No alcanza con Caruso Lombardi. No alcanza con haberle pedido – en vivo: porque el vivo es el único lugar del programa – a la producción que lo llame. No alcanza con que Caruso haya venido. Pasa el segmento del Chino Benítez, que consiste en denunciar que Palermo lo hizo echar de Boca. Incomprobable, como todo lo que allí acontece. Es un mal termómetro Benítez: si Fantino se queda en él, si Fantino le pide que repita eso (cuando Fantino te pide “repetí eso”, el programa se traslada allí, le ha interesado el tema y navegaremos por ese océano unos minutos) quiere decir que no hay temas nuevos, que la fecha fue insuficiente, que no hay un buen escándalo, ni siquiera alguna operación trascendente que haya que instalar.
Luego, uno de los clivajes que atraviesa el programa. Un clivaje más superestructural y alejado de las operaciones que el resto. Estalla la tensión entre el jugador de fútbol devenido en periodista deportivo, y el periodista deportivo a secas. El debate por las corporaciones desgarra la pantalla: los jugadores versus los periodistas. El haber “pisado un vestuario” se transforma en un activo que enarbolan los jugadores – en la voz de Ruggeri y sus pocas veces fiel ladero, el Chino Tapia -, frente a la defensa de una neutralidad valorativa matizada, casi habermasiana, del periodista deportivo. Es el propio programa, carente de maquillajes y códigos, el que desnuda esa imposibilidad de la objetividad, allí donde sus procedimientos empírico análiticos no dan cuenta de la referencia de la vida en la que se encuentran. O, en otras palabras: “vo´ so´ amigo de lo´ jugadore´, por eso decís eso”. Cuando el debate recrudece, las acusaciones pasan a un nivel más rico: se arrojan carpetas con prontuarios y recibos de sueldo. Casi todo, sin ningún sustento que permita probar la acusación. En el programa de Fantino, la carga de la prueba es directamente proporcional al volumen de la voz con la que se emite el enunciado. Si 678, dicen, llevó el debate que estaba en la calle a la televisión, El programa de Fantino lo hizo sin ningún tipo de mediación. Lo llevó como es en la calle: de a siete personas gritando incoherencias al mismo tiempo, acusando infundadamente, haciendo de los rumores una verdad asertiva.
Entonces el pequeño bloque de Anello. Un personaje exagerado que extrae su legitimidad de ser “el conocedor de la B Nacional”. La ortodoxia de Fantino esboza ante esta aberración una explicación desesperada. Asume que esa caricaturización, esa pornográfica venta de Daniel Vila, en tanto que dueño del canal y candidato autopromocionado a suceder a Julio Grondona, es el precio que paga el artista para poder continuar su obra. Es la taqiyya: la estrategia de los shiitas duodecimanos de ocultar sus verdaderas creencias ante el poder de turno, para seguir adorando en privado al Líder Oculto. Pasa, sin pena ni gloria, ese espacio de publicidad no tradicional. Entonces el programa recupera su rumbo.
Cuarenta minutos, acaso, han sido suficientes para que el debate por el fútbol en tanto que juego quede dispensado (un debate por el fútbol donde ya se entremezclan los problemas dirigenciales, donde fantásticamente los goles son más una presencia de la ausencia, donde la principal discusión es el arbitraje, donde las sentencias sobre las malas actuaciones son hermosamente descalificadoras, donde predomina la defensa corporativa y la conservación de las amistades previas por sobre la supuesta cientificidad de otros analistas). Entonces se opacan las enormes figuras de Ruggeri y Tapia, el reciente Dalla Líbera, y comienza un despliegue que bordea lo mágico. El programa de Fantino es un in crescendo constante. Arranca alto si los resultados lo acompañan: si River y Boca, básicamente, pierden. Si no, es una monotonía de genialidad hasta la explosión final.
Días como los de anoche, con resultado positivo para Boca, y un suficiente empate para River, quien despierta cierto espíritu magnánimo hasta en El programa de Fantino (lo cual es trágico), dejaron abierta la puerta para la imaginación. Entonces, por un recoveco que nadie nunca osó pensar que existía, por el lugar donde habitan las hadas, los conejos de la suerte y el socialismo real, ingresa la discusión geopolítica mundial al programa. Alejandro, sus dos materias de Sociología a cuestas, monopoliza la palabra y denuncia, con una seriedad que conmueve hasta el llanto, al Grupo Bildelberg. Sus vínculos con Julio Grondona. La alegría es colectiva.
El Grupo Bildelberg puso a Obama. Y está, dice Alejandro, dominado por Herry Kissinger: “la poronga (sic) más grande del mundo, si me disculpan la expresión”. Esta gente, continúa Alejandro, es la que inventó la Unión Europea, y ahora lo banca a Grondona. Esta gente, sube la apuesta, es la Corte Suprema del mundo. Estamos luchando contra este poder mundial...”con una gomera”.
Hay un libro de Umberto Eco, de esos pocos libros que Umberto Eco escribe para que lo entienda el resto de la Humanidad y no para demostrarnos su genialidad. Se llama El péndulo de Foucault y es un gran libro. Cuenta la historia de Casaubon, un filólogo e historiador que debe realizar una recopilación sobre esoterismo, ocultismo y teorías conspirativas. Entonces inventa, junto con sus dos compañeros de editorial, un Plan: una teoría conspirativa que abarca al resto de ellas, que las incluye y las explica. El juego, al principio imaginario, se vuelve real: el Plan, claro, en verdad existe.
