Cuento N° 23, (y quizás último) de
El amor en tiempos del kirchnerismo. 40 mini-cuentos finales.
Cuarenta que ya están y sólo falta sumar uno(A vos, que fuiste conmigo)
#1
- ¿Llegó?
- Está en el despacho, ¿te paso?
- No, decile que hoy no voy, que estoy yendo a la Plaza.
- Pero mirá que no hay asueto, eh, están todos acá laburando.
- Decile que no voy. Si te pregunta por qué, decile que renuncio.
#2
Le dijo fuerza a Cristina en voz alta, pero también le agradeció por lo bajo a Néstor. Porque un segundo después, cuando se le cayera la anteúltima lágrima (se reservaría la última de todas para ver pasar el cortejo y caer desmayado en la cama que no visitaba hacía dos días), ella, la que lo acompañó a despedir a Néstor, lo iba a abrazar. Y algunos dicen que aquello que se funda en un momento histórico, no se rompe más. Y sonrió.
#3
“Yo no sabía que lo quería tanto”. La frase se convirtió en un lugar comun de la Plaza.
#4
Después de tantas idas y vueltas, durmieron juntos. Él hizo todo el esfuerzo del mundo para poder levantarse antes y hacerle el desayuno. Ella lo encontró hojeando un libro de Maquiavelo. Una lágrima corría la tinta de una hoja en la que estaba escrito que “la Fortuna y la Naturaleza llevan la cuenta en el balance. Y ella no te hace nunca un bien que, de repente, no te surja un mal”.
#5
En el Cielo, Kirchner le dijo a Perón que el más kirchnerista de todos esos que estaban mirando por la tele, era el loco que agarró una caja y metió cincuenta sanguches de fiambre para salir a vender a la Plaza. Perón le dijo: “naturalmente”, acariciando a un león vegetariano que comía un tomate sobre un colchón de arvejas.
#6
Quedará el recuerdo del calor hijo de puta que hacía ese día en la ESMA. Y, para mí, haber sido parte de las bambalinas de la historia. La verdad es que no sabía quiénes eran los otros dos, así que los apoyé contra la pared. Al de Videla lo conocía, así que, como quien no quiere la cosa, lo tiré al depósito desde arriba de la escalera. Se hizo mierda, me acuerdo. Pero recuerdo más el ruido extraño que hizo. Como a muerto.
#7
Ese día, el día que asumió Néstor, en la nacional salió el 358. Que era la patente del auto que lo llevó al Congreso. El pozo quedó vacante.
#8
A casi 600 metros del ingreso, mi amigo dice que piensa que Néstor no tenía pensado hacer nada de lo que hizo. Pero que esa notita de Escribano marcandole la cancha, le manoseó tanto el orgullo, que decidió hacer todo lo contrario. Mi amigo dice, entonces, que justicia sería que venga más gente al velorio de Escribano. Yo le digo que se calle, porque hay uno que nos escuchó y nos van a cagar a trompadas.
#9
Le dijo que podían ir a la noche, que el censo no importaba porque después de las ocho iba a estar todo abierto, y encontrarían una farmacia de turno. A ella le preocupaba, tenía una especie de escepticismo en las bondades de la pastilla del día después. Pero, digamos, ya no le quedaban muchas más opciones que la confianza en el positivismo científico. Entonces se enteraron de la noticia, y él le pidió si podían pasar un rato por la Plaza, a saludar a algunos compañeros, que él conocía una farmacia ahí cerca que abría seguro. Llegaron a la Plaza, encontraron a los compañeros, se saludaron, intercambiaron incredulidades. “Bueno, vamos, es acá a dos cuadras”, le dijo él, y ella se quedó parada. Fueron los primeros abrazos, los cachetes colorados, los ojos reventados de algunos, las primeras familias que se acercaban, los pibes a caballito, los que correteaban y se alejaban de las familias. Fue todo eso, y quizás otras cosas, los recuerdos familiares, los días juntos, las peleas, las reconciliaciones. No, pará, le dijo ella. Quedémonos acá. Y él pensó que se trataba de un ratito más, de un poco de cansancio, y ella lo agarró por la espalda, lo dio vuelta y le dijo: quedémonos acá. Y pongámosle Néstor. Y lloraron, juntos, abrazados, en la escalera de la Catedral. Se rieron, y él le preguntó que qué pasaba si era mujer. Y entonces una mujer gritó, casi a cien metros y con voz angustiosa: “Fuerza Cristina”. Y se abrazaron de nuevo.
