23/12/10

Mis diez photoshops a Néstor Kirchner en la Revista Noticias favoritos

Bueno, no es una lista muy en comun, pero acá van. Un homenaje a la revista que fumo hace varios años ya. Estos son mis diez photoshops a Néstor de la Revista Noticias favoritos:

10. La sociedad Kirchner-Maradona. Floja, una peluca argentina y pegarlo al lado del Diego, lo hago yo con el paint.


9. Informe psicológico de Kirchner. Esta es la mejor foto de Néstor Kirchner, lejos. No es photoshop, pero merece un lugar acá por tan buen hallazgo.


8. Reelección o Devoto. Esta es buena, está como canchero, ¿no?, ahí en la puerta del calabozo. Bien el photoshop. Uno se pregunta si le hubiesen dejado entrar a Devoto con la banda presidencial pero bueh...le toco la gloria en vez de Devoto, qué va a ser, una lástima.



7. La realidad paralela de Olivos. Che, con esta todo bien, pero no entiendo la metáfora. Yo creo que quisieron decir que vivían en una burbuja, ¿verdad? Claro, pero una burbuja no es lo mismo que una bola de cristal, se me ocurre. ¿Alguien de ustedes le dice a otro: "che, vos estás en cualquiera, vivís en una bola de cristal"? No sé, no me ocurre seguido sinceramente. Y lo de los pingüinos te lo comprendo...pero lo de las plantas que hay adentro de la bola de cristal, ¿a qué viene? A...¿Olivos? No sé, confuso, balancita de Noticias para abajo me parece.


6. El peligro de un jefe supremo. Tá buena la capita, el gorro le queda dos centímetros grande si me preguntás. Nótese la K en el gorrito y en las solapas del traje, por si alguno, qué se yo, no había entendido que se trataba de Kirchner.



5. La Gestapo de Kirchner. Bueno en esta no está Néstor, pero vale el reconocimiento a Noticias por adelantarse a Grondona cinco años: pioneros en darse cuenta esto de las juventudes hitlerianas y todo eso.


4. Fachoprogresismo. Juntá fascismo con progresismo y qué te queda: fachoprogresismo. Genial, brillante. ¿Y la foto? Y ponelo a Néstor con un traje que de dictador, y que uno no pueda decir si es Hitler o Mussolini. Pero ponele la manito para arriba, onda Fuhrer pero no del todo, digamos, con fuertes críticas a la eliminación de personas. Joya, ahí tenés una tapa. Che ¿y si nos acusa la DAIA? Y, no sé, poné que hay un tal Schmitt, que Cristina lo leyó una vez, que parece que los inspira, y listo.



3. El plan para ser Chávez. Pero, pará negro, hace dos tapas que le vengo diciendo al tipo que es un nazi, y ahora me le hacés poner un gorrito chavista, ¿en qué quedamos?



2. El peligroso uso de los derechos humanos. No, negro, yo renuncio. O el tipo es Hitler o es Chávez, pero una abuela de Plaza de Mayo... sí, da tierno con el pañuelito, pero pongamonos de acuerdo, ¿sabés lo que es para el hombre levantarse todos los días y vivir en una bola de cristal, ser Hitler, ser Chávez, un poco de Mussolini y una abuela de Plaza de Mayo? Un bardo.



1. Kirchner eterno. Grossa. ¿No te comprás una estatua de mármol así para tu casa?


Bonus track I.

El misterioso hijo del presidente. Ah, esta me fascina. Los tipos llevan el photoshopismo un paso más allá. No, no retocan las fotos: directamente ponen la de otro tipo, total es casi lo mismo que retocarla un poco. Che, escuchame, ¿por qué el resto de las tapas están enteras y esta no? Ah, no sé, mirá, yo la saqué del archivo de Noticias y el número 1500...no está publicado, y de hecho aparece otra revista como el número 1500. ¿Cómo era lo de reescribir la historia?...


Bonus track II. Las peleas de Néstor y Cristina.







21/12/10

Los dos robles



Los dos robles

Mientras escribo esta frase, a dieciséis kilómetros de la capital del partido de Olavarría, hay un árbol.

Un roble.

El roble está en una pequeña elevación, imperceptible desde la ruta que atraviesa Sierra Chica, y divide las unidades carcelarias del resto de la localidad. Es un árbol muy ancho, que deja mostrar sus raíces avanzando sobre la tierra, de una textura especialmente áspera y, mientras escribo esta frase, de muy pocas hojas a pesar de sus tres anchas ramas principales y sus numerosas ramificaciones más pequeñas. Es un roble que está, técnicamente, seco, casi sin vida. Si alguna vez perteneció a un robledal, hoy se yergue en soledad sobre un paño de pasto seco, amarillento, y llegar hasta él, sino es con la mirada, es una tarea ciclópea, plagada de obstáculos burocráticos.

Alguna vez, su acceso fue más sencilllo, como cuando el indio Lincoln, un tehuelche de esa zona, tomó una siesta vespertina bajo su sombra. Era 1882 y Lincoln descubrió el árbol luego de una cabalgata que lo alejó unos kilómetros de su tribu. Desensilló y encontró allí un refugio de alguna tormenta que pudo haberse avecinado. El indio se maravilla ante el olor de la copa frondosa del árbol, que despide por una combinación de viento y las primeras gotas de lluvia. Entonces lo arremete un cansancio puro y cede a la tentación. Sueña con algunas divinidades mientras el roble lo cobija del agua, y se despierta bruscamente cuando siente un ardor en el abdomen que nunca había experimentado. Intenta tomarse el vientre pero en el camino su mano roza una pesada madera con una punta de metal que se le ha incrustado en el cuerpo. Es una lanza que le dará muerte inmediata y, tras ella, una invasión de indios araucanos que, desde Chile, arremeten contra la pequeña comunidad tehuelche. El resultado no es una masacre absoluta, pero el roble puede atestiguar el dominio que los araucanos impusieron vía el mestizaje, hasta desaparecer apellidos como Lincoln, en favor de los caciques Catriel, Cachul o Calfucurá.

El roble permanece tan inalterable como frondoso en lo que para esa época se denomina todavía Sierras del Cayrú. Los nuevos indios expanden su territorio hasta chocar con el principio del dominio blanco, y las chispas de la civilización entran en contacto con la barbarie. El primer fuego arrecia cuando los pobladores de la zona se retiran por los saqueos y los malones. El Coronel Mitre, ministro de Guerra, moviliza la División de Operaciones del Sur hacia Azul, y planea junto al Coronel Laureano Díaz, un doble ataque sobre el cacique Catriel y el cacique Cachul. Bajo el roble, ajenos a estas conspiraciones bélicas, algunos indios practican un deporte extraño, mientras el resto emprende una cacería. El 29 de mayo de 1855, un día después, las tropas de Mitre avanzan sobre las tolderías, pero los baqueanos del Ejército confunden la ubicación. Sobre una de las tres ramas del roble, un indio que hace las veces de vigía observa en el horizonte que la caballería del hombre blanco se dirige en forma paralela hacia otro objetivo, y avisa de todas maneras al cacique Catriel, quien rápidamente organiza una patrulla de asalto y convoca a los caciques Cachul y Calfucurá. Los tres caciques se citan en las inmediaciones del roble resuelven sorprender desde la retaguardia al Ejército del hombre blanco. Operación que, con éxito, termina con toda la caballería y provoca su retirada, en silencio, a las tierras de la actual ciudad de Azul.

Cerca del roble, los indios entierran algunos de los dieciséis muertos del hombre blanco, y curan a sus propios heridos. Catriel, rezagado por haberse quedado hasta el final de la lucha, apura su marcha cuando observa la situación, se apea del caballo y profiere unos insultos a los indios que obraban de funebreros. Habla a su tribu de la majestuosidad de ese árbol, de su carácter divino y de la influencia del roble sobre los hechos que acontecen a su alrededor. Rompiendo en llanto mientras desentierra los cadáveres, reza a todos los dioses que las raíces del roble no hayan absorbido la sangre de los muertos. Cuando llega a los cadáveres y observa que, a pesar de haber sido enterrados hace minutos, se encuentran consumidos como si miles de años se hubiesen sucedido, Catriel se sienta bajo el roble, la mirada perdida en el horizonte, y dice: “es inútil”.

Con el establecimiento del fuerte en el Nuevo Tapalque, sobre el que se fundará años después la ciudad de Olavarría, el hombre blanco fue ganando territorio sobre las tolderías de los indios hasta casi terminar con un Catriel que, desde aquél día, casi no ofreció resistencias. Catriel supo que era inútil cualquier resistencia, y cuenta la leyenda que en sus últimos años, llamó a ese roble “El árbol del Orden”. Un árbol, decía el cacique, que sería testigo cada determinado período de tiempo, de un desafío hacia el Estado que terminaría, inevitablemente, en una masacre.

El árbol se muestra, a la muerte de Catriel, cada vez más colorido, como si el paso de los años, en vez de avejentarlo, lo rejuveneciera, y esa afabilidad enterró por años la leyenda. Si la maldición se desperdiga por la tierra, en cambio parece nutrir al propio roble, cuya frondosidad atrae a los primeros inmigrantes italianos que se constituyen a su alrededor, y forman la localidad de Sierra Chica. La penitenciaría, construida hacia 1881, agrega nuevos pabellones en 1907, y entonces, como una condena terrenal, el roble queda inserto en sus instalaciones. Pero ese encierro que detiene a los hombres, para nada modifica los poderes divinos del árbol. El roble es testigo de 141 años de historia de un pueblo, hasta que un día, advierte un guardiacárcel, se muestra especialmente verde. Como barnizado con algún químico especial, como si sus hojas pudieran brillar aún siendo de día. El guardiacárcel se distrae un instante, contempla el árbol y lo advierte casi como un llamado. Abandona su puesto para observarlo mejor, quizás para tocarlo. El hombre recuerda que es, además, una fiesta santa, la víspera de las Pascuas, y se sabe elegido para presenciar un milagro. En ese árbol, cree, habita Jesús o alguna divinidad y él, un guardiacárcel, está próximo a ser un nuevo elegido.

