofe espantosa, el colapso, la destrucción del Estado. Un país asolado por las reformas liberalizadoras, un montón de dictaduras como para construir legitimidad a través de la defensa de los derechos humanos. Ahí veo la llegada de Néstor en helicóptero, con un montón de cuadernos, anotadores y lapiceras: hola, vengo a armar un Estado, dice el tipo, así de canchero. Pide dos secretarias para que hablen por teléfono, un televisor y los balances de los últimos veinte años de Haití.
Claro que, si de reconstruir se trata, no podemos dejar de incluir en el paquete al piloto de tormentas, Eduardo Duhalde. Argentina tiene que empezar a exportar este paquete para los estados fallidos. Mientras Néstor saca cuentas, balances, habla con cada dueño de cada almacén de Haití (para darse una idea de cuál es la imagen, haga click aquí), Duhalde arma un gabinete, rosquea un poco con la Iglesia, las Fuerzas Armadas y los empresarios. Superávits fiscales, autonomía económica, normalización del sistema político o le devolvemos su dinero. Construimos un orden, y después nos rajamos, podría ser el lema (no vale preguntar cómo hacemos para sacar después a Néstor y a Duhalde de Haití si logran reconstruirlo).
Y usted, señor, señora, me dirá: ¿de qué nos sirve esto a nosotros? Bueno, en principio yo no creo que esto sea una gran entrada de dinero para el país, aunque siempre es posible, por intermedio de los reconstructores estatales que enviemos, controlar algunos hilos claves de las economías, una especie de colonialismo tecnócrata que podría ayudarnos. Ahora bien, el beneficio para el país sería otro. Digo, no estaría nada mal dos añitos de Néstor y Duhalde en Haití, como para tranquilizar un poco la cosa en estos pagos también. Y, ojo, que no es lo mismo este Néstor malo de cara a las elecciones, que un latinoamericanista reconstructor de Estados para el 2011.
Así que, ya saben, países con estados fallidos del mundo, ¡llamadnos!
Promociones y descuentos para países invadidos por Estados Unidos o pronto a ser invadidos. La empresa Reconstrucción de Estados S.A. no se responsabiliza por los daños ocasionados durante el servicio. Contraindicaciones: los reconstructores de Estados suelen tener la intención de administrar ese Estado luego de reconstruirlo.
13/1/10
Amparo
Amparo.
Tuuuuu, tu, tuuuuu, tu...
- Hola, Amparo, ¿te acordás de mí?
- No, ¿quién habla?
- Ah, mirá, soy tu ex, pasa que, no sé, cortamos hace seis años y medio, lo de la chica, ¿te acordás?
- Ah sí, no sé, cambié el número, no agendé el tuyo, en fin...¿pasa algo?
- No, era para saber cómo andabas y eso...
- Yo bien, gracias, casada, laburando, dos chicos.
- Ah, mirá vos, qué bueno, te felicito.
- Gracias, gracias. ¿Algo más?
- No, por si querías tomar un café, algo...
- ¿Te parece? Ya está, ¿no?
- Claro, claro. El tema es el siguiente, Amparo, yo presenté un recurso de amparo, viste, a la Justicia, por lo nuestro...
- ¿Lo nuestro?
- Claro, por eso de que vos me dejaste...
- Pero, vos estuviste con otra mina, ¿no?
- Sí, bueno, el tema de fondo no es ese, viste...
- Flaco, ¿de qué estás hablando?, ¿un recurso de amparo para qué?, vos estuviste con otra mina, yo te encontré en mi cama y terminamos, no hablamos más hace seis años, ¿qué carajo querés?
- No, no, está bien, el tema es que presenté un recurso de amparo, viste, y la jueza falló a favor mío. Resulta, Amparo, que tenés que volver conmigo...
- ¿Pero vos te volviste borracho o pelotudo?
