15/7/10

Van por todo: Beto y Jorge

La senadora Negre de Alonso nos hace llegar un texto que usarán en las escuelas primarias a partir de la sanción de la ley de matrimonio igualitario. En este caso, esta escena de Shakespeare que será modificada para difundir el plan del Diablo entre nuestros niños. Tremendo.

The Tragical History of Jorge Capuleto and el Beto Montesco.


Beto se acerca a la ventana.



Beto: ¿Pero qué luz se deja ver allí? ¿Es el sol que sale ya por los balcones de levante? Sal, hermoso sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida y ojerosa porque vence tu hermosura cualquier ninfa de tu coro. Por esa razón viste de color amarillo. ¡Qué terco es quien se arree con sus galas marchitas! ¡Es mi vida, es amor el que aparece! ¿Cómo podría yo decirle que es señor de mi alma? Nada me dijo. Sin embargo ¿qué importa? Sus ojos hablarán, y yo contestaré. ¡No obstante qué atrevimiento el mío, si no me dijo nada! Los dos más bellos luminares del cielo le ruegan que los reemplace durante su ausencia. Si sus ojos relumbraran como astros en el cielo, su luz sería suficiente para ahogar los restantes como el fulgor del sol mata el de una antorcha. ¡Tal cascada de luz manaría de sus ojos, que haría despertar a las aves a medianoche, y corear su canción como si hubiese llegado el alba! Ahora coloca la mano en la mejilla. ¿Quién pudiera tocarlo como el guante que lo cubre?

Jorge: ¡Pobre de mí!

Beto: ¡Habló! Siento de nuevo su voz. ¡Ángel de amores que en medio de la noche te me apareces, como emisario de los cielos a la asombrada vista de los mortales, que deslumbrados te observan cruzar con vuelo muy rápido las esferas, y mecerse en las alas de las nubes!

Jorge: ¡Beto, Beto! ¿Por qué eres tú Beto? ¿Por qué no renuncias al nombre de tus padres? Y si careces de valor para tanto, ámame, y no me tendré por Capuleto.

Beto: ¿Qué debo hacer, continúo escuchándolo o hablo?

Jorge: Acaso no eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y qué quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo ni rostro ni fragmento de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaria de ser rosa, tampoco dejaria de esparcir su aroma, aunque se llamara de otra manera. Asimismo mi adorado Beto, pese a que tuviera otro nombre, conservaria todas las buenas cualidades de su alma, que no las tiene por herencia. Deja tu nombre, Beto, y a cambio de tu nombre que no es cosa esencial, toma toda mi alma.

Beto: Si de tu palabra me adueño, llámame tu amante, e imaginaré que me he bautizado otra vez y que he perdido el nombre de Beto.

Jorge: ¿Y quién eres tú que, en medio de la oscuridad de la noche vienes a sorprender mis secretos?

Beto: No sé de cierto mi nombre, debido a que tú detestas ese nombre, amado mío, y si yo pudiera lo extirparía de mi pecho.

Jorge: Contadas expresiones he oído de esa boca, no obstante te reconozco. ¿No eres el Beto? ¿No eres de los Montescos?

Beto: No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te molesta.

Jorge: ¿Cómo has llegado hasta este sitio, y cuál es tu propósito? Los muros de esta puerta son altos y no se pueden escalar; aquí podrías encontrar la muerte, siendo quien eres, si alguno de mis familiares te encontrara.

Beto: Con las alas que me dio el amor, salté los elevados muros; además, no le tengo miedo a tus familiares.

Jorge: Te matarán si te encuentran aquí.

Beto: Dios mío, tus ojos son más homicidas que las espadas de veinte familiares tuyos. Obsérvame sin enfado, y mi cuerpo se hará invencible.

Jorge: Daría un mundo porque no te hallaran.

Beto: El velo lúgubre de la noche me protege de ellos. Sin embargo deseo morir a costa de sus manos, amándome tú, que eludiéndolos y salvarme de ellos, cuando me falte tu amor.

Jorge: ¿Y quién te condujo hasta aquí?

Beto: El amor me dijo dónde vivías. Él me aconsejó; guió mis ojos que yo le había entregado. Sin ser nauchero, te juro que navegaría hasta la playa más lejana para enamorar joya tan estimada.

Jorge: Si no me cubriera el manto de la noche, el rubor de virgen invadiría mis mejillas, rememorando las palabras que en esta noche me has escuchado. Inútilmente quisiera corregirlas o desmentirlas ... ¡Resistencias inútiles! ¿Me amas? Tengo la seguridad de que responderás que sí, y yo lo creeré. No obstante, podrías olvidar tu promesa, porque comentan que Jove se ríe de las deslealtades de los amantes. Si me amas en verdad, Beto, manifiéstalo con franqueza, y si piensas que soy fácil y me rindo a la primera súplica, dímelo también, para que me ponga huraño y enfadado, y así debas suplicarme. Te quiero mucho, Beto Montesco, mucho, y no creas que soy ordinario, antes he de ser más firme y constante que aquellos que parecen altaneros debido a que son astutos. Te confesaré que más fingimiento hubiera guardado contigo, si no me hubieras escuchado aquellas palabras que, sin pensarlo yo, demostraron toda la pasión de mi corazón. Perdóname, y no juzgues como ligereza este rendirme tan pronto. La soledad de la noche lo ha provocado.

Beto: Te juro, amado mío, por los rayos de la luna que bañan la copa de estos árboles ...

Jorge: No jures por la luna, que en su veloz desplazamiento cambia de apariencia cada mes. No vayas a copiar su inconstancia.

Beto: ¿Entonces, por quién juraré?

Jorge: No expreses ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu persona que es el dios que adoro y en quien he de creer.

(...)

Jorge (asomado otra vez a la ventana): Únicamente te diré dos cosas. Si el propósito de tu amor es desinteresado, si quieres casarte, ahora que la ley lo permite, dícelo mañana al mandadero que te enviaré; dile en qué fecha y cómo quieres realizar la sagrada ceremonia. Yo te sacrificaré mi vida e iré tras de ti por todo el mundo.

Ama (Llamando desde dentro): ¡Jorge!

Jorge: Enseguida voy. Sin embargo si son perversos tus propósitos, te ruego que ...

Ama: ¡Jorge!

Jorge: Ya voy ... Te ruego que renuncies a tu propósito, y me dejes a solo con mi pena. Mañana irá el mandadero ...

Beto: Por la gloria ...

Jorge: Que tengas buenas noches.

Beto: No lo creo, pues ¿cómo han de ser buenas si no tengo tus rayos? El amor busca al amor como el estudiante huye de sus libros, y el amor abandona al amor como el niño que deja sus juegos para regresar al estudio.

Jorge (Otra vez frente a la ventana): ¡Beto! ¡Beto! ¡Oh, si yo tuviera la voz del cazador de cetreria, para llamar de lejos a los halcones! Si yo pudiera hablar a gritos, se filtraria mi voz hasta en la gruta de la ninfa Eco, y la ensordeceria repitiendo el nombre de mi Beto.

Beto: ¡Qué cautivante se escucha el tono de mi amado en la plácida noche, defensora de los amantes! Más dulce es que música en oído alerta.

Jorge: ¡Beto!

Beto: ¡Alma mía!

(*)

2 comentarios:

Politico Aficionado dijo...

Leonardo Favio está considerando la filmación del "Romance del Aniceto y el Francisco."

jimena dijo...

y disney? qué va a hacer al respecto? el bello durmiente, el negro-nieves, el ceniciento!! ahí sí que se da vuelta todo