Es una cálida tarde de un 30 de marzo de 1996, cuando el guardiacárcel acerca su mano hacia el árbol, en un final casi apoteótico, y apenas al entrar en contacto con el roble, escucha un estruendo propiamente infernal, unos gritos, el sonido de una sirena, y todo lo siente parte de ese trance por el que está pasando. El roble que se vuelve más brillante, el sonido ensordecedor de la sirena, sus ojos cerrados y una sensación extraña que le recorre el cuerpo. Siente una lanza en el abdomen, una visión de una caballería perdida a la que unos indios le dan muerte, se toma la cabeza al escuchar el grito del cacique, y puede sentir cómo al árbol absorbió la sangre de los muertos. Una descarga, que parece eléctrica pero es más fuerte, lo aleja del árbol, lo devuelve a una realidad que es, tal vez, igual de infernal. Son internos corriendo desesperados hacia el pabellón, un intento de fuga, la balacera y los primeros caídos. Y el resto, los que no intentaron escapar, comienzan a encender fogatas improvisadas en los pabellones, y clausuran las puertas. Algunos guardiacárceles son tomados de rehenes, y las sirenas se escuchan cada vez más cerca. El guardiacárcel se aleja del roble cuyo verde brillante desentona en el panorama oscuro que se avecina. Hay gritos desgarradores desde adentro que el guardiacárcel no va a olvidar jamás, y la orden de comenzar a disparar al aire. Los detenidos que intentaron la fuga son reducidos, pero entonces la situación se termina de desbordar adentro, cuando más de mil presos se solidarizan y toman bajo su control la unidad carcelaria. A metros del roble, nace el motín más sangriento de la historia carcelaria argentina, comandado por “Los doce apóstoles”. Durante el motín, el humo que salió en reiteradas oportunidades de las panaderías de la unidad carcelaria, extrañamente rozó, con ayuda del viento, las ramas del roble.

Ocho kilómetros al sur de Weimar, en una montaña llamada Ettersberg, hay otro roble. Bajo su sombra, hacia finales del siglo XVIII, Goethe escribió la “Noche de Walpurgis”, del Fausto. La Noche de Walpurgis es tal vez una tradición vikinga, que Mefistófeles obligó a Fausto a presenciar, donde se prenden hogueras en honor a Belenos, dios del fuego. Los cristianos la resignificaron hasta convertirla en una fiesta pagana de adoración a Satanás.

Ese roble, que pudo haber sido visitado también por Schiller, Herder, Schelling, Fichte y Hufeland, quedó encerrado, como aquél otro. Sólo que ahora, en 1934, dentro del campo de concentración nazi de Buchenwald: fue, por cierto, el único árbol que no se taló para la construcción del campo. Solitario, sus ramas quedaron mirando desde arriba la lavandería y el campo de instrucción. El roble fue utilizado, además, para torturas por ahorcamiento. Los perros rascaron su corteza tratando de acceder a las víctimas que de allí se colgaron. Hacia 1942, el roble de Goethe dejó de crear ramas y hojas, y el verano siguiente no reverdeció. A pesar de todo, siguió en pie hasta 1944, cuando un bombardeo norteamericano dio en la lavandería. El roble ardió una noche entera hasta convertirse en un mar de pequeñas astillas.

Separados por un océano de distancia, hay dos árboles que pagan la condena de absorber la savia de las tragedias. Ambos son causa y consecuencia de la oscuridad de su tierra. Uno y el otro pueden ser el mismo árbol, mas nada lo prueba. Decirlo no es faltar a la verdad, pero es, al menos, el refugio cobarde de la comodidad. Reunir las tragedias bajo el paraguas de una misma lógica no es un ejercicio de la razón, sino un subterfugio. Necesario, tal vez, para soportar el carácter azaroso de la tragedia humana.

La misma que encierra un roble y otro, a metros de la barbarie.

19/12/10

Espejos del silencio




Espejos del silencio

Qué se yo, antes no era así. ¿Quién es este gil de los aritos, y qué carajo le importa lo que voy a hacer con vos? Problema mío, y quizás tuyo. Pero él no, él no tiene por qué saber. Antes no era así, antes venías vos, me saludabas, sabías mi nombre, no te lo daban anotado en ningún papelito. Antes yo me sentaba a esperar, como cualquier otro, pero vos sabías que yo tenía prioridad. ¿Y esa música que ponen ahora?, ¿qué carajo es? Ni el instrumento entiendo, un ruido a empastillado cayéndose contra una plancha de acero. Sí, ya lo ví, sacaron la tele. ¿Qué pasa, era muy moderno para lo que son ahora? Sí, veo los muebles, hay algunos que no entiendo ni para qué sirven, si ni sentarse puede uno ahí. Las cosas eran distintas, antes. Ah, te desocupaste. ¿Y esa frialdad?, ¿ese desdén con el que me envolvés con una toalla? Pensar que antes...a veces solamente hablábamos, ¿te acordás?, ni tu trabajo hacías, y yo te pagaba igual, a veces, sólo por charlar, fingíamos que lo habías hecho. Cuando no había esta musiquita de mierda. Capaz era por eso, capaz hablábamos porque no estaba esa musiquita, porque había un televisor hecho mierda, y hablábamos de lo que pasaba ahí. Tu profesión nació, también, para hablar. Después dicen que con la televisión la gente se comunica menos. ¿Viste esa gente que responsabiliza un electrodoméstico por su incapacidad para decir algo interesante? Bueno, eso. Me gustaría poder decírtelo, ahora, como antes, cuando esbozábamos juntos grandes teorías. Como la de tu oficio, lo raro que es. Porque todos podríamos hacerlo, en verdad, por nosotros mismos, con una mano amiga. Pero elegimos venir, pagarte, porque tu oficio es más que un oficio, es una circunstancia, unos contextos, unas costumbres. Pero no te lo digo, ni te reís de la idea que se me ocurrió. Si esto se volvió una cosa mecánica, comercial. Voy, me siento, hacés lo tuyo, te pago. Ah, ni siquiera, perdón: ya no te pago a vos. Porque ahora cambiaste, ahora no tocás plata, ahora tenés demasiado nivel. Sí, le pago al forrito del arito que está en la caja.

Cambiaste. Sí, este lugar te cambió, aceptalo. Vos seguí, que yo trato de buscarte con la mirada. Ahí te ví, me miraste. Entonces por qué no me hablás, decime algo. Como antes. Dame, aunque sea, la oportunidad de decirte que no, que no tengo ganas de hablar. Ahí me hablaste. ¿Para eso?, ¿para preguntarme qué me tenés que hacer? Yo no voy al médico, no voy a un profesional, para decirme qué me tiene que hacer. Él sabe. Vos lo sabés, pero querés seguir revolviendo el puñal. Como si no supieras, como si fuera la primera vez. El espejo, ese espejo. Las veces que te miré, por ese espejo. Tardes enteras hablamos por ese espejo. Era la única forma, por la posición. Porque queríamos incorporar gestos, y entonces el espejo nos ayudaba. Y ahora, el espejo es el testigo de estos silencios. Aunque todavía, sin saberlo, me ayude. A buscarte, a que me hables, a interpelarte. ¿Y por qué no te hablo yo?, quizás te preguntes. Por orgullo, porque las cosas nunca fueron así, porque no me voy a rebajar. Porque voy a seguir viniendo, una y otra vez, y no quiero ser cada vez, más, un esclavo. Porque te necesito. Porque puedo pasar un mes sin verte. Si pude. Pude cuando pasé por afuera y ví en lo que habían convertido este lugar. Entonces me fui a buscar a otro, espantado con lo que le hacían acá a la gente. Porque yo entiendo, soy muy amplio, cada cual hace lo que quiera. Pero lo que vi, donde vos trabajás, no. Y sin embargo, allá no era igual. En el otro lugar al que fui, faltabas vos.

Y yo te puedo dejar de ver un mes. Hasta dos. Pero al tercero, cómo decirlo. Molesta. Esa es la sensación, como de incomodidad. Como si tuviera algo que me pesara, que me tapara los ojos cuando camino. Algo que me recuerda todo el tiempo, cuando me levanto y cuando me duermo, cuando como, cuando corro, que te tengo que ver. Y es un piedra en un zapato excesivamente cotidiano. Y sucumbo todas las veces. A entrar, a que el forro del arito me pregunte qué voy a hacer, a buscarte con la mirada, a que me trates como a uno más, a que no me hables. Sucumbo todas las veces a tu silencio, a la resignación de concentrarme en el espejo, a sentir que ese cartelito “abone en caja, no comprometa al personal” me desgarra por dentro, a que me saques la toalla y me sacudas sin un guiño, una mirada. Sin interpelarme, nunca. Cuánto charlábamos, antes. Qué cómodos eran, también, los silencios, cuando la televisión no decía nada y nosotros no teníamos nada para agregar, entonces. Cuando yo te explicaba cosas, cuando me preguntabas de mi trabajo, cuando te enojabas por alguna cosa que a mí me gustaba decir, para provocarte.

En qué te convirtió este lugar. Si ahora siento que me sostenés la cabeza, en esa posición, para que no mire a los costados. Como si el espejo, más cómplice mío que tuyo, no me hubiese reflejado, ya, que querés hacer pasar a otro, ese invasor. Y abrís la boca de nuevo, y todavía tengo la esperanza de que todo, con una palabra, con un gesto, vuelva a ser como antes. Pero entonces me preguntás que si ya está, que si así está bien, y una parte de mí se muere del todo. Y la última daga de la traición se me introduce en la piel, la metáfora justa para tu oficio, cuando escucho lo que él te pide que le hagas. Justo a vos, con tu pacatería, tu tradicionalismo conservador para realizar tu trabajo.

Qué se yo. Antes no era así.

Estas peluquerías modernas son raras.

