El Parque de Diversiones
escribe Selling Hume,
especial para Burbujas.
Tío Cámpora, querido,
La política argentina se vuelve turista japonesa. Tiene devoción por la fotografía, como prueba de los sucesos. Pero la fotografía, cuando es una medida unilateral, es la ruptura de los códigos del Poder. Caer ante la tentación de las ninfas no es, tío Cámpora querido, un delito. Ser fotografiado en el acto, eso sí. Nadie es, aquí, inocente. La fotografía en la puerta del cabaret es, sin embargo, tan perjudicial como las imagenes que despierta. Ampliaremos.
El Grupo Clarín era un parque de diversiones perfectamente diseñado, aceitado con Bardahl desarrollista y barnizado con sendas dosis de objetividad. El Parque tuvo -y acaso tiene- su fuente de financiamiento en el Cable. La infantería del Grupo son esos miles de jovenes con bolsito rojo, que reparten, ajenos, las boletas de Cablevisión. Facturas que son, en verdad, entradas al Parque. La instalación de un pequeño Cirko pasajero complica. Ampliaremos.
Las atracciones, Tío Cámpora querido, varían. Pero la figura estelar, no lo niega nadie, es el Carrusel: el Diario. Los sortijeros, Blanck y el holandés Van der Kooy, El Señor de las Hombreras, balancean el pequeño círculo de metal entre los nuevos pasantes. Pero trabajar en el Parque ya no es lo que era. El Grupo se ha convertido en River. Ha dejado de ser una vidriera para ser, apenas, una máquina de serruchar talentos. Tenenbaum, el Incómodo, se siente Ariel Ortega, remando en el Titanic con un tenedor. Zloto, el Atormentado, se intuye más terrible. Se figura, por las noches, tomado de la mano de la Enfermera del ´94. Conducido a un ADN que le cortará, Tío Cámpora querido, los miembros inferiores del periodista. La Credibilidad.
El Cirko
Por lo bajo -la Redacción del Grupo, ese ex-centro giratorio del Carrusel, es un gulag silencioso- al CEO Héctor Magnetto lo llaman el Colisionador de Carruseles. Todos saben que quemó las naves y que el toque de atención para la solución argentina de los problemas ídem se convirtió en una crispada obsesión por el Circo Pasajero. Tío Cámpora querido, es usted un mercedino hombre del Interior y sabe a lo que me refiero. El kirchnerismo se ha convertido, para el Parque de Diversiones del Grupo, en un circo pasajero de los que recorren el Interior. Con la diferencia, claro está, que éste ha llegado con ganas de quedarse. En esencia, el circo del kirchnerismo es fugaz, como lo son todos los circos (amén del Rodas, ese gran circo sin domicilio legal constituido, ese que los niños bonaerenses, entre los que me incluyo tío Cámpora, esperábamos como a las estaciones: llegaba el Rodas porque llegaba la primavera. Y a veces viceversa. Disculpe la digresión, tío). Tiene fecha de vencimiento, decíamos, el kirchnerismo. Pero al Parque lo incomodó cierta apetencia de permanecer. "Ese circucho", le decía al principio el Colisionador, mirando desde su enorme carpa. Hasta habían, tío Cámpora querido, firmado una paz. Pero el dueño del circo, El Loco le dicen, es poco kantiano. Cree que la paz es, apenas, un recurso táctico. Nada, para El Loco del Circo, es perpetuo. Ni los Parques de Diversiones.
El poder de fuego del CirKo no es solamente, como creen demasiados, haber impuesto una ley. El Parque ha engullido otras leyes. El CirKo ha calado más hondo. Ha convertido el ingreso al Parque en una forma de adhesión política e ideológica. Subir al Carrusel Clarín ya no es neutro porque se le gastó el barniz. Y nadie cabalga una calesita con pretensiones ideológicas. El Carrusel ya no entretiene, y todo lo que vendía por detrás, la musiquita calesitera de fondo, no tapa el ruido explícito del rechine de sus bisagras.
Y el Colisionador de Carruseles se dispuso a aplastar uno más de los tantos circos que se deglutió. No pudo intuir, ¡ah la megalomanía tío Cámpora!, el carácter espinoso del Loco. Lo tiene, like Pasman, adentro.
Visión
El Colisionador tuvo una visión. Fue un jueves, nos dice Fuentes, el Beto Fuentes. La escena es bukowskiana. Es Marlowe, también. El Colisionador despide a sus empleadas domésticas, por temor al Perro del Loco: la AFIP. Su piso de la calle L***, búnker de gestas, está desatendido. Es un símbolo. Que se expande, también, a su aspecto personal.
El desaliño es una forma de la derrota, tal vez la más cruel.
El Colisionador llega a su piso. Las ollas tapan los azulejos, nos dice Fuentes, de la cocina. Marca un número al reclamo de delivery de algún comestible. Usted, le responde cruelmente una grabación, no tiene saldo suficiente para realizar esa llamada. Sesenta y dos centavos de peso. El hombre. Sus circunstancias. Abre el congelador, viola la ley del CEO (los CEO´s, tío Cámpora querido, no abren sus congeladores). El solitario envoltorio de dos salchichas es un resumen de la vida. Figúreselo, tío Cámpora: el hombre en medias de traje y boxers a cuadros. La olla mal lavada hirviendo dos salchichas. El resto de los utensilios, mugrientos. Una sola baguette, para dos salchichas, haciendo las veces de pan de panchos. Ni un aderezo a la vista. Él, el que recibía la misma mostaza que comía el jefe de la CIA y el Papa, comiendo un pancho tal vez frío. Directo de la olla. A tenedor limpio.
Las visiones, tío Cámpora querido, son más sus circunstancias.
