19/11/10

El Poder Ejecutivo recomienda quitárselo para jugar al fútbol o tender la ropa

La historia anterior, la de Álvaro, terminó con que los protagonistas llegaron a intimar. O, al menos, hasta las vísperas de la intimidad.

Porque, luego, ellos se quitaron sus ropas, y ella vio, como Reutemann, algo que no le gustó. Cómo explicarlo sin ser demasiado explícito.

Digamos que Álvaro venía prevenido. Pero desde demasiado antes (no había tenido tiempo para que haya ocurrido entre besos y caricias).

Él le dijo que era por ley. Que, en su pueblo, el Concejo Deliberante había sancionado una ley para su uso permanente.

Ella le dijo que estaba loco, y se fue.

Qué lástima que el veto del Poder Ejecutivo vino después de que Álvaro perdió el amor de su vida.

La excesiva literalidad conspira contra el amor.

5 comentarios:

Mariano dijo...

Mirá, Tomás, aflojá un cachito.
El cuento ese del tal Álvaro que se levanta una mina contándole esa historia no es muy creíble, pero bue, ponele que te la dejamos pasar.

Pero esto del veto al artículo de la ordenanza municipal por el uso permanente del preservativo, con motivo de que el usuario, digamos, se iba a ver impedido de mear sin mancharse, y/o infectarse, dejate de joder. Esta no se la cree nadie.

Abrazo

Marcela de Bernal dijo...

No se si por exceso de sensibilidad o porque ya estoy mayor,con el cuento de Álvaro me hiciste lagrimear pero esto,decididamente,no es serio.

Emi dijo...

Naaaah, es muy bueno, lloré con esto... Está bueno el anterior texto, de paso, y pueda ser que se copen.

Jorge dijo...

Desopilante el final!
Para los incrédulos abrir el link en el post donde sale la ordenanza en cuestión...
La realidad supera a la ficción...
Atte/
PD: La Conquista del Desierto se hizo sin preservativos, así como se dice, eh... a cara descubierta.
PD 2: La próxima que desee seducir a una señorita hágase el Calfucurá y prométale secuestro a caballo y llevarsela pa´la toldería...es más romántico.

Politico Aficionado dijo...

Había oído un cuento de gallegos, en el que el protagonista llevaba puesto en forma permanente el citado adminículo.

Un médico al revisarlo le pregunta asombrado, si nunca se lo saca. El ibérico le contesta que solo se lo saca para orinar o fornicar.