16/12/10

Mis 8 personajes de la Historia

Acá podría hacer la fácil. Agarro, te pongo a Jesús, te pongo unos reyes, te pongo a Perón, y todos felices. Pero hoy quería homenajear a personajes secundarios y no tanto, personajes particulares, tipos que de un día para el otro les cambió la película, locos que me gustan porque sí, que me fascinan aunque son malos, políticos, estrategas, asesinos. Acá van, mis ocho:

Foto: A.G.


Los doce apóstoles me gustan todos, pero Simón Pedro es mi favorito. La patria asesora generalmente nos cae bien, y ser el Jefe de Gabinete de Jesucristo no es joda. La frase: “yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo”, es posiblemente el comienzo de la política moderna antes que a Maquiavelo se le ocurriera sistematizarla. Ser la piedra sobre la que se decidió construir la Iglesia Católica no es un dato menor. Pero sobre todo me gusta la apuesta de Pedro. Seamos sinceros, a la muerte de Jesús, el catolicismo no garpaba dos mangos. Y el momento es ese: el de la triple negación. Ahí Pedro termina de decidir que quiere ser él. Porque el tipo pudo haberse martirizado pero entendió que Mártir había uno solo y que de lo que se trataba era de construir poder terrenal, y de usar esa muerte con fines políticos, no de morirse también. Simón Pedro, en el fondo, desprecia el martirologio ahí donde es anti-político. Tesis XI del cristianismo: hasta Simón Pedro los héroes se habían dedicado a ser martirizados por el poder terrenal y de lo que se trataba era de construir uno alternativo. Y fijate, 2010 años después, si no lo construyó.


Este tipo es, antes que nada, un sistémico, un hombre de la planificación. Graduado en Berkeley y profesor de Harvard, entró al Ejército norteamericano en 1943, y participó en la Segunda Guerra Mundial en la Oficina de Estadísticas. Que parece joda, hacer gráficos de torta mientras los demás se revientan a tiros, pero eran responsables de controlar la eficiencia del bombardeo, por ejemplo, de los B-29. En 1946 entró en la Ford Motor Company como parte de los Whiz Kids(como una suerte de los Chicago Boys del fordismo), que dinamizaron la producción de Ford (o sea, los que aggiornaron el fordismo) con planificación, control y reorganización del proceso productivo. En 1960, Robert se convirtió en el primer presidente de Ford que no venía de la familia de Henry Ford. Duraría poco, pero no por ineficiente: ese año, Kennedy lo llamaba nada menos que para ser Secretario de Defensa. Mc Namara fue, claro, uno de los asesores responsables de Vietnam. De hecho, se quedó después con Johnson y, digamos, profundizó el modelo, aunque hacia 1966 trató de frenar los bombardeos y buscó una salida negociada, pero sólo encontró su salida, del Gobierno, en el 68. Con Kennedy impuso una serie de reformas al interior del Ejército, reestructurando el presupuesto y recortando el gasto en sistemas de armas viejos, al mismo tiempo que transformó la visión de “represalia masiva” de Eisenhower por la de respuesta flexible o ataque estratégico. Será recordado siempre por Vietnam, pero fue, antes que nada, un hombre de los sistemas. De hecho, sobre sus sistemas se funda la corriente de la ciencia política del Policy Analisis en la administración pública. En Fog of War se pueden ver las once lecciones de Mc Namara.


“Mischa” fue el jefe de los servicios secretos de Alemania Oriental en el extranjero entre 1953 y 1986. El amigo Wolf construyó desde cero -he ahí un mérito -la HVA, llevándola a un nivel de intromisión en Alemania Occidental nunca antes visto, aún con todas las operaciones que se comía diariamente de sus propios aliados en Moscú. El dato llamativo es que Occidente no tuvo una foto de Mischa sino hasta casi los ochenta (de ahí el título de su auto-biografía “El hombre sin rostro”). Además, patentó la idea de los “espías Romeo”, que cruzaban a la otra Alemania a seducir secretarias solteras que trabajaban en Bonn (el más conocido Gunther Guillaume, espía de Wolf que llegó a trabajar para Willy Brandt). Quizás lo más interesante de Markus es su defensa (en un punto, auto-indulgente) del espionaje, que aquí...un poco que compartimos, sobre todo para la época de la Guerra Fría. Y Mischa lo puede decir porque fue, de hecho, quien reclutó al científico Klaus Fuchs, el hombre que reveló los secretos de la bomba nuclear. Fuchs, en consonancia con la línea espionajil de Wolf, dijo que vendió los secretos para emparejar el mundo, que no podía ser que haya una superpotencia que tenga la bomba y la otra no, porque el mundo era más peligroso. El propio Wolf decía que el espionaje ayudó a que la Guerra Fría no terminara en un bombardeo nuclear mutuamente fulminante. Desde aquí, adherimos al lozanismo espionajeril: criticamos el zarpado entrometimiento en la vida privada de las personas, pero acompañamos lo bueno, como haber robado los secretos de la bomba para que el mundo sea un lugar más parejito.


Un 31 de agosto de 1935 salís de tu casa en Donetsky, y llegás a la mina donde laburás. Al otro día, sos una corriente de pensamiento económico de uno de los dos países más grandes del mundo. Bueno, esa es la historia de Stajanov, un minero soviético que recolectó 102 toneladas de carbón en un oolo turno, superando en 14 veces los estándares de recolección. Un tipo que un día fue a sacar carbón de una mina, y de ahí pasó a director de la mina de Karaganda, luego al Ministerio de la Industria del Carbón de la URSS, diputado del Soviet Supremo, con dos Ordenes de Lenin y una Orden de la Bandera Roja. Pero lo más impresionante es lo primero: convertirte en corriente de una nueva organización del trabajo, una nueva forma de la competencia en clave socialista. O sea: un día saliste de tu casa a laburar. Al otro, sos el fundamento teórico del voluntarismo delirante de una nación que recalentó demasiado las bujías del resto de las fuerzas productivas, y va por la del trabajo. Es un gran incentivo para ir a trabajar.



Entonces ahí están, un 16 de julio de 1950: 203.849 espectadores en el Maracaná, de los cuales 100 eran uruguayos y el resto brasileros, esperando para humillarlos. “O Brasil vencerá”, “A copa sera nossa”, decían los diarios. Jules Rimet, presidente de la FIFA, llevaba en el bolsillo de su saco el discurso homenaje a los campeones brasileros, en portugués, y la Casa de la Moneda se dedicaba a imprimir monedas conmemorativas a los jugadores brasileños. Los dirigentes uruguayos entran al vestuario y le piden a los jugadores que eviten el papelón. Entonces Obdulio Varela, el cinco uruguayo y capitán, en pose de gladiador previo a la suelta de leones, se levanta del banquito y dice: “hechos un carajo, hechos solamente si ganamos...si entramos vencidos es mejor ni salir al campo de juego. No piensen en toda esa gente, no miren para arriba, el partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada”. El primer tiempo silencia a los brasileños con un 0-0. Pero arranca el segundo y Jair habilita a Friaca, que la coloca al segundo palo del arquero, y estalla el carnaval en el Maracaná. Y Obdulio, el Negro Jefe, comprende todo. Treinta metros lo separan de su arco recién vencido, y los camina lento, tan uruguayo, hasta encontrar la pelota y ponerla bajo el brazo. Y no camina hacia el centro de la cancha, sino hacia el costado. Y que lo explique él, mejor: “Ahí me di cuenta que si no enfriábamos el juego, si no lo aquietábamos, esa máquina de jugar al fútbol nos iba a demoler. Esos tigres nos comían si les servíamos el bocado muy rápido. Entonces a paso lento crucé la cancha para hablar con el juez de línea, reclamándole un supuesto off-side que no había existido, luego se me acercó el árbitro y me amenazó con expulsarme, pero hice que no lo entendía, aprovechando que él no hablaba castellano y que yo no sabía inglés. Pero mientras hablaba varios jugadores contrarios me insultaban, muy nerviosos, mientras las tribunas bramaban. Esa actitud de los adversarios me hizo abrir los ojos, tenían miedo de nosotros. Entonces, siempre con la pelota entre mi brazo y mi cuerpo, me fui hacia el centro del campo de juego. Luego vi a los rivales que estaban pálidos e inseguros y les dije a mis compañeros que éstos no nos pueden ganar nunca, los nervios nuestros se los habíamos pasado a ellos. El resto fue lo más fácil”.
La euforia de las tribunas se convertía en nerviosismo. Obdulio es el político del siglo XX, de la Guerra Fría, el político del judo, el que entendió que hay que jugar, siempre, con la fuerza del otro. Entonces Gigghia mete un centro atrás y el Pepe Schiaffino pone el 1 a 1. Que todavía dejaba a Brasil campeón. Pero no. Porque Obdulio no sólo habla, no sólo conduce, sino que ejecuta. Y se la tira larga de nuevo a Gigghia, quien conoce su historia reciente, quien sabe que Barbosa (el arquero de Brasil) ya conoce los centros atrás de Gigghia y amaga con tirarlo, y la pone entre el palo y el arquero. Dos a uno. Uruguay campeón. Obdulio silenciaba 203.749 espectadores. Y escribía un poco la Historia. La dinámica de lo impensado. Los imposibles existen.