- Yo no hago esto por mí, eh, es por el bien de las instituciones. La cuestión es que vos, bueno, sinceramente no cumpliste los requisitos procedimentales de una ruptura: pegaste un portazo, no me atendiste más el teléfono y me dejaste de hablar de un día para el otro, así, como si nada. Nos faltó la charla, la parte que yo te decepcionaba, los sueños rotos que teníamos juntos, nos faltó cruzarnos tiempo después, medio depresivos y reconciliarnos unos días. Hiciste todo mal, Amparo.
- ¿Es una joda esto?
- Mirá si querés te mando por mail el amparo y el fallo de la jueza, pero qué se yo, me parece que si vamos a volver a estar juntos tenemos que confiar un poco más el uno en el otro.
- ¿Volver a estar juntos?
- Amparo, yo puedo concederte, hasta ahí, que estar con otra señorita en tu cama no ha sido la mejor de las decisiones, okey, hasta ahí llegamos a un consenso. Pero esa no es la cuestión de fondo, acá estamos discutiendo otra cosa.
- ¿Discutiendo?, ¿quién está discutiendo, marmota? Sos vos diciendo una sarta de incoherencias...
- Las formas, Amparo, las formas importan. Por algo tenemos una serie de instituciones, unos procesos que deben ser respetados, un marco regulatorio... ¡amor de mi vida: derechos adquiridos por años de relación!
- ¿Derechos, hijo de re mil puta, derechos sobre qué?, bastantes derechos adquiriste: el departamento, los muebles, y los ahorros que teníamos juntos, que nunca te los pedí ni te dignaste a devolverme, rata inmunda.
- ¿Acaso crees, Amparo, que tu victoria, mi desacierto, te otorga derechos absolutos? De ninguna manera, Amparo, podría dejar que esa injusticia gobierne nuestro final. Así lo entendió la jueza, Amparo. Decretaste, unilateralmente, aduciendo razones de necesidad y, por qué no, de urgencia, que lo nuestro había terminado. Alegaste que yo, humildemente, siempre había dejado la puerta abierta para un final: que nuestra relación era algo así como abierta, como si desconociera que eso es parte de la piedad de una mentira llamada amor.
- Flaco, te voy a cortar, tengo que ir a buscar a los pibes, no tengo tiempo para boludeces. Cuando madures llamame. Mejor no, mejor no llames nunca más.
- Siempre fue igual con vos, siempre esa crispación: jamás se pudo dialogar, Amparo.
12/1/10
El Conde del Calafate
Ok, largamos: Operativo Néstor 2014.
El 2011 está entregado, amigos. Crear dos, tres, muchos Redrados, es la consigna. Ayer, casualmente, me vendieron un paquete de pañales sin pañales adentro, llamé a Defensa al Consumidor y la señora de mesa de entradas me dijo: "yo no lo voy a atender, yo soy mesa de entradas profesional, no recibo órdenes de nadie, lo mío es un cargo técnico y tengo autonomía, autarquía y demás palabras con A que me avalan". Vino la Jueza Sarmiento y me dijo que en su época -la época en la que papá trabajaba en la SIDE -se usaban pañales de tela, que no joda, que acá cada burócrata tiene su propio gobierno. El sueño trosco ha llegado a la Argentina: auto-gobierno de todos sobre todo.
Bueno, todo esto venía a cuento de lo siguiente: el 2011 es de ellos, ya está, ganaron. ¿Errores propios, ajenos, ambos? Qué importa, no lo analicemos ahora, que los próximos años de bonanza radical-duhaldisa-perondisidente vamos a tener que vivir de ese análisis, que el alquiler -aunque sin inflación, claro, porque el gasto público lo vamos a dejar en cero los compañeros republicanos- no se va a pagar solo.
Hay que pensar proyectos a largo plazo, políticas de Estado, planes florentinos de traiciones y puñaladas pero con visión de futuro, nada del chiquitaje de hoy, mañana y pasado. La propuesta es sencilla: divorcio, amigos, divorcio. Néstor Kirchner tiene que dejar a Cristina, no, al revés no, porque Néstor Kirchner va a ser nuestro topo en el gobierno del republicanísimo Julio Cobos.
