16/10/11

Kirchnerismo para armar



No ha de haber sido casual que el escritor más grande que haya tenido el mundo - muy a nuestro pesar, el escritor argentino más grande de nuestra historia vino a ser el mejor del mundo - tenga en su haber los dos cuentos más impresionantes que se escribieron sobra la totalidad. El escritor se llama, claro, Jorge Luis Borges y esos dos cuentos son La biblioteca de Babel y El Aleph. Nadie es ajeno a los dos argumentos, aunque más no sea de manera inconsciente. En el primero, Borges describe una biblioteca, que quizás es el universo, total. Una biblioteca que contiene todos los libros posibles, una estructura universal que cuenta en sus anaqueles con todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos y los espacios. El Aleph, en cambio, es una pequeña esfera de unos dos o tres centímetros que contiene todos los lugares del orbe vistos desde todos los ángulos. En la biblioteca se vive, toda vez que es el universo; al Aleph, en cambio, se accede en el sótano de Carlos Argentino, apoyando la cabeza en una almohada inamovible y concentrando la vista bajo un peldaño.

Por separado, los cuentos son apenas los más deliciosos y perfectos de la historia de la literatura universal. Juntos, por otro lado, forman una paradoja absoluta y explican, de paso, el ejercicio de la literatura. Escribir es sencillamente una forma de intentar mirar la Biblioteca a través de El Aleph. Ver la totalidad de los libros desde todos los ángulos posibles y por lo tanto verlos a todos. Borges describió la angustia de la finitud humana frente a una biblioteca que es total y le encontró una solución mágica: el Aleph, que es un poco el Google de la totalidad. Las fechas le otorgan veracidad a nuestro relato, La biblioteca... fue publicado en 1944 y El Aleph en el ´49. De haber sido al revés, hubiésemos hecho malabares con los argumentos, hasta lograr la vindicación del tiempo como simultáneo, contra la vulgar noción de que los hechos se suceden. Refiere Borges que su descripción del Aleph es imperfecta porque el lenguaje es meramente sucesivo, mientras que sus ojos observaron la totalidad en un hecho simultáneo.

Mirar la biblioteca a través del Aleph permitiría ver todos los libros, incluso los perfectos, los que niegan la categoría de perfectos de los primeros y los que desmienten a éstos últimos (hay que recordar que allí están todos los libros). Escribir un libro es un intento por ver todos los libros y escoger el perfecto. Tristemente, es un intento ontológicamente condenado al fracaso. Por eso Borges escribió La biblioteca... y el Aleph como historias separadas y, con un humor cruelmente fino, sucesivas. Para declarar, sigilosamente, que lo perfecto es una imposibilidad. Aquí resulta necesario volver sobre el párrafo anterior y agregar: si el Aleph es la simultaneidad, si Borges ve allí infinitas cosas (un laberinto roto, el mar, el alba, todo) de manera simultánea, también es cierto que la biblioteca es, ay, sucesiva. El Aleph como guía de la totalidad fracasa, porque la totalidad no le permite partirse hasta lograr direcciones exactas para el explorador de Babel. Podríamos imaginar entonces que hay un Aleph, distinto al que se alberga en el sótano de los Viterbo, que arroja imágenes de manera sucesiva y que contribuiría enormemente a algún viajero de la Biblioteca encuentre el libro perfecto. Quienes abrazan esta tesis, de la existencia de un Aleph sucesivo, creen ver a Funes, el memorioso, como la tercera pieza del rompecabezas: Funes, que lo recuerda todo, miraría la Biblioteca de Babel a través del Aleph y recordaría, luego, dónde está el libro perfecto. Pero esta solución alberga en sí misma dos nuevas paradojas irresolubles: a) si el Aleph es sucesivo, el tiempo que exigiría observar la totalidad en imágenes sucesivas es, cuanto menos, infinito; b) si el Aleph es sucesivo, luego no es un Aleph, sino otra cosa.

Borges le contó, una tarde, esta historia a Néstor Kirchner. La anécdota no pasa los estándares de calidad de ninguna prueba de veracidad y exige que el lector comparta una serie de axiomas arbitrarios, como suelen ser los axiomas, entre los cuales se encuentra creer en la simultaneidad del tiempo. Néstor Kirchner terminó de escuchar la historia y preguntó a Borges si entonces, aún sin El Aleph, la tarea de escoger el libro perfecto era posible. Borges contestó con evasivas, mencionó algo acerca del Azar, pero rogó, no que el libro existiera, sino que algún hombre lo haya examinado y leído. Le dijo a Kirchner: «que el Cielo exista, aunque mi lugar sea el Infierno».
Néstor Kirchner comprendió entonces que lo mejor no es tan enemigo de lo bueno como de lo posible. Borges escribió libros con la angustia de que había mejores. Néstor Kirchner hizo política con la angustia de que siempre se pudieron haber hecho mejor las cosas. Ambos, sin embargo, hicieron porque prefirieron bajar de la biblioteca un volumen fallido, con puntos de más y espacios de menos, antes que continuar deambulando infinitamente por las galerías hexagonales de Babel.

Escribir un libro es arrojar el ancla en una galería cualquiera. Cuando la máquina imprime el primer punto de un volumen que, como sabemos, ya estaba escrito, hay alguien que decidió detener el tiempo por un momento y hacerle una marca.

Todas estas personas decidieron sentarse en una galería hexagonal y bajar un libro de la biblioteca. Es a todas luces cierto que, unos estantes más allá, hay un libro similar a este que tiene un punto más en un lugar inequívoco y entonces es mejor. Este libro, por lo tanto, no es el perfecto, y entre todas las historias posibles del mundo, elige contar a su manera la de un pequeño país durante una época determinada. Esta es la versión que nosotros encontramos y decidimos bajar de un anaquel cualquiera. Los que todavía deambulan arguyen que quizás hay mejores, y aciertan.

Esta es, sin embargo, la que nosotros encontramos posible:


10/10/11

Diez polémicos dibujos animados

Para pasar el feriado, dibujos con politics issues.


The spirit of 43 - Pato Donald:



Los Picadiedras, publicidad de cigarrillos Winston:



Japs - Bugs Bunny (1943). Nota del compilador: nótese el parecido de los japoneses en este dibujo y en este de Popeye:




What Hitler Wants, URSS (1941):





Make mine freedom, dibujo anticomunista, EEUU (1942):



Education for death, the making of the nazi - Walt Disney:




The sound of Stalin:




The Mad Republican Tea Party:





URSS destination la victoire



Communist manifiesto in cartoons: