19/1/12

Gilda




(...) Hay un libro llamado Convergence Culture (Barcelona, Paidós, 2008) de Henry Jenkins, un analista de medios norteamericano que estudia este tema en profundidad. Él dice una cosa a propósito de Survivorque también vale para Gran Hermano, y es que es “televisión para la era de Internet: está diseñado para ser discutido, diseccionado, debatido, predicho y criticado” (pág. 35) y se refiere también al malestar de muchos de estos fans cuando sienten que las decisiones importantes en los realitiessiguen estando en manos de quienes producen el programa. Es cierto que muchas decisiones se toman sin que ellos puedan participar, pero también es cierto que ellos deciden las expulsiones, y ahí no podemos intervenir quienes hacemos el programa. Cada uno tiene su área de competencia. Como dice Jenkins, “los intereses de productores y consumidores no son los mismos. Unas veces se solapan. Otras veces entran en conflicto. Las comunidades (de fans) que en cierto nivel son las mejores aliadas del productor, en otro nivel pueden ser sus peores enemigas” (Ibíd., pág. 65). Me preocupa mucho que programa y fans se vean como enemigos. Cuando la gente cuestiona, ataca o descalifica, lo hace porque no les gusta una decisión del equipo: el casting, la emisión o no emisión de algún contenido, la manera en que se ha contado algo, una repesca, un cambio en las nominaciones o hasta una actitud de la presentadora. Siempre hay gente que piensa que se debía haber hecho de otra manera. Y probablemente muchas veces tengan razón. También ocurre que quienes votan toman decisiones que a nosotros no nos gustan, porque lastran el desarrollo del programa. Es muy difícil que concursantes, equipo y espectadores estén de acuerdo siempre. Es el riesgo de este trabajo interactivo entre tres entidades tan diferentes que están, a pesar de todo, condenadas a entenderse. En cualquier caso cuando la organización decide algo, lo hace porque creen que es lo mejor para el programa y eso ya tiene mérito, que se busque la manera de que el producto sea diferente, atractivo, entretenido y sorprendente cada año. Aunque nunca llueva a gusto de todos, hay que renovarse. Creo en la necesidad de las ediciones rompedoras, sorpresivas, que permiten un juego constante entre concursantes, equipo y espectadores. (...)

Por más que se intente ser fiel a la realidad, cuando esa realidad se edita, se recrea. Es inevitable. Las dos cosas más complicadas de este trabajo son atinar con lo realmente importante e intentar que eso que elegiste no se desvirtúe. A veces tienes montado un programa estupendo, te parece que no puedes quitar nada porque si cortas una frase o un gesto no se va a entender igual, pero tienes que llevar ese programa a la mitad del tiempo. Lo más fácil es quitar una trama entera, pero no siempre es posible porque a veces todas son igual de relevantes, todas han cambiado las relaciones y el estado de las cosas y si no las cuentas la gente mañana no va a entender de qué hablan o por qué se comportan de determinada manera. Así que quitas de aquí y de allá… Y sabes que con cada frase a lo mejor estás quitando un matiz importante, pero no tienes alternativa. Luego te caen aquellos chaparrones porque la gente dice que no está todo y que se ha suprimido esto o aquello para perjudicar o favorecer a alguien. Y tienen razón: no está todo, no hay manera de que quepa todo. Pero de ahí a que haya mala intención hay un trecho enorme.

1 comentario:

bahia ruge dijo...

..."este trabajo interactivo entre tres entidades tan diferentes que están, a pesar de todo, condenadas a entenderse"...
buena frase, lúgubre...