#10
"Por la presente, se intima al recientemente miembro de nuestras instalaciones al cese total de las actividades que se encuentra realizando, en especial teniendo en cuenta que se trata de su primer día en el complejo Paraíso S.A. No podemos sino condenar su actitud de hacer llover sobre la tierra el primer día de su llegada, alterando el esquema meteorológico votado en enero por la asamblea de cristianos.
Asimismo, se le informa que de acuerdo al Código de Convivencia de nuestro establecimiento, el cargo de presidente es ocupado ad eternum por Dios, Matrícula N° 00000000000000000001, y no está permitido realizar llamados a los Apóstoles para eventuales candidaturas.
Atentamente,
El Cielo."
#11
De profesión guionista, lo único que le sacó una sonrisa durante todo el miércoles, fue un mensaje de texto: “Estaba pensando que si Gustavo Cerati fuese kirchnerista, podríamos hacer la peli Good Bye Néstor”.
#12
Se había despedido de sus amigos en su ciudad natal. Visitó a unos parientes de la Capital, y cerró los últimos detalles con la empresa que lo había contratado, tan lejos. Notó que el taxista cambió la cara cuando le devolvía el cambio, mientras subía la radio. Apagó el celular, y pensó -posteriormente -en lo trágico de ese gesto. Ahora está solo, sentado en ese aeropuerto lejano, a la espera de un hombre al que no podría abrazar ni explicarle su tristeza. Entonces comprende que haber apagado el celular fue apenas el segundo de sus errores.
#13
Ese señor que con su muerte hizo que los que no se atrevían ni a besar a sus novias en público, ahora chiflen la canción de Rosana en el bondi.
#14
De las tantas derivaciones que puedan surgir de esta muerte, esa muerte que es un big-bang de teorías, será la más hermosa e ineficaz políticamente, aquella que haga del kirchnerismo un shiísmo secular. No puedo evitar pensar en que algunos vamos a adherir a la idea de que Néstor Kirchner no ha muerto, sino que ha entrado en la fase del Ocultamiento o, como dicen los musulmanes shiítas, la ghaiba. Me fascina pensar que dentro de algunos años, no aceptaremos la legitimidad de ningún poder terrenal en ausencia del Néstor Oculto, y que generaciones posteriores desarrollarán el principio de taqiyya, aquél por el cual podrán adoptar técnicas de adaptación al poder dominante, ocultando sus verdaderas creencias y fustigando, en soledad, a los usurpadores del Néstor Oculto.
#15
Y es cierto eso de que el coraje no es no tener miedo sino saber enfrentarlo. Porque cuando empezó el suave murmullo... Se encontró parado arriba de un kiosco de diarios, tapando con aerosol una pintada que decía que Néstor, en verdad, vivía (sin ese barroquismo de “en verdad”). Pero, más que el desenlace fatal que le costó una buena tunda y algunas averías dentales, es el preludio de esa operación lo que aquí interesa. La manera en que ese hombre, sin estar bajo el efecto de ninguna sustancia que altere la racionalidad, decidió voluntariamente expresar su inconformidad ante un mar de lágrimas que estaba por devorarlo. Porque nadie se atrevió a pensar que ese hombre, que incomodaba, en verdad decidió poner su cuerpo a disposición de un cuadro incompleto. Faltaba la encarnación de la traición, y el hombre que ahora comenzaba a escribir que Néstor sí estaba muerto, quiso ser lo que faltaba. Mientras uno de remera roja le pateaba la cabeza, pensó que le gustaría que lo recuerden como a Silvio, el personaje de El juguete rabioso de Arlt. Le pareció que Judas era muy trillado.
#16
Un hombre sentado solo en El Calafate, leyendo un libro de un líder político que muere mientras lee un libro. O la continuidad de los parques.
#17
Esos hombres de guardapolvo blanco no son maestros, sino científicos. Unos toman una muestra de una lágrima que cae del ojo de un jubilado y la pesan. Otros, en cambio, cuentan la cantidad de caras hinchadas y las multiplican por el llanto promedio. Un tercer grupo de hombres de guardapolvo blanco recorren almacenes preguntando cuántas botellas de champagne se vendieron. Los tres grupos se encuentran, a la medianoche, y comparan los litros. A su modo excesivamente empírico, rinden homenaje. No lloran, para no arruinar la muestra.