Pero sh.
Sí, así como lo leen. No, no estoy tomando nada. Néstor Kirchner se divorcia hoy mismo de Cristina Fernández y, claro, se termina para siempre el doble comando. Un poco de crisis institucional, como para que Cobos se saque la malla de nuevo y venga, algunas reuniones para que Gerardo Morales no tenga que volver a Jujuy con el calor que hace, encima que está viviendo en una de las viviendas populares de Milagro Sala después de la debacle de 2001 que lo tuvo a él de la vereda de enfrente, claro, que el Ministro de Desarrollo Social de un gobierno es, todos lo sabemos, apenas un cuadro técnico que toma unas decisiones insignificantes para la gente.
Entonces Néstor Kirchner se divorcia de su mujer y se va al hotel más barato y confortable de la Argentina: La Oposición. Tiene radios a la mañana, Comodoro Py al medio, declaraciones para el diario a la tarde y programas de entrevistas a la noche. Todo al mismo precio: sin pagar nada por decir absolutamente cualquier barbaridad. Ah, el Hotel La Oposición es el lugar más cómodo del mundo. Y el más barato, por cierto. Ahí lo tendremos a Néstor, indignado por lo del Indec, llamando Polémico a Moreno, diciéndole Gustavo y Marcelo a Bonelli y Silvestre, pidiendo interpelación a Aníbal Fernández, bastardeando la reforma política que deja afuera al respetable cineasta Pino Solanas, denunciando el clima de crispación que hay en la sociedad, impulsando el juicio político a su ex-mujer y, por qué no, ya que estamos, interfiriendo helicópteros reclamando que se mate a la yegua, che, que quién no tuvo una ex-pareja...
Gobierno de concertación, de unidad nacional, para terminar con la pesada herencia de los últimos años. Julio Cobos gestiona con éxito y Néstor, hombre de instituciones, recibe a mandatarios extranjeros, viaja por el mundo y reconstruye la autoridad vice-presidencial. Julio medio que lo ningunea a Néstor, lo trata de boludito y para las cosas importantes llama a su Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en vez de a Néstor.
Hasta que un día, a Cleto le falla una. Una así de chiquita, una resolución ministerial, imagináte. Y a Néstor dos lagrimones le ruedan por la cara. Dos lagrimones de sangre, dos lagrimones de venganza poética, Néstor tiembla, pero no por dudar, sino como se tiembla en esos momentos, cuando lo que esperaste, pacientemente, muchos años, está ahí enfrente. Como solamente se espera una venganza.
Y ahí está, Néstor, presidiendo el Senado, recordando las largas horas de debate sobre los proyectos cobistas que los revolucionarios senadores aprobaron por unanimidad: el enfriamiento de la economía para paliar la inflación, la remoción de la ley de medios, la suspensión un tiempito de las paritarias, las leyes de reconciliación nacional. Ahí está, Néstor, diciendo que va a votar lo que le indica el corazón, que lo charló con su hija, dice, que la Historia lo juzgue si se está equivocando, pero que su voto, su voto no es positivo.
Dos años más. Dos años más para esperar el 2014, desde adentro, desgastando todo lo que se pueda desgastar, sin voltear a nadie. Dos años armando reuniones con cada conspirador que aparezca dando vueltas, dos años más conviviendo con un crispado Julio Cobos, dos años remarcando los errores del Gobierno, nada menos, que desde el Gobierno.
Para llegar al 2014 con la imagen de la concordia, la pacificación y el consenso: para liberar a Cristina de Marcos Paz, reinstaurar a Moyano en la CGT y expulsar a la Jueza Sarmiento de la Corte.
Porque el kirchnerismo será foucheano, o no será nada.
