14/12/08

Requiem para un insomnio

Paremos un poco con la política. Deliremos un rato. Cosas que se nos ocurren. Cuando nos cuesta dormir. Los clicks valen la pena mucho más que lo que está escrito.

Réquiem æternam (Dáles el descanso eterno, Señor).

Parar un poco. Descansar. Dormir para que las fichas encajen. Estacionar el auto en la banquina y que este año nos pase. Después, veremos. Después de dormir, las cosas se acomodan, toman forma, lugar, color y sentido. Las fiestas son una enorme siesta anual que te despiertan sin saber dónde, ni cuándo, ni qué hora es. Todo lo que tiene un por qué se lo encuentra durmiendo. La vigilia, en cambio, es peligrosa, caótica, anárquica. Angustiante, por ese sonido interno que no deja dormir: pensar. La resaca es, inversamente, reflexiva. Tuve una enfermedad, con los tubos y todo, que se curaba durmiendo. Que se curaba, creía: que se aliviaba, lo sabía. La ansiedad es la clave del insomnio. Cada vez que estamos mal, duermo peor. Porque necesito saber para dónde vamos. Y no puedo esperar hasta mañana. Tan lejos.

Kyrie (Señor, ten piedad).

Él le ruega. Que por favor. No sabe cómo decirle. No ahogarla, no ahogarla, escribe, se dice, muerde la almohada. Para no gritar, para no despertarla. La calma previa a la tormenta, y las contracciones de la cara. El inexistente punto justo entre la agonía y el éxtasis. Hay pocas personas que saben que todo está tan vacío que lo único real es el desengaño constante: cuando algo quema por dentro la vida se siente de verdad. Hay momentos para saberlo. Este no es uno: que no nos demos cuenta. Eso tiene que ser alguna forma de piedad. No saber es una forma de altruismo.

Dies iræ (Día de la ira).

Y el día que definitivamente no va a terminar nunca. Toda la parafernalia del insomnio nocturno: la ducha, el agua, el libro, el televisor, música. Las vueltas. Esa ilusión de querer engañarse. Como si no supiéramos qué pasa. El motivo del insomnio un poco lejos. Cercano en espacio. Tan, pero tan, lejos en el tiempo. Hay un momento de bronca que antecede a la resignación y es inevitable. Vivirlo es una dulce forma de sacrificarse. Si acaso no estuviera saliendo el sol, al menos.

Tuba mirum (El magnífico sonido de la trompeta).

Y entra por la rendija. El espantoso aviso de un nuevo día. La sensación efímera, pasajera, inabarcable, de volver a recordar todo. De instalarse, otra vez. Descubrir qué hace ese vaso, esa botella, la ropa en ese orden. Por qué así, y no de otra manera. Recuperar la verticalidad y, con ella, el pasado reciente. Resuenan viejos diálogos, desencuentros. Renace la desesperanza. Hay que tirar otro día, llegar como sea al que viene. Por algún motivo. Para que por la rendija vuelva a entrar el escalofriante aviso de un nuevo día. Sucesivamente. Para morir un poco, todo el tiempo.

Rex tremendæ maiestatis (Rey de tremenda majestad).

Hay una sola forma de ser dueño de algo. Reconociendo la contingencia de todo, una cáscara de nuez en el medio del océano. Si somos algo más que eso es por la vanidad y no por la conciencia.

Recordare, Iesu pie (Recuerda, Jesús piadoso).

Un sueño: poder levantarse y tener cinco minutos de inconciencia. Hasta que se caliente al agua, aunque sea. La paz en el sentido más imbécil del concepto: ausencia de todo. Que no haya nada por un rato, un relámpago de nirvana mañanero. Hasta que se lave el mate. Después volver, y asumirse. Que la cabeza deje de decir cosas, que no piense que hay que dejar de pensar. No pensar, unos buenos ratos. Hasta que se hagan las tostadas.

Confutatis maledictis (Confundidos los malditos).

La locura es una cuestión estadística. Dormir porque el que está acá al lado duerme. Porque todos a los que quisiera llamar ahora están durmiendo o dispuestos a hacerlo. Nadie me atendería, aunque empezara a caminar ya, con el primer rayo de sol. Todos acordarían, ¡está loco! Y el confundido es uno, me entiende doctor, el confundido es uno, porque los otros son más, hay que reconocerlo, doctor, la locura es un mecanismo muy democrático en tanto guían las mayorías, doctor, pero, séame sincero, ¡qué poco respeto por las minorías!