#18
Es viernes y salió el sol. 7 apóstoles ya responden al bloque de Néstor.
#19
La verdad es que siempre lo había pensado como una casualidad. Uno nunca quiere pensar en esa trascendencia metafísica, mucho menos con él. No es fácil tomar noticia de que uno tiene una relación cósmica, lejana y causal con Néstor Kirchner. Fue la última internación, la de Los Arcos, la que la convenció de que era así. Primero habían sido señales. Como el día en que Néstor fue electo presidente y ella, cruzando sin mirar por Avenida de Mayo, fue atropellada por una moto de un Policía, sin lesiones, con un susto importante. La renovación de la Corte la encontró vomitando por un virus que, le dijeron los médicos, “es imposible que exista en la Argentina” (y ella nunca viajó). Fue a la ESMA, el día de la bajada del cuadro, y terminó con una insolación que llegaron a confundir con cáncer de piel. Y entonces Néstor ganó las elecciones de medio término, y ella encontró a su novio de la primaria con su mejor amiga, en su casa, volviendo antes de fiscalizar porque se sentía mal. Comenzó a sospechar, en verdad, el día que Julio Cobos votó contra la resolución 125, y ella llegó a su trabajo y sus cosas no estaban. Suspiró, pensando que la habían despedido, y que entonces esa relación que balanceaba su vida con la de Néstor era una conjetura improbable. Pero una gota fría de sudor le corrrió por la espalda, cuando notó que, en la oficina del gerente general, había una fiesta de felicitación para ella. La habían ascendido. El día que se besó por primera vez con el amor de su vida, dejó caer una lágrima pensando en lo que le estaría pasando a Néstor, quien, por cierto, estaba internado en Los Arcos al borde de la muerte. El miércoles a la mañana, mientras esperaba al censista, tuvo vómitos y pensó que a Néstor debería estar disfrutando de algo. Pero entonces llamó su médico y le dijo que tenía los resultados: que estaba embarazada. Entonces se alegró unos instantes y, rápidamente, se sentó en la cama. Sabía que Néstor Kirchner acababa de morir. A veces, el ying y el yang vienen mal repartidos, y más que un balance son dos absolutos.
#20
Hubo un espacio, político, que lloró la muerte festejando. En los arrabales del centro. Desafiando, quizás, algunos cánones occidentales. Sin cuestionar los llantos ajenos, que los tuvieron. Fue, apenas, un brindis. Un brindis que se convirtió en música y gente bailando, casi sin querer. Me gusta la imagen del arrancador de fiestas. Que generalmente es mujer, que no necesita compañía para bailar, que incita. Esa noche, cuando enterraron a Néstor, parte de su espíritu vivía en esa fiesta. Brindaron por él. Brindaron por el hombre que logró que en la Argentina, un grupo de pibes se haya juntado a hablar de él y haya terminado en una fiesta. Solamente la historia, dirá si fue una falta de respeto. Yo creo, sin embargo, que tanto el que lloró como el que festejó con un dejo de tristeza, comprendieron a Néstor Kirchner. Y entender es, siempre, la mejor manera del recuerdo.
#21
Hay hombres y mujeres que lloraron el miércoles, por la sorpresa y la intemperie de toda muerte. Hay hombres y mujeres que lloraron el miércoles y el jueves, conmovidos, incrédulos, esperando algo, una rectificación imposible. Hay hombres y mujeres que le agregaron el llanto del viernes, el paso fúnebre por las calles, el secuestro eterno.
Pero hay otros, que lloraron el lunes. Lloraron frente al obrero que levantó la última de las carpas. Lloraron frente a las rejas que ya estaban abiertas, frente a la facilidad con la que se accede a la Casa Rosada, frente a la inexistencia de las filas de 20 cuadras. Lloraron frente a las caras de lunes, caras que no lloran, porque, ¿quién se muere un lunes?, ¿quién llora un lunes? Esos, los que lloraron el lunes, le tenemos un profundo temor y respeto a lo efímero.
#22
Cuando pasan este tipo de cosas, pienso en los imprenteros, y en todas las colosales máquinas que frenan su labor abruptamente.
