ADVERTENCIA: SI USTED ESTÁ A PUNTO DE LEER "MADAME BOVARY" DE FLAUBERT, O TIENE PENSADO HACERLO EN UN FUTURO, SE RUEGA NO LEER EL SIGUIENTE TEXTO.
Estoy harto de los que se creen inteligentes. Los puedo odiar porque tengo autoridad moral: porque, ni por asomo, yo creo serlo. Usted dirá, con razón, que mi trabajo es más sencillo. Que, cuando uno es un imbécil, saberse imbécil es una tarea simple. Yo le diré que no se crea: que hay mucho imbécil dándose aires de inteligencia.
Leía "Madame Bovary", de Flaubert. Yo no leo para apreciar el bello estilo, ni para descubrir las analogías por detrás de los textos, ni por el placer de encontrarme representado en libros que, seguramente, no me tienen en cuenta. Cuando leo una novela, como es el caso, lo que busco es una introducción, un desarrollo y un desenlace. Y, sobre todo, busco que se encuentren en ese orden. Yo soy un imbécil, y la editorial Biblioteca Austral parece no haber notado que, cuando yo leo un libro, quiero enterarme del final...al final. Si yo me cruzara al idiota de Juan Bravo Castillo -editor y traductor- primero lo golpearía. Luego, el diálogo continuaría así:
- ¿Usted es imbécil, Sr. Castillo, por qué me cuenta en la página 286 que Emma -Madame Bovary- se muere?, ¿qué necesidad de creerse superior contando el final del libro en un pie de página en la mitad del mismo?
- Es que usted no entiende, lo bello del relato de Flaubert no consiste en la sucesión de acontecimientos, sino más bien...
- ¡A mí me importa un carajo lo que usted opine que es bello, Sr. Castillo!
Y, probablemente, lo golpearía de nuevo. Yo leo porque la primera página me da intriga acerca de la siguiente. Probablemente es una forma estúpida de considerar a la literatura. Pero así leo yo. Y no tiene por qué venir un pelotudo como Castillo a decirme lo que yo tengo que apreciar. Yo entiendo que El Quijote será una obra de la re putísima madre. Pero cuando yo lo leí, me importaba saber, entre otras cosas, si el tipo se iba a deschavetar del todo, si se daba la cabeza contra el molino y se moría, o si terminaba en un psiquiátrico.
Seguro que el Sr. Castillo le muestra a sus novias "yo publiqué a Flaubert", y le dice lo mucho que sabe de la obra del escritor francés. De lo que no sabe nada es de ilusiones. La verdad que ahora el libro ni me entusiasma. Antes la lectura del libro significaba una caminata hacia un lugar predestinado: yo sabía hacia dónde iba, pero podía elegir el camino. Gracias a su pedantería, Sr. Castillo, ahora viajo en tren: la via es una sola, y el destino ya lo se de antemano.
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2 comentarios:
- ¿Usted es imbécil, Sr. Castillo, por qué me cuenta en la página 286 que Emma -Madame Bovary- se muere?, ¿qué necesidad de creerse superior contando el final del libro en un pie de página en la mitad del mismo?
- Es que usted no entiende, lo bello del relato de Flaubert no consiste en la sucesión de acontecimientos, sino más bien...
- ¡A mí me importa un carajo lo que usted opine que es bello, Sr. Castillo!
cambiemos el nombre a fuyusepe o pierre o bukosky, la puta que te pario a mi me acabas de contar el final del libro.
Me siento un Sr. Castillo cualquiera, y gracias a su comentario muchas más personas podrán disfrutar del texto. Ha contribuído usted con la humanidad. Siéntase satisfecho.
Mis mayores disculpas.
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