De mis dictadores de países satélites de la URSS (esos barones del Conurbano soviético), Enver de Albania es mi favorito. Lo loco del estalinismo, digo con Seweryn Bialer, es que no había parámetro de actuación: “las arbitrariedades hacían imposible el cálculo de qué comportamiento podría proveer una probabilidad razonable de supervivencia”. El bueno de Enver llevó esta lógica al zarpado extremo, creando un concepto que denominamos “responsabilidad política retrospectiva”. Es decir, a cada cambio en las relaciones de Albania con un Estado, le devenía una purga interna que deportaba o asesinaba a quienes habían quedado en orsai, vinculados en la relación con el ex-aliado. Primero purgó a sus aliados del frente anti-fascista. Después purgó a los que denunciaron un complot yugoslavo para quedarse con Albania. Después purgó a los pro-yugoslavos por complotar para quedarse con Albania (acá purgó al 25% del Partido. Vein-ti-cin-co-por-cien-to). De ahí, de cabeza al estalinismo línea ortodoxa. Cuando murió Stalin y Kruschev denunció los crímenes atroces del estalinismo, Enver rechazó esas tesis “revisionistas”, y en 1960 se alió con China. Por las dudas, purgó a los que habían mantenido buena relación con la URSS. En 1978 también rompió con China, y en el 80 decidió dejar un sucesor: Ramiz Alia, en desmedro de su sucesor natural (y jefe de la policía política), Mehmet Shehu...que se “suicidó”, pobrecito, en 1981. El bueno de Ramiz Alia puso quinta hasta el capitalismo más porno, que es lo que suelen hacer las ex-repúblicas soviéticas cuando se les mueren sus dictadores. Enver Hoxha: un loquito que inventó la purga retrospectiva.


Tercer vicepresidente norteamericano (de Jefferson), miembro fundacional del Partido Demócrata-Republicano. Hasta ahí, nada. Se llevaba mal con Washington, peleó las guerras de Independencia. Nada nuevo. Pero. Mientras en Francia un grupo de desharrapados tomaba La Bastilla, Aaron decidía entrar en política: en 1789, George Clinton lo eligió Fiscal General de Nueva York. En el 91 entró al Senado de EEUU. En 1799, Jefferson y Madison le pidieron ayuda para ir por la presidencia en 1800. Del otro lado, Hamilton fue con los Federalistas. Ganó nuestro amigo Burr, que consiguió el apoyo de Nueva York y quedó de vice (se convirtió, dice la leyenda, en el padre de las campañas políticas modernas). Enseguida se peleó con Jefferson, y para la elección de 1804 se presentó directamente a Gobernador de Nueva York, elección que dijo perder por una campaña en su contra, orquestada por su propio jefe político, Clinton, y su opositor Hamilton. Al tiempo, se filtró una carta de Hamilton defenestrando a Burr, quien pidió explicaciones. La explicación fue que era todo verdad, y Burr lo retó a duelo. Hamilton había estado en 22 duelos; Burr, en uno. Se citaron en las afueras de Nueva Jersey, donde no era tan ilegal el duelo. Hamilton, parece, se presentó por el honor pero no tenía intención de disparar. Burr le encajó dos tiros en la panza. Al otro día, falleció Hamilton. Burr escapó un tiempo, pero volvió a Washington y terminó su período como vicepresidente. Un vice-presidente homicida, ¿qué tul? Y acá tanto despelote por uno que...mirá.



Un tipo que comienza su carrera política comiéndose a la hermana de su amigo, está destinado a hacer grandes cosas. Si la hermana de tu amigo, encima, se llama Charlotte Robespierre, entonces nada te puede frenar, y por cierto que nada lo hizo: “obedecerá tranquilamente, sin pestañear. sonriente y frío, soportará las más recias ofensas, las más viles humillaciones, ninguna amenaza, ningún gesto de rabia conmoverá a este monstruo de frialdad, Tanto Robespierre como Napoleón se estrellarán contra esta calma pétrea”, dicen sobre él. Fouché hubiese sido mi personaje favorito de toda la historia de cualquier forma, pero lo que lo hizo ganar, es haber estado en la mejor sesión parlamentaria de la historia de la Humanidad: aquella que decidió la ejecución de Luis XVI. Hay como un aura, como el que daba haber estado en Guardia de Hierro, que tienen los tipos que estuvieron, y que votaron, en esa sesión. Fouché trabajó a favor y en contra de la Revolución, del Terror (dirigió la represión sobre Lyon de 1793), de Napoleón, del Directorio y finalmente del regreso de la monarquía. Pero el momento clave es esa sesión. Fouché era todavía un moderado, huele que el camino es por ahí y se sienta con los girondinos, con Condorcet, ante la mirada furiosa de su cuñado Robespierre. Y el dato fascinante es que, mientras el resto de los diputados piden la palabra en todas las sesiones, y proponen muertes y no muertes, castigos y perdones, Joseph no aparece en ningún registro. Fouché espera. El 15 de enero de 1793, Robespierre exige que la Asamblea se expida por la muerte o la clemencia para Luis XVI. Fouche, con los moderados, prepara un discurso para el 16, exigiendo clemencia. Pero el 15 a la noche los radicales movilizan al pueblo, los girondinos quedan desconcertados y la sesión comienza. Joseph Fouché no va a pertenecer, jamás, al partido de los perdedores. Calcula, hace números, los girondinos abstraídos, perdidos, sin conducción. El presidente de la Asamblea llama a votar al diputado por Nantes, Joseph Fouché. Los girondinos esperan el discurso, el llamado a la moderación, a evitar la guerra con el resto de Europa. Fouché sube a la tribuna, su tez pálida, los ojos fríos y calculadores, y abre apenas la boca: La mort.
Ese momento cúlmine decanta en la radicalización de Fouché, lo convierte en miembro del Comité de Instrucción Pública. Fue enviado a Lyón en campaña sanguinaria donde asesina a miles de burgueses. A su vuelta a París, enfrenta a Robespierre, participa activamente del golpe de Termidor, y es uno de los responsables del guillotinamiento de Robespierre (aunque no aparece en ninguna asamblea, cosa que aprendió con Luis XVI). Con el Directorio es encarcelado y se esconde en la pobreza más extrema. Se gana la confianza de Barras, colabora con la Conspiración de los Iguales, y en 1799 es Ministro de Policía. Lugar desde el que ayudó en la conspiración que llevó a Napoleón al poder. Tras Waterloo, Joseph negoció el traspaso de poderes y contribuyó a que vuelvan los Borbones. De hecho, mantiene una relación con Luis XVIII, a quien le ofrece el trono a cambio de un puesto de ministro. Luis XVIII es, por cierto, el hermano de aquél a quien Fouché votara para que le dieran La mort.
Fouché quiso el Poder más que nadie. Y lo quiso de una manera, contraria a lo que dice su biografía, altruista: desde las sombras. Fouché quiso el Poder para influirlo, más que para detentarlo. Hay, ahí, una particularidad que lo vuelve un personaje único. “Se conformó -dice la excelente biografía de Zweig -con la conciencia de su posición, no necesita emblemas ni su investidura”.

15/12/10

Avisos desclasificados


Hoy, tenés tiempo para bajarte el 4° Informe de Coyuntura Sudamericana, leerlo y comentarlo.

Ojo, rápido, porque mañana y pasado, hay que ir acá, a la ciudad de las diagonales:


Y tampoco puede ser todo tan en serio, tan comprometido, así que el sábado, nos vemos acá:



Bueno, me cansé, nos vemos.

6/12/10

El fútbol en tiempos del kirchnerismo

"Ser nueve o la etapa superior del imperialismo". Un cuento para los amigos de Picado Nac&Pop, que si todavía no sabés qué es, deberías sentirte mal.


Éramos nueve, y la historia podría terminar acá, en esa situación angustiante. Es posible que ser nueve en un partido de fútbol 5 sea la forma divina de equilibrar que el hombre no sufra los dolores desgarradores del parto. De las pequeñas tragedias que este valle de lágrimas nos dispone al costado de la ruta, tal vez la incertidumbre de la llegada del último jugador es la más cruel. Y es eso, es ese carácter incierto, esa pequeña posibilidad de que todo se solucione, de que el tipo entre por la reja lo más campante, y entonces el mundo sea un lugar más amable de transitar, lo que provoca semejante angustia. Es la esperanza, en tanto que diseño imaginario de futuros, lo que le da dramatismo a la vida, la posibilidad de que las cosas, en definitiva, puedan ser de otra manera. La contingencia, cara anversa del libre albedrío, es el peor de los castigos terrenales, y ser nueve en un partido de fútbol 5 es una operacionalización terrible de esa variable. Seguir leyendo.

1/12/10

Mi lista de cables WikiLeaks

Bueno, como prometimos en el post anterior vamos a empezar con nuestras propias listas. Va a ser difícil después de esto, hacer listas más interesantes.

Respecto del suceso WikiLeaks, no pensamos muy distinto de lo que dice el Escriba acá: somos hinchas del Estado. Si nos preguntan qué opinamos sobre el tema, estos días nos hemos parado y hemos gritado: "you want me on that wall, Julian Assange, you need me on that wall" (por cierto, me sale muy bien esa parte del discurso). Esta postura corporativa en cuanto a la necesidad de reivindicar siempre a la política, no nos imposibilita, sin embargo, divertirnos con los cables de WikiLeaks, y, mejor aún, hacer lo que verdaderamente hay que hacer con esto: chusmear. Uno defiende el Estado, y defiende que tenga el mismo derecho a la privacidad que las empresas que, por ejemplo, hoy publican estos cables; pero aunque esté en desacuerdo con que saquen las cortinas, si justo paso por enfrente, voy a mirar. Esto pretende ser un divertimento. Hemos mirado unos cuantos cables, todavía faltan liberar muchos, pero acá van una lista de los que más nos van gustando. Conscientemente, dejamos afuera los relativos a la Argentina, ya que fueron tratados por los medios locales que creen más importante un clipping de prensa que arma un burócrata sobre Cristina, que la maravillosa historia que ocupa el puesto N°1 de nuestro ranking. Acá están, estos son, los cables de Perón:

Imagen: Mis Intentos.


10. Iran: Where to go from here? Diplomat Shares his perspective.

Obligados en general a leer infidencias e impresiones sobre chabacanerías intrascendentes, este cable nos gusta por sus pretensiones de explicación académico-político acerca del escenario iraní. La estructuración del régimen como un triángulo de poder sostenido en el establishment clerical, los baazari (clase media, comerciantes) y los paramilitares (las Guardias Revolucionarias y el Basij) es una buena caracterización de Irán. Entre tanta sarasa, un poquito de rigor nos hizo bien al alma. Si usted, burócrata mío, me manda este informe, le libero unos viáticos el mes próximo.