#23
Maldita la hora en que elegí este modo de ver el mundo, piensa el filósofo mirando esas veinte cuadras de gente. Escribe que no es momento de lamentaciones, sino de reflexionar sobre la sociedad. La sociedad, ajena, se decide por los lamentos. El filósofo descubre de manera cruel que hasta ahora los filósofos no han interpretado ni transformado el mundo tanto como les parece.
#24
En toda manifestación política, siempre se encuentra en un pequeñísimo instante, recordando dos películas que, si difieren en argumento, abordan la esencia de un mismo problema. Ninguna de las dos es una joya del cine, aunque reconoce que no puede seguir cambiando de canal, cuando lo interrumpe la primera. Se llama “Rookie of the year”, y es la historia de un niño que, luego de sufrir una fractura, adquiere unas habilidades de lanzador de béisbol sobrehumanas. Ese talento es descubierto en medio de un partido en el que el niño devuelve una pelota desde un lugar imposible, y el mismo es reclutado a las grandes ligas. La segunda película se llama “Rockstar” y cuenta la historia de un miembro de una banda tributo que es elegido para reemplazar al cantante de su banda favorita. Ambas películas, son la misma película, valga el oxímoron. Cuando pasó frente al cajón que contenía a Néstor Kirchner, pensó en ese complejo problema de superar fortuitamente el anonimato, y quiso gritar algo. Pero entonces pensó que no se eligen ministros de agricultura de entre una muchedumbre. Por suerte.
#25
Cambié la foto de perfil, puse un montón de megustaesto en Facebook, una cinta negra en Twitter, escribí unos posts en algunos blogs y dejé comentarios, también. Estaba dejando registro de que era parte de la historia, yo, cuando se cortó la luz, y me quedé sin internet. Entonces bajé a algún bar y no pude cruzar por Avenida de Mayo, por la fila de personas que quería entrar. Quise escribir una alegoría, decir que allí estaba la verdadera historia, que quien quiera oir que oiga, y luego pensé que por qué una cosa tenía que ser más verdadera que otra. Si las dos son tan ciertas, tan complementarias, si acaso a las muertes no hay que vivirlas como a uno más o menos le parece.
#26
En una mesa electoral de Río Gallegos, un fiscal pide otra planilla porque se borroneó la tinta impresa con una lágrima que cayó sobre el nombre Néstor Kirchner, que no alcanzó a ser eliminado del padrón. Otro fiscal bromea con que es voto cantado. Es el 2011.
#27
El miércoles a las 9 de la mañana, después de ser censado, pasó por el potrero del barrio y vio a un grupo de pibes armar un picadito al rayo del sol. Se quedó mirando un rato, y advirtió a uno con la camiseta de Argentina, que le decían Pelusa. Esperó que por un milagro fontanarroseano, fuera una reencarnación de Maradona. Lo vio hacer los mismos goles, hasta el de la mano de Dios. Le llamó la atención que jugara con mocasines. Luego volvió a su casa, y vio la noticia por televisión. Regresó al potrero, y ya no había nadie. No volvió a ver al flaco de los mocasines.
#28
La Muerte lo tocó por la espalda. Le avisó que había llegado el momento. El hombre siguió concentrado, leyendo un informe de una central energética. Dijo que no tenía tiempo para trámites, que de esas cosas se encargaba el Chino. La Muerte le ofreció una estadía en el Cielo a cambio de una serie de cosas. El hombre le dijo que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de ningún lado. Era martes a la noche. Consiguió tiempo hasta la mañana del día siguiente. La Muerte va a negar este relato.
#29
Se juró no llorar más. Y esa niña que le trae un collage de fotos de Néstor a la cama, desafía el carácter divino de su promesa. La Modernidad ya no permitirá que Abraham se atreva siquiera a subir al monte con Isaac.
#30
La noche fundacional del martes, cuando le contó a su amigo que su novia se le había insinuado. La madre de todas las decisiones, un silencio que era una mochila inamovible. Hay momentos que son la línea desde la que no hay retorno, ni pasado, ni futuro. Esa denuncia, es uno de esos momentos: son el presente absoluto. La pelea, los insultos, las acusaciones de traición, el repaso de méritos, el puñal imposible de ser quitado. Y el abrazo del miércoles, los ojos en lágrimas, que no cerró ninguna herida, pero que ayudó a construir, por lo menos, otro presente.
