8/2/11

Fin de época

Al principio lo puteaba. Hay registros de ello, en este blog. Que cómo puede ser, que haga esto, que no haga lo otro. Las posturas sobre las cosas, son un aprendizaje también. Cuando comprendí algunas cosas más, cuando entendí de qué se trata asumir ciertas responsabilidades, comencé a mirar ese proceso con otros ojos. Más complacientes, si se quiere. Eso me ganó el odio de algunos que, hasta entonces, consideraba compañeros.

Por estos días trato de pensar que no puede ser que la identidad de uno sea el otro. No puede ser, pienso. Me gustaría que fuera algo más, que no fuera tan, cómo decirlo, referencial la cosa. Pero siempre vuelvo a los orígenes y recuerdo lo mismo. Que las primeras definiciones sí tienen que ver mucho con lo que hay enfrente. Eso no alcanza, igual. El momento es cuando encontrás a un par tuyo, a un tipo que vos respetabas antes por otra cosa, diciendo que se para en ese lugar al que todavía no llegaste, pero vas a llegar. A mí siempre me pareció que nuestra discusión sobre los medios se quedó en 1920, cuando la teoría de la aguja hipodérmica. Nos falta hablar más de la mediación, de los pequeños líderes de opinión. Que no son periodistas. No, líderes más barriales, más cercanos, referentes más cotidianos. Discutir eso también es discutir medios locales, regionales, provinciales. Pero decía que por ahí ves a un par de tipos jugársela, y vos pensás que bueno, que no estaría mal equivocarse con ellos.

Después hay otro paso, que es analizar objetivamente, todo lo que se pueda, la cosa. Sin referentes, ni enemigos. Bueno, a ver, ¿por qué banco esto, independientemente de todos los demás? Hay cosas que al principio me hacían enojar, ciertas estrategias, que uno se preguntaba si eran necesarias. Lo que me terminó de cerrar fue, más que nada, el sinceramiento. “Yo vengo a jugar este partido, tengo un par de principios, pero más que nada quiero ganar”. Ahí fue como un lindo soplo de aire fresco, en el medio de un vaho de hipocresía que intentaba camuflar, con imperativos morales, una serie de imposibilidades propias.

Se está terminando esa época. Es triste, pero es así. Sabíamos que no podía durar mucho más tiempo. Una estrategia ahí, tan desnuda, es bastante cortoplacista. Alguna vez lo advertimos, no con soberbia, sino con algo de instinto de autoconservación. Este proceso estaba a la izquierda del grado de soportabilidad de un pueblo que exige pequeñas mentiras para existir. No era mucho pedir, y acá deberíamos ser autocríticos. No se puede exponer el conflicto las 24 horas del día. Saber tamizarlo, saber elegir las batallas de a una, en su justa medida y armoniosamente, es un talento.

Nos queda el consuelo de estar muriendo parados. ¿Podríamos haber vivido, más tiempo, de rodillas? Es una disyuntiva falsa. Es una pregunta por la futurología del pasado.

La tristeza de saber que se termina.

Cristian U.: quienes vamos a morir, te saludamos.

7 comentarios:

Ignacio A dijo...

lo que pasa es que no lo entendían, y a lo que no entendemos le tenemos miedo....
vivirá por siempre en nuestros corazones

Néstor Dulce dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Escribidor dijo...

Le pegaron por distinto, y soportó hasta donde le dio. Por uno, dos, tres, mil Cristina U! (?)

Tres bufones muertos dijo...

Che, que onda este pibe. En todos lados hablan de él, dicen que es más estratega que Mourinho pero para mi es un salame.

La Maga dijo...

Es que...habia que sobrepasar el miedo a no entenderlo, y aguantar el miedo de bancarlo, habiéndolo entendido. La tenía clara, sabía de contradicciones. Pero mirarse en el espejo cristianuista (?) no gusta.

Saludos, no sin algo de verguenza, por asumir que me gusta leer entre líneas a GH. Como sea, siempre tendremos a Peluffo.

Matías dijo...

Jaja, genial. Me lo estaba esperando. Efectivamente ha muerto el Stringer Bell de Gran Hermano. Lo vamos a extrañar... algo. Porque lo seguimos teniendo en el Debate. Porque dice "yo estoy afuera pero sigo jugando". Porque opera jodido. He's our Dark Knight.

Anónimo dijo...

Ojo que Stringer Bell no era el pilar. El pilar era Omar.