8/1/10
Sublimándonos
Al kirchnerismo hay que sublimarlo, hay que cambiar el objeto de la pulsión urgente, porque el kirchnerismo idealizado es el peor de los kirchnerismos, es el lúmpen. El kirchnerismo es mucho menos realizable cuánto más épica se quiere dar a sí mismo; y, sobre todo, viceversa. Falló la institucionalización y el kirchnerismo ya no puede quedar en el inconsciente: el kirchnerismo se nota demasiado, no existe como sentido común, nombrarlo es un crimen de la vida social.
A veces es más kirchnerista no bancar para engañar a la conciencia: el objeto de la pulsión frena la pulsión (Néstor, en tanto objeto a idealizado de los kirchneristas, frena al kirchnerismo, podría ser: el vandorismo lacaniano). El kirchnerismo que no cree que los demás sontodosputos es, además de tolerable, mucho más realizable y efectivo.
Decidimos ser todo pulsión: así nos va, todo es una frustración, porque la pulsión es inalcanzable, su actividad es inhibir la consecución de su fin: sublimar para satisfacer la pulsión sin que la pulsión se de cuenta, esa es la consigna (poco marketinera para la campaña, eso sí).
Quizás "los mejores" (en tanto más efectivos) kirchneristas son los que menos le creen al kirchnerismo y más aceptan sus resultados. Así es más fácil "engañar a la conciencia para llevar a cabo el deseo sublimado".
7/1/10
Sal de ahí, Redrado, Redrado
Sal de ahí, reserva, reserva,
sal de ahí del becerreá.
Hay que llamar a Blejer,
para que saque a Redrado...
Blejer no quiere agarrar el Banco,
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva,
sal de ahí del becerreá.
Hay que llamar a Conti,
para que saque a Blejer;
Conti quiere gasear a Blejer,
Blejer no quiere agarrar el banco,
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva
sal de ahí del becerreá.
Hay que llamar a Néstor
para que calme a Conti
Néstor no quiere calmar a Conti
Conti quiere gasear a Blejer
Blejer no quiere agarrar el banco
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva
sal de ahí del becerreá
Hay que llamar a Cobos
para que le gane a Néstor
Cobos no puede ganarle a Néstor
Néstor no quiere calmar a Conti
Conti quiere gasear a Blejer
Blejer no quiere agarrar el banco
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva
sal de ahí del becerreá
Hay que llamar a Duhalde
para que ayude a Cobos
Duhalde no quiere ayudar a Cobos
Cobos no puede ganarle a nadie
Néstor no quiere calmar a Conti
Conti quiere gasear a Blejer
Blejer no quiere agarrar el banco
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva
sal de ahí del becerreá
Hay que llamar a Michetti
para ponerle onda
Michetti no puede ponerle onda
Duhalde no quiere ayudar a Cobos
Cobos no puede ganarle a nadie
Néstor no quiere calmar a Conti
Conti quiere gasear a Blejer
Blejer no quiere agarrar el banco
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva
sal de ahí del becerreá
Hay que llamar a Lozano
para que denuncie algo
Lozano no quiere denunciar negociados
Michetti no puede ponerle onda
Duhalde no quiere ayudar a Cobos
Cobos no puede ganarle a nadie
Néstor no quiere calmar a Conti
Conti quiere gasear a Blejer
Blejer no quiere agarrar el banco
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva
sal de ahí del becerreá
Hay que llamar a los troscos
para anunciar el colapso
los troscos quieren anunciar el colapso
Lozano no quiere denunciar negociados
Michetti no puede ponerle onda
Duhalde no quiere ayudar a Cobos
Cobos no puede ganarle a nadie
Néstor no quiere calmar a Conti
Conti quiere gasear a Blejer
Blejer no quiere agarrar el banco
Redrado no quiere soltar reservas,
las reservas no quieren salir de ahí...
Sal de ahí, reserva, reserva
sal de ahí del becerreá