Justicia poética sería que la lucha de El programa de Fantino contra el Grupo Bilderberg en verdad fuese real. Que de un día para otro no pueda darse con el paradero de un Distasio, que el Chino Benítez sufra inconvenientes con la Justicia, que una maldición recaiga sobre Toti Pasman. Que no sólo estemos frente a un programa de televisión extraordinario, sino a un espacio de resistencia frente a una corporación con aspiraciones de dominio mundial.
Un periodista que durante la semana conduce un programa de gatos
El que hace lobby por el dueño del canal.
Un periodista acusado de haber estado financiado por Aguilar durante años.
El condenado a tenerla adentro por Dios.
Dos ex jugadores que se ofertan públicamente a dirigir.
El periodista que conoce el Mundo Boca.
Un técnico que vive recordando una camarilla que lo dejó afuera del club.
El invitado que no termina de entender lo que pasa en el programa.
Alguna figura caída en decadencia.
Esas personas, el domingo a la noche, están salvando el mundo.
18 comentarios:
Decime que cuando tiro la del Grupo y Kissinger, no miraste al cielo y dijiste: Gracias Dios por tanta magia!!!
Para! Que cuando el Cabezon Ruggeri, antes de que se meta con el Grupo Bilderberg, le dio la estaca de acero de Oviedo, fue digno de ZAP. "Para que te defiendas", le tiro. Magia pura.
Creo que lloré un poco Dani, pero no recuerdo bien, fue un momento de éxtasis.
Tomás: el fanatismo por el programa (muy justificado, eh) no te está dejando ver, sin embargo, que el programa todo está inmerso en el mismo clima del bloque de Anello.
Ayer mientras hablaban del gol que no le dieron a Independiente Rivadavia (increíble) Dalla Libera tiró: "viste los jugadores de ellos (?) como se iban caminando para sacar del medio?".
En ese sentido, el programa es absolutamente desfachatado en su "vilismo" más obsecuente, desde que empieza hasta que termina. Cuando le toca hablar del tema a alguno que tiene pocas luces (como DL), queda muy en evidencia.
Otro gran momento fue el de Caruso diciendo que si se iba al descenso la fecha que viene, en la última "le ponía los pibes" a Olimpo.
Y el periodista de River (que no sé cómo se llama), indignado, le hablaba de ética, de caballerosidad deportiva, y no sé qué más.
Claro, al lado del Bildelberg, pasa casi desapercibido todo eso.
Un abrazo
El vilismo obsecuente y nefasto está fuera de discusión. Quizás - por estar inmerso en el microclima del fantinismo (?) - di por sentado que cualquiera que llegue hasta acá comprende que eso es así.
Para aguantarse todo el programa es un embole, ya se repiten y empiezan a aburrir.Perdio frescura justo ahora q llega el invierno.Rodolfo
A Newbery de Venado Tuerto Gildo Insfrán le cortó la posibilidad de subir a la B
http://www.noticiasvenado.com.ar/index.php?sub_page=nota¬a=437
1) La enumeración final es magia pura, belleza. Queda que los tipos son onda Los Doce del Patíbulo o El Botín de los Valientes. O los de la novela El Área 18 de Fontanarrosa, que tiene mucho de esas dos películas.
2) Qué raro que alguien se haya divertido con El Péndulo de Foucault. Somos dos.
3) Lo de Caruso Lombardi anunciando que va a poner los pibes con Olimpo es una petición pública de incentivación. Faltó que en el zócalo pasaran el teléfono y "cash only".
La escena del cuchillo, en mi opinion, supero a todo lo del grupo ese y a la presencia de caruso lombardi
Ja ja ja! sos un fenómeno Tomás. Podrías hacer un análisis semanal del programa.
muy buena descripción del programa...
al menos ahora aflojaron con el juego de "me acaban de mandar un mensaje confidencial... que es una bomba... miralo cabezón, pero no se lo muestres a nadie... ni digas quien lo mandó"... fantino, quiere generar suspenso, intriga, complicidad, y dá mejor el papel para promocionar gatos con coco silly, que hacer las operaciones emulando a la gorda niembra...
buena nota, mejores comentarios!
Asi como el futbol es solo una excusa para la existencia del Programa de Fantino, el Programa de Fantino es solo una excusa para un genial post de Tomas.
La television pedia a gritos una reformulacion de los programas de humor y el fantinismo esta cumpliendo con creces el mandato. Despues de capussoto vino fantino y luego vendra el humor de Lanata que se esta preparando con todo.
-¿“si la poronga más grande del mundo" lo banca a Grondona, "por que poronga no salimos campeones"?.
-¿Toti Passman tiene adentro "la poronga más grande del mundo" o no?
-Qué Fantino esté luchando contra el poder mundial, ¿lo equipara al Che Guevara o a Osama Bin Laden?
Para pensar.
Les dejo un regalo para los fantinistas. Un tweet de hoy de Jorge Zaín Asís: "Por tres días se reune, en Saint Moritz, el Grupo Bilderberg. Hasta el periodista Fantino se tragó que sus integrantes dominan el mundo". A lo que Andrés Calamaro responde: "Que mas se traga?". Para pensar.
Mire, me iba a ir a dormir y justo haciendo zapping paso por el programa de Fantino. Susana Romero estaba al lado del Cura Farinello hablando de amor, perdón, fraternidad y agréguele lo que quiera.
Estoy tan shokeado que no puedo todavía hilvanar una opinión coherente, mañana le digo.
Buenas noches
Viernes 10 0:42
Haa otra cosa, un amigo mío me hizo leer el libro de Daniel Stuling. Susana Romero no era amiga de Hilary Clinton?
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