9. Chancellor Merkel angered by lack of German Mep.

No queríamos con esta lista traer la política local a colación, pero si alguna consecuencia tuvo la aparición de estos cables, es la de blanquear que los políticos se crispan en la intimidad, que muchos de ellos tienden a maltratar a sus círculos de confianza y que cuando las cosas les van mal, cuando pierden votos, putean, y eso no es un síntoma de ningún autoritarismo. Y es bueno el final también, con una autocrítica de la embajada norteamericana, después de perder en la aprobación de un tratado anti-terrorista en el Bundestag: "we need to intensify our engagement with German government interlocutors, Bundestag and European parliamentarians and opinion makers to get our views across".

8. Existence of a cover uranium enrichment.

Este es interesante, porque es Clinton alertando al resto de las embajadas que Irán está enriqueciendo uranio. Si me preguntás a mí, tiene partes como muy...cómo decirlo...muy "imagine all the people, livin life in peace, yu ju u u". O sea, sos EEUU, no me pidas por los tratados internacionales y Dalma y Gianina. Pedime que condene a Irán porque tenés un ejército gigante.

7. Sarkozy in Saudi Arabia.

A Nicolás le fue para el orto en Arabia. Iba a ir con Bruni, y los árabes se enojaron porque es soltera. Al final Carla no fue, pero Sarkozy dejó una mala impresión igual: no quiso ir a la degustación de comida árabe, se aburrió con un show, pidió cosas "irracionales" para su estadía. ¿Conclusión? "These incidents characterized one overarching private comment form the Saudis, that Pres Sarkozy has not replace Chirac in Saudi eyes".

6. Qatars Prime Minister on Iran.

Este vale la pena sólo por esta frase con la que el primer ministro de Qatar define la relación de su país con Irán: "They lie to us, and we lie to them". Corto, conciso y real. Te contrato, burócrata cancillereal.

5. XXXXXXXXXXX describes cautios.

Acá vuelve a cobrar Sarkozy, después de una reunión con Merkel, en la cual se describe que las personalidades de Merkel y Sarkozy son como el agua y el fuego. El cablero cuenta que su informante dice que se sintió la tensión cuando ambos estaban en la misma y que, acá se pasa, "estar en la misma habitación que Sarkozy alcanza para subirle el stress a cualquiera". El informante dice que la fatiga causada en su entorno y en el de Merkel se debe al caos generado por el hiperactivismo de Sarkozy (es presidente, burócrata inútil, ¿qué querés que sea, relajado?), y un dato que nos gustó: los ministros de Sarkozy tienen miedo de irse de vacaciones, porque algo podía pasar con sus trabajos mientras estaban fuera. Nos hizo acordar a alguien que ya no está.

4. Kazakhstan: money and power.

Una cena Kazakhstán, en la que el Vice Presidente del momento, Maskat Idenov, nombra a los cuatro más poderosos del entorno del Presidente, Nursultan Nazarbayev. Entre ellos está el yerno del presidente Timur Kulibayev (que es billonario, por las dudas). Y acá viene una linda descripción del vice Idenov a sus comensales: "in Kazakhstan, market economy means capitalism, wich means big money". Grosso. Y el que escribe el cable agrega que el dato a tomar en cuenta es que el Presidente se apoya en Idenov, y no en su yerno, en mantener los estándares internacionales para desarrollar proyectos de exploración de hidrocarburos. Así que si Idenov, que parece estar regalando el país con un moñito en el paquete, es algo así como el "apegado a las reglas internacionales", imaginate lo que debe ser Kulibayev, te debe hacer pozos hasta en el hospital de niños (qué lindo que va a ser, una refinería en el Sheraton Hotél). Y ojo, que Idenov tampoco es Juan Carr, mirá qué linda anécdota: "When the Ambassador arrived, Idenov was barking into his cell phone, “Mark, Mark, stop the excuses! Mark, listen to me! Mark, shut up right now and do as I say! Bring the letter to my office at 10:00 pm, and we will go together to take it to (Minister of Energy and Mineral Resources, MEMR) Mynbayev at his house.” On ending the call, Idenov explained he was talking to British Gas (BG) Country Director for Kazakhstan Mark Rawlings who had missed the deadline to deliver a letter about arbitration on the Karachaganak super-giant oil-field project (reftel). Still clearly steamed, Idenov XXXXXXXXXXXX “I tell him, ‘Mark, stop being an idiot! Stop tempting fate! XXXXXXXXXXXX Idenov asked, “Do you know how much he (Rawlings) makes? $72,000 a month! A month!! Plus benefits! Plus bonuses! Lives in Switzerland but supposedly works in London. Comes here once a month to check in. Nice life, huh?"

3. Putin exudes leadership during four hour Q and A.

Este nos encanta no sólo por nuestro personaje favorito de la política mundial, Vladimir Putin, sino por un concepto que pronto robaremos, y que llega al final.
Al principio es una descripción de una salida de Putin en la tele (que también nos hace acordar a un señor que ya no está: "Putin demonstrated an encyclopedic knowledge of statistics in his answers"). Pero hacia el final se habla de una encuesta que arroja que cierta parte de la población ve a Putin como el líder del país pero, atención..."his meat and potatoes issues as more important". Tomá mate. Y no entendemos qué quiere decir del todo, pero seguimos leyendo y dice: "At this point, Putin and Medvedev’s recent nationally televised addresses only strengthened the image of a Prime Minister who works on tangible, bread and butter issues, and a President who focuses on big-picture issues and strategic thinking".
Yo no sé bien de qué va la cosa (se me ocurre que bread and butter debe tener que ver con problemas cotidianos), pero la metáfora gastronómica me gusta mucho. Y nos gusta más que eso de denigrar a Medvedev como el Robin de Putin (aunque, como verán en la foto que ilustra el post, nos fascina un Batman-Putin).

2. A Caucasus wedding.

Ya con el título nos había comprado. Pero entramos y encontramos la descripción de un casamiento entre los hijos de un miembro de la Duma en Rusia y el presidente de la Dagestan Oil Company. Si hay algún cable que valga la pena leer entero, este es uno, porque el espía está bien informado, contextualiza la historia, y te cuenta un lindo cuento sobre un casamiento con politics en el medio. Y, además, siempre nos gustaron los casamientos a lo grande, en especial los que se empieza a escabiar de día: "The main activity of the day was eating and drinking -starting forom 4 p.m., about eight hours worth, all told -punctuated, when all were laden with food and sodden with drink, with a bout of jet skiing in the Caspian". Medio ladri pasar este casamiento en el que te pusiste en pedo y anduviste en jet-sky en el Caspio, como parte de una tarea de espionaje, pero es un buen cable.

1. Hamburg policte track polonium trail.

El ganador es claramente este cable que da para alta peli.La Embajada de Berlín, el consulado de Hamburgo, los ingleses y, claro, los norteamericanos, estuvieron siguiendo a Dmitry Kovtun un empresario ruso, ex-KGB. El tipo este es conocido porque se sospecha que envenenó a Alexander Litvinenko (que había denunciado que el servicio secreto ruso había ordenado limpiar al empresario Boris Berezovsky, hoy refugiado político en Inglaterra). A Litvinenko lo asesinaron con polonio, la marca registrada del espionaje ruso. Entonces empezaron a seguir a Kovtun cuando llegó a Hamburgo. Revisaron el BMW que alquiló y su departamento en Haselau. En ambos, encontraron restos de polonio. Entonces Kovutn tiene una cita al otro día con la oficina de registro de extranjeros, donde firma un documento. Le hacen el test a ese documento: positivo de polonio. Pero el tipo sigue yendo a lugares, restaurantes, bares, casas de amigos y no deja rastros de radiación. Ahí el Ministerio del Interior de Alemania llama a Gerhard Shcindler, de Contraterrorismo de Alemania. Schindler, que no llegó hasta ese puesto firmando cheques, les cuenta que él anduvo revisando, y encontró también mucho polonio en todo lo que tocaba Kovutn, con lo cual no podía ser que lo tuviera pegado en la ropa (por haber estado cerca de Litvinenko) sino que venía de su cuerpo, de los poros, o sea, que estaba envenenado también. Entonces las autoridades van a buscar el avión donde vino el tipo desde Londres, y no encuentran nada. Así que esperan otro avión que había usado Kovtun...y a último momento la aerolínea (Aeroflot) decide cambiar los aviones. La cosa es que no pudieron probar nunca si el polonio lo tenía Kovtun porque se había contagiado un poco de Litvinenko, o si andaba por ahí con botellitas de polonio para disciplinar ex-espías rusos que se hacen los piolas. Linda historia, ¿no?

26/11/10

Listas

Si hay algo que hacen bien los norteamericanos, entre otras cosas, es presentar la información de manera agradable para el espectador. Así como para explicarte cuánto mide un avión, te lo cuentan en "campos de fút-ból", los amigos del norte tienen una buena política de crear listas y rankings. Para todo, hay listas de "los 10 algo". Discovery Channell y National Geographic son pioneras en esto: los diez tiburones más pulenta, los diez tipos de hormigas más mortíferas o los diez pescados que nadan más profundo, son algunos ejemplos.

Desde BCD somos fans de poner las cosas en listas, y quién te dice que un día no empecemos con las propias. Mientras tanto, aquí una lista de nuestras 17 listas favoritas, valga la redundancia. Como en la tele, la lista va de menor a mayor (o sea: de la que menos nos gusta a la que más nos gusta) para ponerle suspenso. Sería pavote contar antes del primer corte que el tiburón más pulenta es el Carcharodono, que actuó en Tiburón.

17. Los diez mejores partidos de Mundial. Esta podría haber sido una de mis tres listas favoritas y, sin embargo, debo ubicarla como última por razones políticas. Una mano negra, seguramente el lobby brasilero en la FIFA, dejó afuera al mejor partido de fútbol que se disputó en la historia de la Humanidad: el Maracanazo.

16. Los 10 casos más ridículos de corrección política.

15. La gente más rica del mundo según Forbes. Esta es un clásico, aunque también nos gustan los personajes ficticios más ricos del mundo.

