30/6/08

Quieta non movere

Aprovechando que por ahí se nombró a Foucault.

"No hay que tocar lo que está tranquilo", decía Walpole, primer conde de Oxford, líder del partido whig, primer ministro de 1720 a 1742. Foucault usaba la frase para caracterizar la lógica liberal que se impondría tras el siglo XVIII: que ahora la razón de Estado no encontraba sus límites en la teoría de los derechos naturales, en limitaciones jurídicas, en contratos voluntarios, en cesión de derechos. Ahora, decía Foucault, la limitación del arte de gobernar viene de adentro, de la propia práctica gubernamental: entre las operaciones que pueden hacerse y las que no pueden hacerse, la división entre agenda y non agenda. Y que el nuevo criterio de la acción gubernamental ya no es la legitimidad-ilegitimidad, sino la variante éxito/fracaso: y que el éxito o fracaso deviene del respeto de esa naturaleza de la práctica gubernamental -saber limitarse a lo que puede hacerse-.

Y por más apelaciones a la dignidad, a los "pequeños productores" (como dice Alejandro hoy en La Barbarie, los nuevos fetiches), al Congreso, a lo que sea, la discusión de fondo, creo, sigue siendo acerca de la intervención o no del Estado. Ahí es donde me parece que abandonar el debate es perderlo. Podemos discutir, todavía, cómo se interviene, sobre quién, para qué. Pero no se puede reclamar, en todo caso otorgar, que se suspenda la capacidad legítima del Estado de intervenir en la economía, hasta que decidamos si este Estado puede intervenir, si sabe cómo, si intervenir es parte de la agenda de lo posible o no. Si este Estado no puede intervenir porque los que gobiernan son feos y malos, corruptos o montoneros: ¿qué hacemos?, ¿nos sentamos con Borón, el MAS, Lozano y Cristian Castillo a esperar que venga la revolución de los buenos para que la intervención sea legítima?

A muchos no les gustará la polarización, y quedarán en el difuso estadio de la tercera vía, que nadie sabe bien cuál es, pero cuyo mayor recurso es hablar desde la moralidad del que no se mancha las manos con la toma de posición. Pero en este momento se está definiendo, al menos de acá a cuatro años, una nueva limitación práctica, una división racional entre lo que debe hacerse y lo que no, entre la agenda y la non agenda gubernamental. Más allá de todos los apelativos y eufemismos que se hayan usado, este conflicto específico es un punto de partida para la construcción de un nuevo marco de práctica gubernamental. Y la división resultante del conflicto entre lo que puede hacerse y lo que no -intervenir o no intervenir- va a delimitar la capacidad extractiva del Estado, ya no sólo respecto del sector agropecuario, sino de todos los sectores restantes que sean interpelados por el mismo.

En este esquema de conflicto, y a esta altura del partido, me resulta difícil no estar del lado que considero con mayor capacidad intrínseca para resolver el problema central del país, la desigualdad. Sigo pensando, y no encuentro argumentos ni ejemplos válidos a contrario, que volver atrás con las retenciones es una pérdida de autoridad, y que esa pérdida de autoridad significa la configuración de una nueva división de hecho entre lo que el Estado puede y no puede hacer. Y no encuentro otro actor, además del Estado, capaz de realizar un proceso redistributivo que zanje las enormes distancias entre los que más y los que menos tienen. La teoría del derrame, les guste más o menos a los empresarios del agro, fracasó.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

No solo debemos reafirmar la convicción de que la presencia del Estado es la única posible presencia ante la invisibilidad del modelo exclusionista que intentan imponer los grandes grupos enconómicos (sin importar con que titere como bien decís: Hoy el campo y mas tarde la inseguridad sin olvidar al miedo como bandera)sino que además tenemos que alentar a que la sociedad este en la escena del debate y tomando posición porque para estos grupos no hay mayor triunfo que la desidia, ignorancia, indiferencia e idiotismo del hombre como ser social. A veces pareciera que intentan que en el futuro cuando lean los libros de historia nos lean como la generación de los idiotas, dibujados solos en ambientes cerrados con un monitor en frente. A esta descripción de ciencia ficción se la puede comparar con creer que existen personas que cuando les tocan sus exagerados bienes son capaces de de atropellar cualquier institución y violar todo tipo de ley "con digndad y patriotismo" porque ese es el titulo "en letra de molde" de los grandes poderes económicos. Sin intentar ser ningun vaticinador ni muchisimo menos (ademas no me gustaría por nada del mundo compartir un adjetivo calificativo con l aseñora Carrio) me parece que es hora de estar atentos y no desviar miradas ante el fin de estos grupos. Recomiendo Zeitgeistmovie.com. Perdón por lo extenso tal vez no correspondía...

Tomás dijo...

gracias manuel está muy bueno lo que decís, es cierto que hay que estar atentos. y por la extensión no hay problema

gracias por pasar