Lacrymosa (Día de lágrimas aquel).

La diferencia entre los sujetos sensibles y nosotros es la privacidad. Es más fácil ser un ser angustiado para quien vive solo. Lo material determina lo espiritual, las lágrimas –esas secreciones sobrevaluadas –están condicionadas por la existencia de sujetos con capacidad de aislarse del resto (el llanto público no existe: es el reemplazo de la comunicación verbal por unos gestos). Si el mundo estuviese más poblado se erradicaría el llanto verdadero. Las angustias seguirían, y aumentarían exponencialmente. Porque derramar lágrimas dejó de ser una consecuencia de la angustia. Desde que un pelandrún lloró de alegría, los valores se alteraron. Ya no se entiende nada.

Domine Iesu Christe (Señor Jesucristo).

Si la dominación existiese, entonces todo sería más sencillo. El sentido trágico de la vida radica en la libertad de tomar decisiones. La religiosidad es una forma de cobardía: nadie teme a un Señor sentado en una nube, el Absoluto no es el opio del pueblo sino el paco individual para darse coraje en un tiroteo post-mortem. Lo que todos temen es que verdaderamente no exista nada más que esto, y todos seamos alguna forma de divinidad decisoria. El Infierno debe ser así.

Hostias et preces (Sacrificios y preces).

El martirio solamente es poético y altruista cuando lo realiza un incrédulo desencantado. Quien realmente tiene fe en el futuro de la Humanidad se martiriza por un bien. Paga un costo carísimo, sí. Pero hay un segundo antes de morir en que se debe experimentar algo así como una seguridad. Morir para sostener la tragedia de no poder avanzar: eso es un martirio.

Sanctus (Santo, santo, santo).

Frenar otro momento. Parar a preguntarse si todo esto es lo que se quiere: si esto es algo así como mivida. La sucesión de los acontecimientos va atando cabos y a muchos eso les parece brillante. ¿No verán que es una forma de constricción?, ¿a qué edad, en qué momento, cuál es el instante faustiano en que pactamos un corsé social que impide regresar y volver a empezar? Los héroes y los santos comparten esa peculiaridad: en algún momento de la vida decidieron barajar y dar de nuevo. Acaso la bondad, los rezos o la fe no sean tanto el premio principal de un santo como esa capacidad de vivir dos vidas en la tierra.

Benedictus

Despertarse repentinamente y ver algo que se mueve. Fue la primera vez que dormiste tanto tiempo seguido, esta noche. Veinte minutos, tal vez. El predicador entra a tu pieza junto a sus fieles: invaden con la palabra tu última chance de dormir. Todo está perdido: deberían aprender que primero están las necesidades materiales y rezagado viene el espíritu. Que, si quiere recuperar tu confianza, ahora el predicador deberá tratar de hacerte dormir. Ya es tarde. Que el cuento empiece con un bendito el que viene en nombre del Señor. Mala señal.

Agnus Dei. (Cordero de Dios).

No estamos en el mundo. Esto no puede ser el mundo. Menudo consuelo: la existencia de alguna otredad contemporánea y paralela. Que alguien se compadezca. Gritemos. Rimbaudianos del mundo, uníos.

Lux æterna (Luz eterna).

Llega el día. Todavía no dormí. Peor que el insomnio es la certeza de que volverá a ocurrir esta noche también, si nada cambia. Y ese convencimiento de que todo permanecerá igual es una fuente de angustia que se retroalimenta con cada noche que paso en vela. Sentarse en la cama mirando la oscuridad es una imagen escandalosamente enfermiza. Aún peor es simular ante los demás un sueño que jamás ha existido, tener que fingir una normalidad que cada día desaparece un poco más. Hasta que llegue el día en que ni siquiera haremos el intento.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nadie le dio pelota a este buen post Tomás. Hay mucha adicción a la política por el ambiente.

Hay que difundir este urgente chr. Laburen en el Comando Anticlerical che!!!

http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=15505

Sebastián dijo...

"Todo lo que tiene un por qué se lo encuentra durmiendo."

excelente

Rubio Tarado dijo...

Me encanta cuando encuentro un blog y me quedo más de 15 minutos leyéndolo.

Al tuyo ya le estoy dedicando un par de horas y este post me pareció buenísimo y quería decírtelo. Qué maravilla cada frase...felicitaciones (por lo que valgan).