14. La lista de los diez mejores servicios de inteligencia sería, posiblemente, nuestra favorita. Si no fuese porque Foreing Policy pide suscripción para verla. Pero sube unos puntos cuando vemos que el servicio secreto ruso sigue a la cabeza.

13. Las 10 tradiciones más locas que protege la UNESCO.

12. Los 20 mejores avisos en edificios.

11. Los 10 mejores libros de memorias. Este nos gusta porque, además de la tradición de hacer listas, nos gusta la tradición de la clase política norteamericana (en especial de sus presidentes) de escribir sus memorias. ¿Cuánto garparíamos por las memorias de Dromi, del Coti, de Corach, de Alfonsín, de Menem?, ¿y de Néstor?, ¿cuánto?

10. Los 10 mejores discursos políticos de la historia.

9. Los 10 libros más "incendiarios" de la Biblia. Acá nos cuesta la traducción exacta de la palabra "fieriest". Pero digamos que esta lista garpa, sobre todo porque gana el mejor libro de la Biblia que es el Apocalipsis.

8. Los 33 edificios más raros del mundo. Este tiene unas fotos espectaculares.

7. Los 10 desastres aéreos con deportistas más trágicos de la historia. Este nos gusta porque hay una correlación muy alta y loca entre subir deportistas a un avión y que el avión se caiga. Igualmente, hay un buen recurso en las listas que es meter un bonus, y que esta lista no lo aprovecha, introduciendo la masacre de Munich, que no implica una tragedia aérea pero que involucra aviones, deportistas y tragedias.

6. Los 10 mejores capturas de los más buscados.

5. Cualquiera que hable de listas, sabe que no puede faltar la de los 10 más buscados del FBI. Por deformación de gustos personales, nos gusta también la del servicio secreto ruso, que hasta buscan a Rucci.

4. Los 44 mejores avisos de preservativos.

3. Los peores temas para parques temáticos. Un parque de diversiones sobre un gulag, otro que recrea el paso de los inmigrantes mexicanos por la frontera y uno que empezó una compañía lavapetrodolares y nunca lo terminó. Esta lista se garpa sola.

2. Los 10 animales que más comen hombres. Esta es buena porque el ganador es Gustavo, un cocodrilo de Burundí que mató 300 tipos (y no para comérselos, sino para matarlos nada más), y hasta tiene su propia peli y perfil en Wikipedia.

1. La mejor lista de todas: El ranking de estados fallidos. Este nos encanta porque tiene indicadores concretos (un poco subjetivos, sí) que no dependen del todo del arbitrio del que hace la lista. Somalia viene reteniendo el primer puesto desde 2008.

19/11/10

El Poder Ejecutivo recomienda quitárselo para jugar al fútbol o tender la ropa

La historia anterior, la de Álvaro, terminó con que los protagonistas llegaron a intimar. O, al menos, hasta las vísperas de la intimidad.

Porque, luego, ellos se quitaron sus ropas, y ella vio, como Reutemann, algo que no le gustó. Cómo explicarlo sin ser demasiado explícito.

Digamos que Álvaro venía prevenido. Pero desde demasiado antes (no había tenido tiempo para que haya ocurrido entre besos y caricias).

Él le dijo que era por ley. Que, en su pueblo, el Concejo Deliberante había sancionado una ley para su uso permanente.

Ella le dijo que estaba loco, y se fue.

Qué lástima que el veto del Poder Ejecutivo vino después de que Álvaro perdió el amor de su vida.

La excesiva literalidad conspira contra el amor.

18/11/10

Álvaro

Cuento N° 25 de "El amor en tiempos del kirchnerismo".


Álvaro.

Era la tercera vez que la veía pasar, y se puede decir que fue amor a tercera vista. Pero, ¿cómo hacer?, ¿cómo hacer para que la frase no sea trillada, para que no sea tan de película?, ¿cuántas veces le habrían prometido a ella un poco de amor eterno? Cientos, miles. Y, sobre todo, ¿cómo hacerlo con el ruido de la música, cómo sonar convincente con música electrónica de fondo? Ah, el romanticismo, pensó, también es una contextualización. Es fácil ser Shakespeare cuando no se inventó el éxtasis, ni el Facebook, ni los mensajes de texto. Sobre todo, ¿cómo vencer la timidez, cómo superar la barrera del temor al rídiculo? Quizás así, pensó. Quizás tomándola del brazo como hizo. Ella se sorprendió, quizo sacárselo de encima, inventó unas amigas a las que estaba buscando, pero él ya estaba decidido.

- Por favor -le dijo- es un minuto.

- No, disculpá, pero no bailo -intentó ser cortés, ella

- No, no quiero bailar. Y me angustia pensar que, en las primeras cinco palabras de nuestras vidas, ya te mentí. No quiero un minuto, necesito tal vez tres. Necesito tres minutos para contarte una historia.

Se quedó parada, sin entender. Le habían dicho cosas esa noche, pero ninguna como esa.

- Necesito contarte una historia. No quiero que me digas nada, ni que pienses que soy un loco. No voy a tratar de darte un beso, no te voy a pedir plata ni quiero nada de vos, más que esto. Necesito que te imagines a un coronel que se llama Álvaro. Álvaro Barros.

Fue la primera vez que ella supuso que el tipo estaba bajo los efectos de alguna sustancia.

- Necesito que pienses que estás en un lugar desierto de la pampa húmeda, sí, sí, no me mires así, yo se que parece una locura, pero estás hace 143 años en un lugar de la pampa húmeda, en el centro geográfico de la Provincia de Buenos Aires. ¿No te lo querés imaginar? Hubo un tipo que no se lo imaginó, que vino en un barco y lo vio con sus propios ojos. El tipo no lo podía creer. Una noche, mirá lo que le pasó, estaba indignado porque decía que le iban a dar de comer una “ternera sin acabar de formarse”, lo escribió después, en un libro. Pero no, se estaba por comer un puma, y no sabía, ¡un puma! Se estaba por comer un puma y va y dice “es carne blanca y tierna, y se parece a la ternera”. Estaba llegando a este lugar que te digo que te imagines, Tapalguen se llamaba todavía, y el tipo describe “una llanura perfectamente plana y sembrada, hasta donde alcanza la vista, de toldos o chozas en forma de horno, de los indios. Aquí residen las familias de los indios aliados que combaten en las filas del ejército de Rosas”...

- Che, todo bien, sos simpático, pero mirá yo...

- Pará, pará, no te vayas, ¿sabés quién era el tipo? Charles Darwin, que estuvo en ese lugar. En ese lugar al que llegó 30 años después el coronel Álvaro Barros, con el nombre de jefe de Frontera Sur. Pensá que llegás, y hablás con el cacique de la zona. Un indio, ¿entendés?, pero no cualquier indio, un indio que ya echó al ejército de los blancos en 1855, en una batalla en Blanca Chica, una lagunita linda, donde yo pesqué algunos pejerreyes cuando era chico, con amigos, con asados. Pero no te voy a hablar de mí, no, esperá, no te vayas, pensá que vos, el Coronel Álvaro Barros, lográs la paz con el cacique. Hasta lo escribís en una carta, ¿sabés? Escribís esto: que sos de la opinión que a los indios amigos debés concederle la propiedad de las tierras que ocupaban, para obligarlos a poblar y vivir en sosiego.

Ella, por primera vez, se interesó. Qué momento ese. Hay que ver la cara del pibe cuando ella lo mira, de una buena vez por todas, el ruido de fondo, las luces que se prenden y apagan tan rápido, los vasos con tragos de colores que interrumpen el relato por momentos.

- Y entonces vos, Álvaro, conseguís el reconocimiento oficial. Fundaste un pueblo. Un pueblo que se llama Olavarría. ¿Sabés por qué? Porque había otro tipo, un militar también. No, no, no me gustan los militares, no sé, pero esos eran otra cosa. Este tipo, Olavarría, era del Ejército de los Andes... de los de San Martín, de los que estuvieron en Chacabuco, en Cancha Rayada, en Maipú, de los que fueron a Perú. Y cuando San Martín renuncia, este tipo, Olavarría, se va con Simón Bolívar, ¿me escuchaste? Como jugar en el Barcelona y en el Real Madrid....
- No me gusta el fútbol

- Bueno, ¿qué te gusta?

- Soy periodista.

- Entonces imaginate que escribís en el New York Times y en el Washington Post el mismo año. Te vas con Bolívar, después de haber peleado con San Martín, y después de Ayacucho, Bolívar te condecora. ¡Te está condecorando Bolívar, flaca! Y te volvés, pero querés más, y sos jefe de regimiento para la Guerra del Brasil, y peleás Ituzaingó. Volvés de nuevo...

- Mirá, me tengo que ir, mis amigas se están yendo...

Y el pibe agradeció al Cielo que ella no tuviera de esas amigas apropiadoras, de esas amigas que alguna vez sufrimos todos, las secuestradoras corporativas que no dejan a ninguna en el camino de la batalla nocturna.

- Y te retirás de la vida militar. Estás un poco con Lavalle, pero el rosismo te mata, viste, querés estar tranquilo, porque te casaste, tenés pibes, el ejército te da un campito en Mercedes.

Ella, entre asustada y algo intrigada, busca la cartera y le ofrece su número de celular.

- No quiero tu celular, ya te dije, necesito que ahora pienses en Villegas, el tipo que le puso de nombre Olavarría al primer fortín que se levantó ahí, entre Trenque Lauquen, ¿conocés Trenque Lauquen?, entre Trenque Lauquen e Italó, al Oeste de la Zanja de Alsina, ah, si tuviera tiempo para la historia de la Zanja de Alsina, pero no, escuchame. Vos sos Villegas y querés recuperar el nombre del Coronel Olavarría, y a tu fortín le ponés así. Y es alrededor de ese fortín que vos, Álvaro Barros (por primera vez le toca el hombro), fundas el pueblo. Pero en el ´68 la pudrís, porque tuviste tres años tremendos, ¿te acordás? Llegaste, arreglaste con el cacique, fundaste un pueblo y... tres años despuéstu ministro de Guerra te traiciona, el hijo de puta del Dr. Gainza, te traiciona, y te reemplazan. Te fuiste. Pasan la comandancia a Blanca Grande, otra laguna, que tiene un arroyito al costado, se sacan chatas y dientudos, más linda, pero te dejan tu pueblo sin comandancia, y entonces empezás a depender de Azul, del Juez de Paz de Azul. Ahí empezó la pica con Azul, ¿sabías vos? Olavarría y Azul, no se pueden ni ver...

