Termino de ver la película Frost Nixon, la historia detrás de aquella gran entrevista en la que, por primera vez, Nixon confesaba. La tarea para el hogar es ver esta peli antes del viernes. O ver la entrevista, directamente, en youtube.
La tarea de la semana continúa, luego, esperando que llegue el viernes: militando, digamos. Yendo a la plaza, si hay que ir; charlando con compañeros, escuchando, leyendo mucho y rebatiendo.
Si el viernes la Ley de Servicios Audiovisuales se vota, solamente hay que festejar: todo alegría.
Listo. Se ganó una ley, y es un avance enorme, entre otras cosas, porque es ley.
Eso sí. El sábado, la tarea ya es otra: hay que llenar la ley. Hay que empezar a laburar, a preguntarnos para qué queríamos esa ley. Una ley que no puede ser -solamente- para que uno solo no produzca demasiado. Tiene que ser una ley para que otros también digan cosas. Y para que los que queremos escuchar otras cosas, también podamos.
Pienso en la película "Frost-Nixon" y se me ocurre que un efecto lateral de esta ley tiene que ser el regreso de los programas políticos. Entrevistas de dos horas. Si el Estado va a tener algunos canales, o uno, o dos, replicar aquello que se venía haciendo en Encuentro, unos buenos documentales sobre cada década de la historia argentina, pero con otro sentido, con entrevistas personales. Lo positivo de un canal estatal bien manejado, debería ser la posibilidad de quitarle al periodismo una mochila espantosa: la de la permanente urgencia, la de la insoportable actualidad del medio.
Entrevistas de dos horas a los tipos que estuvieron ahí. Gente que labure de eso: de investigar un tipo un mes, de salir de los lugares comunes, superficiales. Hay que llevar a Escudé a hablar dos horas de política exterior menemista, y ponerle adelante un tipo que se banque la discusión, que no lo corra con progresismo y que reprima al personaje payasesco de Escudé para que hable de verdad sobre su concepción realista de la política exterior. Viejo, hay que llamar ya a Roberto José Dromi, y que de sus puntos de vista sobre las privatizaciones. Entrevistar a Martín Balza, hablar con especialistas en Defensa.
El periodismo no es malo: pero tiene un problema estructural, se trabaja para el hoy, nadie puede dedicarse, en un esquema tan urgente, a investigar la carrera política de, no sé, Corach, para discutir con él a fondo. La tentación, entonces, es la pregunta pava por la corrupción, la simplificación como única forma de ejercer la profesión. Que esta ley sirva para eso, para aflojar los tiempos, al menos en algún canal estatal. Que ambas cosas convivan, que las noticias también son importantes. Por eso esta ley debe multiplicar.
Primavera 2024 (63)
Hace 7 horas.
2 comentarios:
Me recontra anoto en esa. Un Corach. Sí, un Corach.
Se van para arriba las burbujas...para arriba?
Yo también estaba bosquejando una respuesta tipo para postear en Cartoneros y sumarme a esta "polémica" construida desde un libro que Fernández le prestó a Fernández. Pero vi tu nota en Crítica, hoy.
Listo.
Silencio, Genoud, silencio. La próxima vez, por favor, algo más consistente. Hedor a pescadería en La Puna. Y hedor a odio de clase destilado en algún lounge de Palermo Soho.
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