"Tiempo atrás, haciendo zapping, escuché al pasar una frase dicha por un personaje, cuyo nombre nunca supe, que parecía una caricatura tardía del intelectual setentista: “Sí, los 70 fueron Puig… pero también fueron Walsh”. Quizás me equivoque, pero en todo caso esa equivocación será mi punto de partida. En la manera en que se le escapaba de la boca el monosílabo “Puig” parecía estar condensado todo el aire ya no de desprecio, pero sí de tolerancia condescendiente, hacia todo lo que Puig representaba para este casi hipotético intelectual de izquierda: lo pop, lo gay, lo posmoderno; en la manera rotunda en que amplificaba y prolongaba ese otro monosílabo, “Waaalsh”, la veneración y el respeto hacia los usos serios de la literatura: el testimonio, la denuncia, la militancia, el compromiso…
Lo cual no dejó de resultarme curioso, porque para mí, el modelo de escritor político siempre ha sido Puig, más que Walsh. Cuando digo “para mí” no quiero decir “en mi opinión” sino, más modestamente, “para mi escritura, para la literatura que practico”.
Rodolfo Walsh es sin duda el modelo de lo que en los años 60 y 70 se entendía por escritor político, modelo que puede definirse a partir de cuatro coordenadas: el testimonio, cuya equivalencia estética con la ficción Walsh proponía; la denuncia, que debía ser también clandestina, como lo fue en el caso de Operación masacre y la Cartaabierta de un escritor a la junta militar; el compromiso, que Walsh asume tanto en su obra como en su vida, cuando posterga su novela para dirigir el periódico de la CGT; y la militancia, que Walsh asume plenamente con su ingreso a Montoneros y su encono por abandonar el modelo del intelectual crítico y asumir el de intelectual orgánico, subordinado a la línea del partido. En la última etapa de su vida, Walsh estaba dispuesto a abrirse, y retornar a la ficción y a la denuncia: comenzó a escribir su tantas veces postergada primera novela, y redactó la Carta abierta de un escritor a la Junta militar, que firmó con su nombre, y no ya el de alguna organización o grupo. La carta llegó a destino, no así la inconclusa novela, que fue secuestrada por las fuerzas armadas y permanece, como su autor, desaparecida".
(Nosotros hinchamos por Borges. Aguante).
3 comentarios:
Le diría un par de cosas. Puig es una continuación ideológica de Walsh, es 10 o 20 años posterior, en los sesenta estaba en Europa. Ideológicamente eran diferentes.
Puig bien podría ser un puente con el Lanata de los noventas.
Por eso no cero que haya un solapamiento o antagonismo, allí el ensayo se queda medio corto. Qué es ser militante radical hoy, el Subcomendiante Marcos o el Movimiento Evita, Kosteki y Santillan.
Por otro lado hay una estética política gay desde hace muchos años, como la de Antonio Botto que no deja ser local, o bien centrada en ese tema.
Finalmente como lucha política, la ideología de Walsh sigue siendo de izquierda hoy, hay contradicciones fundamentales y otras secundarias, no hablo de urgencias. Walsh advierte eso y advierte la inutilidad de una lucha armada en ese sentido por eso prefiere avanzar pese a las propias estupideces, sus propias torpezas. Pegar en las canillas más que noquear.
Esta fórmula que propone Walsh persiste, en su formulación y en su solución, el matrimonio igualitario, la ley sobre la trata de blancas, y otra leyes modernas son soluciones mas morales que políticas, que en realidad no "cuestan" mas que un intento por aplanar las diferencias de clase. Si me apura creo que una es una lucha más individualizada, típica de fin de siglo y la otra es más plural, como históricamente se desarrolló en el siglo XX. Si me apuran más, yo opto por Walsh, creo que su prédica y su método no atrasan, no se han vuelto obsoletos.
En definitiva hoy la lucha es por hablar
a mi me late que entre walsh y puig hay un abismo
hay un corte cultural entre el premodernismo católico de walsh
y el postmodernismo multicultural de puig
entre la revelación y la apodictica de lo obvio ... claro
p.d. : no sería bombita rodriguez un personaje de boquitas pintadas ???
This is cool!
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