Aprovechando la volteada, que todo el mundo anda publicando sus conversaciones con el otro resto del mundo, Fernando Iglesias aprovechó para sacar su libro de conversaciones con el ex-presidente brasileño Lula Da Silva con quien, parece, mantiene un estrecho vínculo hace muchos años. Acá va un fragmento.
Conversaciones entre dos estadistas, por Fernando Iglesias.
Tengo, con Luis Inácio da Silva, una relación muy íntima de hace muchísimos años. La primera vez que hablé con él fue en 1983, en un local de la CUT en Sao Paulo. La segunda fue hace poquito, en Washington, en un Forum para líderes políticos de Latinoamérica que me tuvo como invitado de honor, y donde casualmente estaba Luis Inácio da Silva también. Estos 28 años de amistad que he cultivado con Luis Inácio, me permiten ciertas intimidades con el ex-Presidente brasilero. Al terminar su exposición, hizo como que se retiraba pero entiendo que quiso simular un encuentro casual conmigo. Tímido, no se animó a interpelarme aunque me pasó por al lado. Así que me puse en acción.
- Lula, Lula – le grité en uno de los pasillos de la convención que compartimos en Washington. Esa relación de confianza que mantenemos se traduce en poder llamarlo por un apodo que pocas personas conocen y que forma parte de su círculo íntimo: Lula.
- ¿Foto? - me contestó, haciéndome un pequeño chascarrillo, simulando no conocerme. Lula en eso es raro, te hace un chiste y no se ríe, así que sólo me reí yo.
- Y, sí, ¡más bien que foto!, imaginate si San Martín y Bolívar se hubieran sacado una foto, otra hubiera sido la Historia – lo palmee en la espalda, y pensé seriamente que este encuentro, salvando las distancias (Bolívar, seamos sinceros, no presentó todos los proyectos de ley que presenté yo), tenía sus similitudes con aquél de Guayaquil.
- Foto y nos vamos – continuó, para mi gusto ya un poco de más con el chiste, mi amigo Lula.
- Dale, viejo, soy yo, Fernando, ¡tu amigo del local de la CUT en San Pablo!, ¿qué pasa, llegaste a estadista mundial y te olvidás de quienes estuvimos con vos de la primera hora? – lo chicaneé un poquito, mientras le di un codazo amigable y un guardia de seguridad me dio un mamporro en la nunca. Lo tomé como un chiste de amigos, claro, aunque me dolió.
- Fernando – me dijo un poco más intempestivo y soltándose rápido del abrazo que intenté, porque Lula es poco cariñoso -, ¿en qué andás?, ¿siempre con el vóley? -averiguó.
- No, no, - me apuré a contestarle – ando en esto ahora, de la política. Soy experto en globalización y también estoy salvando a la Argentina de un estalinismo débil que quieren poner, que es como estar un poco embarazado o ser algo virgen.
Lula siguió caminando como si no hubiera pasado nada. Comprendí perfectamente por experiencia propia: los políticos de esa talla somos hombres atareados, mi agenda explota. Desde meterme al Twitter hasta ir a bailar a la milonga, nuestras actividades en pos de mejorar la humanidad no paran un segundo. Sin embargo, tenía que tomar una decisión. Debía usar mi llegada a Lula, mis 28 de amistad con él para plantearle la necesidad de avanzar en una red sudamericana de ONG´s interesadas en la integración regional, y un simposio anual sobre integración dirigido a jóvenes líderes. Usar las influencias personales nunca es bueno, pero este objetivo democratizador del mundo quizás, y sólo quizás, merecía cuestionar mi moral rígida que me permite sentarme arriba, como en la silla de un bañero, como en mis épocas de profesor de volleyball -¡ea!, deporte de reyes-, a juzgar a los demás. Democratizar el mundo y juntar millas a lo pavote deambulando por simposios de jóvenes líderes y ONG´s democratizadoras, eran dos buenos fines. Así que lo tomé a Lula del saco, me ligué otro castañazo del guardia de seguridad – chiste que ya comenzaba a molestarme y dolerme en igual cantidad – y le zampé:
- Che, Lula, hagamos una red de ONG´s por la integración regional, así los países se integran de verdad. Y un coso – me puse un poco nervioso, “coso” no era la palabra que buscaba - ...¡un simposio de jóvenes líderes!