- Como Springfield y Shelbyville -acota ella.

- ¡Exacto! -se entusiasmó, por la primera respuesta positiva - pero entonces estás vos, ahí, en el pueblo, y ya tenemos diez manzanas de gente, y vamos a pedirle a la gobernación que queremos nuestro propio partido. Porque encima llegó el tren, ¡llegó nuestro tren!, pasa por ahí, y construimos la primera Iglesia, y la Sociedad Rural, la Sociedad de Damas y Caridad, que eran lo más parecido a una Hospital, el Banco Provincia. Después nombramos autoridades.

Ella se dio vuelta, y él pensó que la había perdido. Pero, en verdad, ella había perdido definitivamente a sus amigas, y una forma rápida de escapar. Cuando él tomó nota, fue como si un segundo aire de inspiración le viniese del Cielo, y nombró a las autoridades como los viejos nombran las delanteras de equipos de fútbol de los ´50:

- Canavero, Celestino Muñoz, Leal y Cortéz. Hasta la primera estancia se había formado, que se llamaba, mirá qué casualidad, “La Cristina”, todavía existe. Entonces teníamos todo, y fuimos a ver al gobernador, Carlos Casares, le dijimos: queremos ser un partido. Y ganamos, no más depender de Azul, nada. Somos un partido, y Olavarría es cabecera. A principios de siglo, encima, vienen y nos nombran ciudad. ¿Sabés lo que es ser una ciudad? Es todo, es todo dejar de ser un pueblo, y que el gobierno te nombre: ciudad.

La pausa pudo haber servido para que ella se fugara, fingiera una última búsqueda de sus amigas, y emprendiera la marcha de dos cuadras que la separaban de una remisería. Dio unos pasos para atrás, pero cuando tuvo la oportunidad de escapar definitivamente, se volvió, quizás algo intrigada:

- Disculpame...¿alguna vez te levantaste una mina contando esta historia? Digo, no tiene final, pasó hace mil años, no tiene nada que ver con este lugar, y ni siquiera es muy heroica...

- No

- ¿Y por qué pensás que ahora...

- Porque ahora no quiero nada y porque es la primera vez que la cuento. Porque pasado mañana se cumplen 143 años de que el tipo este, Álvaro, fundó el pueblo, y porque de esas tolderías con las que empezó este cuento, de ese cacique negociador, de esas diez manzanas, de ese coronel que estableció la paz con los indios, ahora hay una ciudad de cientos de miles de personas que se van a juntar el domingo en un parque a agradecerle a ese tipo. Y yo tengo la llave de mi auto en la mano y el deseo estúpido, irracional y caprichoso, de que ese domingo estés vos ahí. Me llamo Álvaro y ojalá que en quince minutos, después de que busques tu cartera, estés en la esquina de este boliche, que no me deja escuchar nada, lista para hacer tres horitas de viaje hasta allá.

La besó en la mejilla, y salió.

15/11/10

Fausto

Cuento N° 24 de "El amor en tiempos del kirchnerismo". Hoy: "Fausto".


Fausto

Fue puro azar aunque, después, seguramente pensaron en que era todo parte de un plan más cósmico, más divino, tal vez más trascendental. Que los tres, por distintas razones, estén yendo en este momento, camino al mismo lugar, no puede ser más que la voluntad de un dramaturgo universal, de la fuerza de una entidad que no es sino el demiurgo del Universo. Que hayan entrado por tres puertas distintas al mismo hotel, con la certeza de que cargaban sobre sus espaldas la derrota de un gobierno que le había cambiado la vida a tanta gente. Y todo, por aquella noche fundacional.

También pudo haber sido puro azar que esa noche quedaran justo esos tres. Porque ese otro que se fue último pudo no haberse tenido que encontrar con ella, o algunos de esos tres pudo haberse ido a dormir un rato antes. Pero no. Así estaban dispuestas las fichas, y así jugaría el destino con sus tres juguetes. Los dejaría solos, en una terraza de esa casa que habían alquilado, cerca de la Avenida Córdoba, sentados en tres sillas plásticas, junto a la agonía de las últimas brasas. Intentaban adivinar qué era esa construcción que estaban mirando, un monumento de concreto de raíces espiritualmente soviéticas, que pudo haber sido un exagerado tanque de agua o el comienzo arbitrario de una autopista imposible. Tal vez, no lo sabrían nunca. Cuántas veces pensarían, luego, qué hubiera sido de sus vidas si en vez de haber tomado esa decisión funesta, se hubiesen mantenido especulando con el origen del monumento de concreto.

- ¿Pedimos helado? -dijo uno, y entonces el destino les soltaría la mano y caerían en las fauces mismas de la tragedia. Era verdad, pensarían, que el Señor obra de formas misteriosas. Quién hubiese dicho que el acto de proponer pedir un kilo de helado pudiese arruinar la vida de tres jovenes en una terraza cerca de la Avenida Cordoba.

Un democrático (por lo menos a la griega, aunque esta discusión sobre el carácter democrático del azar me exceda) piedra, papel o tijera decidió el reparto de tareas, y así fue que tuvo que bajar hasta la heladera a buscar el iman de la heladería “Fausto”. El otro llamó y pidió un cuarto de chocolate, otro de dulce de leche, otro de tramontana y el cuarto de banana. El tercero de ellos, es decir, quien todavía no había realizado ninguna tarea, realizó un chiste vinculando la elección de los gustos de helados (especialmente por el tercer y cuarto gusto) con la sexualidad de sus dos compañeros. Y se sentaron a esperar, mientras intentaron sin éxito retomar la consideración sobre el monumento de concreto. Porque enseguida uno de los tres, cuyo nombre no quisiera eternizar, abrió las puertas del Hades.

- Che, nos vamos a la B, ¿no?

Debo contarle al lector que, así, desnuda, esa frase tal vez no significa nada. Debo suplir las fallas de mis párrafos anteriores, y lograr resumirles un estado de situación. Explicarles que los tres amigos simpatizan con el club River Plate de la Capital Federal de la Argentina. Comentarles que, al momento en que estos sucesos acontecen, el club River Plate corre el riesgo, ante una serie de adversidades deportivas, de perder su categoría de Primera A e ir a jugar con equipos de la segunda división del fútbol argentino. Lectores extranjeros necesitarán, también, contar con el dato de que, junto a Independiente y su archirrival Boca Juniors, River Plate es uno de los tres equipos que jamás descendió a la B Nacional. Es decir, no es normal que River Plate descienda de categoría. Puesto en situación, el lector tiene el permiso de continuar sabiendo que esa pregunta sólo puede hacerse entre simpatizantes de una misma escuadra futbolística. Podría condenarlos en un tribunal de hipocresía si les relatase aquí los denodados esfuerzos por fingir una seguridad falsa ante miembros de otros equipos (especialmente frente a los del Boca Juniors), un convencimiento artificial y consciente sobre las serias chances del equipo de recuperarse y mantener la categoría. Pero sería fútil y, tal vez, vil. Lo que vale quizás contar es que, con sus matices, los tres estuvieron de acuerdo en las serias chances de su River Plate de perder la categoría, y dos de ellos encendieron sus cigarrillos, buscando algún consuelo químico. Pero el tercero, cuyo nombre aún menos voy a eternizar para que las fieras lo sometan al escarnio de la Historia, tuvo que contentarse con un discurso conmovedor.

- ¿Se dan cuenta, no? - y dejó un silencio teatralmente planificado.

- ¿De qué?

- De lo terrible que es que River se vaya a la B.

- No es para tanto, qué se yo... -intentó interrumpir otro, mintiéndose, pero el primero siguió.

- Porque no es solamente que tu equipo se va a la B. Es que sos de River y te vas a la B. Sos la generación que vio irse a River a la B. Se dan cuenta...

- Pero de qué, pelotudo.

- De que no vamos a poder hablar nunca más de fútbol. Nunca. No van a haber más asados en los que puedas hablar de fútbol desde una posición futbolística. Vamos a tener que hablar “de la Selección”, y nada más. Como las mujeres. Vamos a poder opinar cada cuatro años, durante el Mundial. Nos vamos a volver un ejército de “periodistas independientes” del fútbol. Tipos sin ideología, tipos que no defendemos nada... miserables, bah. Yo prefiero perder cinco a cero con Boca en un asado de veinte bosteros que tener que llamarme a silencio porque mi equipo se fue a la B. Nos vamos a volver parias. ¿Saben cómo va a ser? Va a ser como si te obligaran a ir con tu mujer a todos los asados del mundo por el resto de tu vida. Eso es. Nunca más un asado sólo de varones, nunca más hablar de minas, nada. Eso nos va a pasar.

Los tres se concentraron en el monumento de concreto, silenciosos por el nudo de la garganta. Hasta que uno remató:

- Yo prefiero que el Gobierno pierda las elecciones del 2011 antes que River se vaya a la B.

Lo pensaron. Se miraron entre sí. Evaluaron variables, compararon sus vidas, tomaron cuenta de sus situaciones personales, balancearon mentalmente el interés colectivo con el individual, les disgustaron los resultados, los repensaron. Todo, bajo el silencio de una noche de verano, que sólo sería interrumpida por el timbre. Los tres se movieron, más para distraerse de esa disyuntiva, que para colaborar, y llegaron casi al mismo tiempo hasta la puerta.

- ¿Quién es?

- Sí, habían pedido...