#31
Se conocieron en el tren que fue a la cumbre de Mar del Plata en el 2004. Ella todavía no tenía celular, así que anotó el de él en un papel que perdió mientras saltaba, unas horas después (tal vez, mientras hablaba Chávez, pero no podría saberlo). Se encontraron el viernes, acompañando el cortejo en la calle Alem. Cuando ella lo fue a besar y prometerle una vida juntos, a él su novio lo abrazó por atrás, y rompieron en llanto. Los tres, por un motivo diferente.
#32
El argentino volvió en un vuelo comercial desde Japón, país al que lo acercó el buque que lo encontró luego del naufragio de su barco en una isla desconocida. Fue, recuerda, el 20 de mayo de 2003. Había pasado con un taxi, antes de abordar el crucero, por la Plaza de Mayo, donde unas organizaciones de desocupados reclamaban por más trabajo. Con la adrenalina de volver a su hogar en San Telmo y reencontrarse con su familia, sintió congoja al ver, siete años después, un 27 de octubre de 2010, que la Plaza todavía estaba repleta de gente desesperada.
#33
Es preciso señalar que, durante esos momentos, hay algo que ordena, algo que se constituye en el centro de la cuestión. Esta vez fue la Plaza, pero pudo haber sido otro lugar, otra cosa, quizás otro tiempo, si es que el tiempo no es un lugar. Todo suceso tiene su centro. Él, se apropia de todos los pronombres. Volver, es volver de la Plaza; estar yendo, es estar yendo allí (y allí, ya es también la Plaza). Ese lugar se convierte en un espacio de breves reuniones, en puntos de encuentro donde dejar y recoger, especialmente, llaves. La incorporación de los teléfones celulares, además, cuadricula su geografía. Es paradójico pero ese avance tecnológico hace que la ubicación geográfica de una persona, luego de inventar alegorías numéricas y de nombres propios, vuelva a indicarse por medio de referencias espaciales. Estoy en la Catedral.
#34
Los mozos se adelantaron a esta historia, y decidieron contarla ellos mismos por la televisión, que sigue siendo la verdadera inmediatez.
#35
Estaba llorando porque ese miércoles, se había enganchado en un picadito en el recreo de la escuela, y había roto las rodillas del pantalón. La vieja lo iba a retar, y se quedaría encerrado toda la tarde. Cuando llegó a la casa, vio que su mamá, anticipando la desgracia que le venía a contar el pibe, ya estaba llorando, la vista perdida en el televisor. Pensó que los adultos eran una cosa de locos. ¿Cómo podía saber que había roto el pantalón nuevo? Si ella no estaba en la escuela, si él se juraba a sí mismo que pispeó bien para todos los costados antes de engancharse al picadito. Pensó que los adultos debían saber algo que él todavía no. Así que se encerró solo en la pieza. Esperando a ser grande para tener esos poderes.
#36
El mensaje de texto que contesta el “como va?”, con un “Bien”, significó una cosa el miércoles, otra el jueves y otra muy distinta el domingo.
#37
En la calle Libertador, todavía las amas de casa usan uniforme, y es un símbolo. En Libertador, algunas de ellas lloraron tras una columna, y es otro símbolo. En Libertador, él no tenía un teléfono con camarita para registrar ese símbolo. Y eso también será un símbolo.
#38
El miércoles juraron, para no lastimarse, no verse nunca más. Y él pensó que hubiera dado lo que no tenía para no haberse ido nunca de su tranquilo pueblo natal, donde sólo los privilegiados tienen esos putos ascensores y puertas que abren solamente con llaves, desde adentro. Porque esos diez pisos por ascensor, ese tener que bajar abrir, es una vueltita más del puñal. Ahora sí va a quedar marca. (Y eso que todavía no subió, ni escuchó el celular, ni prendió la tele, ni se quedó sentado una hora en la cama).
#39
Las metáforas se reconvierten tanto con una muerte, que los heridos por el kirchnerismo se reconocen el lunes y el domingo. Son los miles que tienen los labios rotos por los cambios de clima, los miles de resfriados por el cortejo bajo la lluvia, los que, como en un club que no es exclusivo sino todo lo contrario, asienten con la cabeza cuando se ven las mejillas hinchadas de fiebre. Es lunes, en la oficina.
#40
- Pero, ¿cómo vas a renunciar para ir a la Plaza?, ¿no pensás en tus hijos?
- Voy a la Plaza, justamente, porque pienso en mis hijos.