12/2/09

I

El pibe se está haciendo de comer. Hace tiempo que rompieron esa convención: ya no siempre comen juntos, lo mismo, a la misma hora. Pone el agua a hervir y se sienta a escribir algo, todavía no sabe qué. El padre amagó con irse a dormir, pero vuelve. Se olvidó los cigarrillos, el encendedor y las boquillas descartables en las que volvió a fumar hace dos años. Nunca volvieron a hablar del tema desde que pasó. Pareciera como si, para ellos, en realidad nunca hubiese pasado nada. Se miraron en ese momento y se juraron silencio: así la recordarían, ambos, padre e hijo. Cualquier mención extraña, ajena, sería en adelante una incomodidad.

Falta poco para los dos años de aquello que pasó, y el padre vuelve a buscar los cigarrillos. El pibe sigue esperando el día en que se sincere y le ofrezca un cigarrillo: todos saben que fuma. Ahora, justo ahora, el pibe lo dejó. No sabe bien por qué. Se cruzan las miradas y se entienden. Todavía les hace falta, a ambos.

Entonces enfila para su dormitorio, pero entra en el otro, vacío. Queda solamente un teclado, que sacó hoy su nieto para jugar. El padre prende el último Derby, le pone una boquilla y enciende el teclado. El pibe controla los fideos y vuelve a sentarse: todavía no sabe qué va a escribir. Entonces el padre toca una canción, en el teclado, que tocaba cuando ella estaba. Era triste, la canción, lenta, abrumadora.

La melodía invade toda la casa, y el pibe baja el volumen del televisor para escucharla y recordar. Y la ve a su vieja sentada en la mesa y a su viejo feliz. Entonces todo es más justo porque ella ahora sí conoce a su nieto, el que dejó el teclado afuera, el mismo teclado que ahora entona esa melodía que es un recuerdo.

Entonces el pibe escucha sonar el teléfono y se alegra por quién es. Le gustaría contarle todo, pero disimula. Sin embargo, sigue escuchando la melodía de fondo, que ya dejó de sonar, y la melancolía vuelve a ganarle como casi todos los últimos días.


El pibe corta el teléfono, se sienta y escribe: “el pibe se está haciendo de comer…”.