- Ok, avanzá con eso – me dio la venia, en una negociación terrible entre dos grandes estadistas.
- Perfecto, porque la integración así, entre Estados Nacionales es todo piripipí – le hice el gesto con el dedito índice en el labio – ...la posta está entre las ONG´s, como pasa en Europa, que los países no se integran entre Estados Nacionales sino entre fundaciones para salvar a los koalas.
- Como la Unión Europea, ¿no? - me dijo Lula, reafirmando, aunque su entorno comenzó a reirse vaya a saber uno de qué.
- Claro, Lula. Yo te acerco esta propuesta para beneficiarte a vos, eh. Como amigo y como experto en globalización te lo digo: el futuro es por acá. Vos habrás administrado un Estado nacional, yo eso te lo reconozco, y aquella vez en Sao Paulo te lo dije, no sé si te acordás.
- Perfectamente – dijo Lula, casi emocionado hasta las lágrimas, aunque su guardia de seguridad reía inexplicablemente a carcajadas. Un desubicado.
- Vos habrás administrado un Estado, pero ahora la cosa pasa por la sociedad civil. Los cambios están ahí. Latinoamérica es la muestra: en los últimos tiempos, todos los cambios vienen gracias a las ONG´s y las multinacionales, los dos actores que nosotros desde la globalización predijimos que iban a tomar la posta después de que los Estados nacionales hayan muerto, como viene pasando hace tiempo ya. Así que vamos por ahí, negrito, una buena red de ONG´s y a otra cosa, mariposa – le espeté, convencido hasta la médula.
- Me parece perfecto, Edgardo.
- Fernando - corregí. Los estadistas somos terribles con los nombres.
- Fernando, llamame mañana, que lo cerramos – me palmeó la espalda y giró en U, para tomar el sentido contrario en el que venía caminando. Yo entendí la maniobra, porque como estadista he sido amenazado en reiteradas ocasiones y por seguridad doy dos vueltas a la manzana antes de entrar a casa. Aunque una vez lo hice pero sin el auto y mi mujer me dijo: “vos no sos más pavo porque no militás en la Coalición Cívica”. Y al otro día, me afilié a la Coalición Cívica, ahora que recuerdo. Pero, en fin, Lula se iba por el pasillo, y le alcancé a gritar:
- ¿El mismo teléfono que en 1983, no?
- Sí, claro Edgardo – y entonces pensé en qué maravilloso, cuánta humildad de un mandatario que, aún habiendo sido presidente del Brasil, conserva su mismo número de teléfono-. Sino atiende nadie mandamelo al mail – hizo la seña de que escribía una carta y gritó- : “lula@hotmail.com”, aclarame en el asunto que sos vos.
Continuó su marcha y sentí que había habido una conexión. Ahí nomás, tuitié: Guayaquil. Un montón de twitterforajidos me trataron de imbécil. Perdónalos, Lula: no saben lo que dicen.
11 comentarios:
Relación muy íntima? Noooooooooo
Que pedazo de autoestima la del chabón.La anécdota de lo mas pedorra.Si es chiste,el relato da pena,si es serio,da risa.Y su idea del futuro en manos de las multinacionales da asco.
muy bueno!
ahora: Moscón, hacete ver pronto :D
Que boludo que soy!!
Que boludo que soy!!
Que boludo que soy!!
Tengan piedad,no me di cuenta de la humorada.
Buenisimo.
Muyyyyy Bueno, pero ojo por aquí que leyendo el twitter del chabón da pelea en el humor, eh... Lo tuyo es magistral, pero el tipo tiene una capacidad de auto-ridiculizarse que es muy competitiva...
Esteban
imbécil o boludo atómico?
Clap, clap, clap...
Para mí Fernando Iglesias está para un papel de killer drogón en una peli de Tarantino. Lo dije.
Gran post, saludos.
Moscón es el hijo no reconocido de Edgardo, digo Fernando.
Gracias por leerme.
@coronel gonorrea
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