Y antes que el hombre pudiera terminar su frase, uno de ellos abrió la puerta y, observando la gorra blanca con la inscripción “Fausto”, lo completó:

- Sí, helado, es para acá, ¿cuánto te debo?

- No, me confundí entonces, no es helado. ¿Ustedes no pidieron un pacto con el Diablo?

Los tres quedaron atónitos, entre risas y confusión. El primero de ellos quiso cerrar rápido, temiendo que sea una maniobra distractiva para asaltarlos, pero el hombre del delivery alcanzó a poner el pie trabando la puerta.

- No, pará, es acá. Cerca de la Avenida Córdoba, me dijeron... - hizo un silencio y prosiguió. Sí, es acá, enfrente de la oficina de Mefistófeles -y señaló con la cabeza el monumento de concreto.

- Pará, flaco, ¿te sentís bien? Por qué no salís un poco afuera -dijo el tercero de ellos, ya un poco más asustado.

- “Que pierda el Gobierno en 2011 pero que River no se vaya a la B”...¿son ustedes, no? Firmen acá abajo, por favor, y les entrego el recibo.

Una fría gota de sudor se replicó por tres, en cada una de las espaldas. Voy a ahorrarles las posteriores incredulidades y las maniobras de acreditación del enviado de Mefistófeles, para apenas relatarle su resultado: la consumación de un pacto sellado con el Diablo para que el club River Plate no perdiera la categoría de Primera División, a cambio de que el Gobierno, de quien los tres eran partidarios, perdiese las elecciones de 2011. Un pacto que, firmado con una gota de sangre por cada uno de ellos, fue sellado con un pacto posterior de silencio. Pero firmar un pacto con el Demonio produjo algunas rispidices en esa amistad. Y no sería sino hasta el partido en el que River logró conservar la categoría, que los tres no volvieron a verse. Esa tarde, jugadores que semanas atrás eran incapaces de meterla en un arco iris, ahora repartían una delicia en el verde césped nunca antes vista. En diferentes puntos del Monumental de River Plate, sólo tres personas (y la hinchada visitante) no gritaron de alegría cuando River se salvó del descenso. Uno de ellos, incluso, creyó ver en el cocacolero, la cara del hombre con la gorra de “Fausto”, guiñándole un ojo. Pero vaya uno a saber.

Y habrá sido puro azar, o la última broma que les jugaría Mefistófeles, que los tres estuviesen yendo, en el mismo momento, al hotel donde el Gobierno recibía la noticia de la derrota electoral. No sabremos si habrá sido azar, o qué, que trabajando para distintos candidatos, para distintos miembros del Gobierno, en distintos proyectos que hacían a la campaña, ahora los tres se cruzaran en el mismo punto del hotel, y apenas levantaran la cabeza para mirarse. Los tres responsables.

Años después, la política los reuniría en algún asado en vistas a armar un candidato para la Provincia de Buenos Aires. Ninguna haría alusión a aquella noche trascendental, ni siquiera cuando la conversación se mudó al fútbol. Pero sí descubrieron, esa noche, en ese asado, que ninguno de los tres había pronunciado siquiera una sola palabra en esa discusión sobre fútbol. Haciendo memoria, notaron que desde aquél funesto encuentro en ese hotel, durante el 2011, no habían vuelto, jamás, a hablar del tema que otrora los apasionara. Entonces comprendieron que, en verdad, no hay posibilidad de salir satisfecho de un pacto con el Diablo. Y los tres temieron cuando uno de los comensales manifestó en tono jocoso que, de ser necesario, haría un pacto con el Diablo con tal de ganar las elecciones. Entonces sonó el timbre, y ese alguien se levantó:

- Debe ser el helado -dijo.

10/11/10

Cristina soñó con un caballo que tomaba agua en el estanque


Ahora que se puso de moda el periodismo de adivinación, o el especulacionismo periodístico, Luis Majul comienza a analizar, desde nuestro blog, la semana política. Basado en técnicas milenarias como la adivinación de pensamiento, la bola de cristal, la lectura de manos, el Google o el simple saraseo, Luis nos presenta hoy:

Cristina soñó con un caballo que tomaba agua en el estanque

Por Luis Majul

Se levantó 7 y cuarto. Le gusta poner el reloj a las siete, apagarlo, y dormir quince minutitos más. Siempre durmió del lado izquierdo de la cama, y no va a cambiar ahora. Como si quisiera conservar el poder de su esposo dejando su espacio sin ocupar. Así no funciona. Toma un té con dos tostadas. A una le pone Mendicrim light. A la otra, en cambio, mermelada BC, esta semana de durazno, pero la anterior de frutilla. Como el ying y el yang, como una comida agridulce en dos cuotas: primero lo agri, después lo dulce, quitándole la contemporaneidad que califica a una comida como agridulce.

Ese día, Cristina soñó con un caballo que tomaba agua en el estanque. Entonces pensó que eso debía significar algo. Se lo contó al Chino Zanini, pero no la escuchó porque agarró la pava con el trapo mojado, y el calor se pasa igual, y entonces se quemó la mano. Gritó: “ay, la re puta que lo parió”. Es un símbolo de crispación, también. Aunque hay cierto triunfalismo. Lo pueden decir los granaderos. A quien Cristina antes no saludaba y ahora, en cambio, sí. Asiente con la cabeza y les dice: “hola, ¿cómo andan?”. Y los granaderos no responden porque son, claro, granaderos, y trabajan de quedarse piolas ante los estímulos externos. Cristina una vez pensó que no le gustaría ser granadera. Vaya a saber uno por qué, yo solamente sé que pensó eso.

Pide un café, ni bien llega, y lo revuelve en 32 oportunidades, mientras piensa que, en vez de hacer cosas para que la vote menos gente, debería, claro, hacer cosas para que la vote más gente. Es una adicción tremenda al poder que tienen los peronistas, que en vez de hacer cosas para que la gente los desprecie de por vida, intentan hacer cosas para que los sigan votando. Esa enfermedad, quién sabe si no es la misma que deterioró la salud física de Néstor Kirchner. En el fondo son conservadores: en vez de querer perder todo revolucionariamente como deben hacer si dicen ser de izquierda, quieren mantener lo conquistado. Qué mentirosos, hijos de una gran siete.

Se pregunta si tiene crédito en el celular, pero no manda el mensajito de “Consulta de saldo”. Agarra y llama directamente, total cualquier cosa la chica de Claro le va a decir que “su saldo es insuficiente para realizar esa llamada”. Y sino, tiene el liberado de la Casa Rosada. Pero no, la atienden, se ve que sí tenía crédito, a pesar de sus dudas. Dudas que no quiere mostrar hacia afuera, porque su imagen caería: nadie quiere una presidenta que no sabe si tiene crédito en el celu. Habla algunas cosas, que sería relevante conocer a los efectos de este análisis político, pero la aversión del oficialismo a la prensa independiente se traduce en que Cristina no permite que viajemos con ella en su auto oficial. Mucho menos dormir en su cama. Aduce respeto a la intimidad pero, tras eso, esconde un rechazo visceral por todos los que piensan distinto a ella. Es una ley del periodismo que viene desde Truman Capote: si no te deja dormir con él, algo está ocultando. Rodolfo Walsh decía algo parecido. Si Cristina fuera progresista dende veras haría algo más parecido a lo que dijo Walsh. Que ahora no sé bien cómo era, y los resultados de Google son demasiado confusos. Como el entorno de Cristina. También está lo de Cristóbal López que no sabía bien dónde engancharlo. Y acá de paso pongo que la oposición está desconcertada, para quedar como periodista ecuánime, que soy, por cierto. Mirá cómo ecuanimizo: la oposición también hace cosas malas en vez de buenas.

Se acordó después de que soñó con un caballo que tomaba agua en el estanque, y le dio sed. Toma hace mucho tiempo esas aguas saborizadas, valga el oxímoron. Mientras tomaba el segundo vasito, porque toma dos, pensó en sus hijos y en cómo sería la vida de ama de casa. Cuidando a Máximo y a Florencia. Aunque Máximo esté ocupado poniendo funcionarios retrospectivamente, es decir, asumiendo la responsabilidad de cosas que le anteceden. Rosendo Fraga, sin ir más lejos, acusó esta semana a Máximo de haber sido asesor de Viola. Tal vez es una forma de elogio, si Máximo fue capaz de asesorar a Viola en pañales y andador, entonces estamos ante la presencia de algo extraño. Quizás ahí se conocieron Máximo y Rosendo: cuando Rosendo era asesor de Viola, ya.

Cristina también piensa en Florencia, con algo más de temor. Su gusto por el cine. El temor es que Florencia rompa con el kirchnerismo y se ponga a hacer películas como las de Pino Solanas. No tanto por las especulaciones que pudieran surgir, sino más bien por lo aburridos que son los documentales testimoniales. Cristina piensa que Pino debería hacer la remake de Rambo relatada con la voz en off de él mismo. Aunque yo, sinceramente, te iría a ver “Los hijos de Néstor” filmada por Florencia Kirchner. Quien, por cierto, cambió bastante desde el 2003 para acá. Mi abuela decía “pegó el estirón”. Ahí hay un espacio de poder vacante: el novio de Florencia. Creen que tal espacio será ocupado rápidamente por un militante de La Cámpora, como Marcelo Tinelli, Sting (que vendría por eso a tocar a Plaza de Mayo), Pochi, el sicario más joven de México o, quizás, Ángel Cappa, todos pertenecientes al círculo íntimo de Máximo Kirchner. A Cristina el que más le gusta es Pochi, porque combina la ternura de sus doce años con la capacidad política de armar y sostener una estructura de tráfico de drogas. Pero piensa en las dificultades de recuperar a los sectores medios con las imágenes del Pochi arrojando cadáveres degollados al costado de la ruta. Orlando Barone emitió su queja por la posible incorporación del Pochi al kirchnerismo. Pidió que ahora no llegue cualquier arribista y ocupe los espacios de los que estaban desde la primera hora. Como en el feudalismo, el entorno de Cristina también intercambia matrimonios por poder.

Esto pasó en la semana política.