22/11/09

El espionaje ha muerto

Tengo que decir que me entristece. Las generaciones venideras dejarán de jugar a los espías: miles de niños evitarán soñarse vestidos de negro, los sombreros que camuflan, los bigotes postizos, los diarios que ocultan las caras. La Caída del Muro causó dos nuevas muertes, titularía acaso un Clarín del Este: el comunismo y los sueños de ser un servicio de inteligencia más o menos respetable.

(Y que nadie me diga que los niños jugarán igual a los espías, aunque éstos hayan muerto. Si, como dice el compañero Carlos Marx, la humanidad se propone únicamente los objetivos que puede alcanzar, así los niños practican juegos que sólo luego realizarán como adultos. La imaginación del niño está sobrevaluada, tan determinada materialmente como el acceso a los elementos con los que cuenta).

La difusión de las nuevas tecnologías. O la globalización misma. Las ventajas de poder enviar mensajes tan rápido, con tan poco riesgo, también trajo sus consecuencias. Intervenir un teléfono fue, en los ´80 y previamente, una empresa tan costosa que sólo pudo ser sustentada por el Estado, el único empresario que juega a pérdida. Como la seguridad, como el transporte público, acaso el servicio de inteligencia, el espionaje, era eficaz en tanto que monopólico. La democratización de las tecnologías, las herramientas del espionaje al alcance de cualquiera, fueron su acta de defunción. Si cualquiera puede espiar, entonces todos espían y nadie lo hace. Que los espías puedan ser espiados era parte de las reglas del juego. Pero que el sistema de espionaje sea espiado como tal, eso los quebró corporativamente. El día que un espía pisó un estudio de televisión, ese día, el espionaje murió. Todo lo que está ocurriendo, entonces, es un palazo más de tierra encima de esa gran corporación que era el espionaje.

Rupert Murdoch no tenía derecho a espiar, por más magnate que fuera. Es la razón del Estado lo que impide a los privados dar servicios que sólo funcionan si son monopolios públicos: no hay rico en el mundo que se compre un tren para ir hasta su empresa, y no porque no pueda, sino porque no debe. Detesto enfáticamente a los out-sider de los espionajes tanto como a los out-siders en la política: no porque lo hagan mal o bien. Sino porque evitan un camino de militancia, de aprendizajes, de formaciones. Porque quien no militó los servicios de inteligencia no debería tener derecho a comprar, con dos clicks en la compu, un sistema de espionaje. Porque quien no pisó unidades básicas no debería tener derecho a comprar militantes.

El macrismo falló como espionaje porque trasladó esa lógica de amalgama de lo público y lo privado: tercerizó el espionaje en vez de comandarlo. La autonomía del espía es una caja de Pandora, una brecha antes contenida en una Causa -la Libertad, el Pueblo, el Estado, el Partido- ahora vive la anárquica ambición del individualismo. Así les fue: donde nació un espía con ego el espionaje quedó en terapia intensiva.

Un día un espía se copó con Facebook, y el espionaje terminó de morir.

El espionaje murió porque llegó a la prensa y rifó su capital operativo: la oscuridad. Un gobierno no puede tener que salir a decir "este espía no es mío". Hablar del espionaje es nombrar al silencio. El espionaje es víctima de su época, de esta época. De la muerte de su padre, el altruismo: la tarea sin reconocimiento. Un espía lo es hasta que es reconocido espía: luego, no existe. "Espío, me reconocen; luego, no existo", debió haber escrito el Descartes del espionaje.

O la vida del espía era La vida de los Otros, o el espía no existía. Un obrero se reconoce en su trabajo; un médico, también. Un espía no tiene firma, ni sello: ni identidad.

¿Dónde irán a para los miles de pequeños Ciros James que corretean por las plazas, que se esconden tras los árboles?, ¿quién reclutará a esos jovenes que espían al amor de sus vidas, esas vecinitas de enfrente que, atrevidas, fingen no ver a quiénes están viéndolas?, ¿qué reemplazará esa necesidad de información oscura?, ¿hacia dónde canalizarán los espíritus aventureros esa necesidad de adrenalina constante?

Así estamos. Consternados, rabiosos.

3 comentarios:

Primo Louis dijo...

Ojo que el espionaje económico está más vivo que nunca! Sino porque la CIA o la ANS aumentaron su presupuesto durante los 90 y los 2000?

"Los muertos que vos matais gozan de buena salud" te dirían un par de multinacionales.

il Postino dijo...

che se acuerdan del juego ese que consistía en un paquete de herramientas para espiar? no me acuerdo si era de ANTEX o alguna de esas empresas de la juguetería.

Amelio Luna dijo...

El más grande, sin dudas, fue el Súper Agente 86...