Publiqué allí algunas respuestas a cosas que decían. El primer día fue nefasto: terminé la jornada “baneado” (además de todo, aprendí una gran cantidad de palabras nuevas: “baneado” quiere decir que se me bloquea el ingreso a la página). Según los moderadores, sujetos encargados de la custodia de la buena moral y las costumbres del lugar, el hecho de que mis textos hayan sido escritos con letra mayúscula, por un descuido, conspiraban contra las buenas relaciones entre cibernautas. Escribir con mayúscula, dicen, significa en el idioma cibernético la expresión de un grito. Formas de resignificar el lenguaje. La vida de “Bukowsky”, que era yo, había terminado en tan sólo un día.
Algunos trucos informáticos me fueron revelados para reingresar a la página. En vano, mi intento por aparecer bajo una nueva identidad, “Pierre Menard” el protagonista del cuento de Borges que intenta rescribir –no copiar –El Quijote, fue descubierto por las mentes tecnológicamente superiores a mi escasa noción de los códigos IP de las computadores. Al parecer, mi expulsión había sido motivo de trifulcas entre el grupo que regentea, el “staff”, dicha página (la cual, por algunas razones, no voy a nombrar). Previo pedido de disculpas y adaptación a las reglas, regresé bajo mi nuevo seudónimo: “Pierre Menard” volvía al ruedo.
Según comprendo ahora, tarde, la buena reputación de un forista no está dada por su intención de debatir, sino por la cantidad y calidad de aportes: así, los más aplaudidos usuarios de la página eran jóvenes dedicados a subir a Internet capítulos de series norteamericanas, programas viejos de televisión y películas recién estrenadas en el cine.
La discusión, en cambio, era motivo de repudio. La mala fama de mi usuario se extendía junto a la de mi amigo. Hubo momentos en que, sospecharon, mi amigo y yo éramos el mismo. Las quejas eran constantes: los “usuarios bien” exigían que fuéramos nuevamente expulsados. Parecía que todo lo que decíamos era una ofensa personal a cada uno. En una discusión acerca del peronismo, donde obviamente, ejercimos la defensa del componente popular del movimiento, fuimos acusados de iniciar una campaña política. Fue increíble, pero de pronto la discusión se había transformado en contar historias de abuelos perseguidos por el régimen: así, cada cual afirmaba tener un abuelo preso por no llevar la cinta negra en el brazo cuando se murió “esa prostituta” (según sus palabras). Reclamé por una historia un poco más formal: que no sean puras anécdotas de abuelos. Al poco tiempo, un candadito naranja terminaba con la discusión. La gente se enojaba cuando era llamada “gorila”: nadie, en el foro, quería ser etiquetado. Me gustó la idea: me divertía cómo gente que decía que en la villa son todos chorros no quería ser nombrada fascista. No los asusta tanto ser fascistas: pero los aterra ser nombrados fascistas. “La plata se puede hacer trabajando”, decía otro en una discusión sobre qué hacer con los ricos. Le pregunté si eso no era demasiado liberal, y me dijo que no, que él no era liberal ni marxista ni nada, que era simplemente un humano. A mí me pareció que no: que ser nada no es, justamente, la propiedad que caracteriza a los seres humanos.
Fuimos acusados de varias cosas. Pero una me llamó más la atención. Habíamos sido categorizados como “trolls”, quizás la mejor palabra que aprendí estando en ese foro. Al parecer, los trolls son personajes que hay en la red que ingresan en este tipo de foros a fastidiar a los demás, creando innecesarias controversias (la imagen junto al texto es una advertencia para no responder a dichos mensajes: “don´t feed the troll”). Confieso, ahora sí, que hubo momentos en que lo fui: pero que mi primera intención era encontrar un lugar para discutir algunas cosas. La reacción negativa de algunos, mayoría en el lugar, me volcó hacia el trollismo. Así, creamos con mi amigo un Ejército Revolucionario de Marta Holgado, y dedicamos mucho tiempo a corregir errores ortográficos que abundaban.
2 comentarios:
Claro, y que le faltaste el respeto a medio foro bajo el psudonimo de bukowski no lo pones no?
Flaco, me alegro que hayas decidido no entrar mas a esa pagina, segui haciendo tu revolucion en este blog en donde nadie te va a decir nada, porque no lo debe leer ni tu mama
Ay ay ay ay... se me cruzan mil cosas por la mente!!! me pregunto qué sucede con la gente de los blogs que no aceptan acepciones diferentes a las propias... la heterogeneidad y el debate nos construye como personas, si es que estamos dispuestos a enriquecernos y construir! Por otro lado veo la típica estupidez de señalar con el dedo acusador y no dar lugar a ningún pero... Ni hablar de aquellos que suelen tener aseveraciones del tipo "a los negros hay que matarlos a todos" "porque a mi abuelo bla bla bla" y el infaltable "algo habrá hecho"... Chabóooon!!! qué Caraho tenés en la cabezaaaa!!! 0 compromiso por nada que no seas vos mismo, ¿no? y los errores de ortografía?? terrible... Eso es absolutamente imperdonable!! Igual tampoco me gustan ningún tipo de etiquetas... para nadie.
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