El Colisionador de Carruseles tomó una batalla a modo de reyerta personal. Ese fue el origen de sus errores, pero también lo único que lo mantiene vivo. Colisionar un carrusel tan enorme termina siempre con el suicidio del calesitero. Pero esta vez no. Porque el Colisionador suelta un tercio de pancho improvisado, que le queda, se arremanga la camiseta de dormir y decide ir a por todo. Va por una nueva transversalidad. Vengan cuantos quieran, que serán tratados -contra su naturaleza- bien. Pero destruyamos el Cirko.
Flashes
Rejuntar a la tropa, en los tiempos que corren, ya no exige más lealtades manifiestas. La lealtad, tío Cámpora querido, se construye. Se constriñe al soldado hasta que ya no le quede otra. Tenía razón El Loco: los medios son los fierros. Y la artillería, Tío Cámpora querido, son los flashes. Las polaroid digitales son los pagaré de época. Inmortalizan acuerdos. Existan o no. Lo importante es parecer. Y parecer es fotografiarse.
La primera reunión es con sus pares. El Colisionador sabe que su condición sine qua non para existir es ser ellos. El Arca de las Corporaciones debe tener un solo piloto, nos dice Fuentes que dice el Colisionador. Ir a por todo es proseguir en el error. El Colisionador conducirá el Arca con un solo objetivo, y no puede permitir acercar la nave a los puertos. Cada vez que el Arca de las Corporaciones tocó un puerto, un marinero de AEA (Asociación Empresaria Argentina), bajó a dar una vuelta y se quedó allí. ¿Cegados por el Cirko? Fuentes nos dice que sí. Que por lo menos eso piensa el Colisionador. Que Loma Negra, Petrobras, Plaza, Gas Natural y SanCor son débiles. Espera que Dios, como a los tibios, los vomite. Pero evitará, en el futuro, tener que confiar en el castigo celestial. A la salida, los fotografía a todos. Es Midas 2.0. Los encadena a su Parque de Diversiones. Los AEA son sus Enanos. Altos, todos ellos, ninguno se atreve a decirle al rey que carece de vestimentas. Todos prefieren asumir una impostada pequeñitud, arrodillándose, antes que sufrir la transformación quirúrgica que el Colisionador decretó para los rebeldes. El serruche de sus piernas. Si los Enanos no existen, el Colisionador no titubeará a la hora de inventarlos.
No le alcanza con nada. Quiere todas las patas, rompe todas las reglas, El Colisionador. Desbarnizado su parque, decide demolerlo y construir uno más monstruoso. Con pequeños circos satélites que respondan a la nave madre del Carrusel. Sin tapujos, sin músicas que tapen el ruido de la producción. El Colisionador está cansado del gramscianismo de Lapegüe, nos dice Fuentes. Le harta el amable Prende y Apaga, trabajo de fidelización hormiguíneo que el Colisionador detesta. No quiere más payasos.
Lapiceras
Sin mediaciones. No quiere marcar agenda sino poseerla, en el más literal y sexual sentido del vocablo. Convoca a una reunión con los candidatos a la Lapicera de Balcarce 50: Duhalde, Reutemann, De Narváez, Solá y Macri. Reutemann, el Fotografiado, siente cosquilleos en la panza hasta diez minutos antes de entrar. Conocido por su puntualidad, Fuentes lo vio haciendo tiempo sentado en su auto. Con la radio apagada, la vista fija en el horizonte, sin gesticular, ni moverse. Suena su celular, y no lo atiende. Amaga con escapar, y vuelve. Odia lo que está por pasar. El Fotografiado está, también, harto. De decir que no, tantas veces. Mete su mano y acaricia la lapicera que le regaló Perón, cuando ganó una carrera de autos. Piensa en el automovilismo, labor más sencilla. Un punto de salida, uno de llegada: ir derecho hasta él. El Colisionador lo fulmina a miradas ante cada negativa. El Fotografiado le reclama el monopolio de los negativos para, apenas, comenzar a hablar. Sin eso, se anima a postularse de gran Elector. Duhalde le pide que le preste la lapicera que le regaló Perón y, teatral y retóricamente, le pregunta si cree que al peronismo lo conducen los impolutos.
O todos en bolas o todos vestidos, nos dice Fuentes. Ir a la playa nudista del peronismo, vestido, está prohibido, tío Cámpora querido.
Los Trillizos de Oro, Macri-Solá-Narváez, apenas se hablan entre sí, rechazan con muecas la Renovación Victoriosa que les propone el Colisionador. Mauricio, el Oyente, exige salvavidas. Narváez le arroja plomadas. Duhalde ve en Narváez a su pichón. Lo moldea. "El Pibe", le dice, y el apodo juega entre su carácter de recién llegado a la política y su condición de colombiano (por el gran Valderrama, "El Pibe"). Solá, el Campechano, se ve presidente. El Colisionador le pide un análisis más certero de sus chances. El Campechano lanza parábolas. Porque no quiere decir que, en verdad, se ve presidente desde que tiene 6 años. Si la realidad no lo hace presidente, peor para ella. Duhalde amenaza con ir por adentro del PJ. Las demas Lapiceras y el Colisionador le auguran una derrota que, además, legitimaría la conducción del Cirko.
La reunión de las Lapiceras futuras, fracasa estrepitosamente, pero el Colisionador estaba seguro de ello, tío Cámpora querido, antes que la reunión comience. Si hiciese falta, el Colisionador sentaría a israelíes y palestinos a discutir un Estado. Porque ninguna de sus reuniones tienen más objetivos que alumbrarlas al público. Necesita parecer, más que nunca. Y por eso, como sello de fuego en la frente de cada uno, les zampa unas filtraciones a la prensa. Los candidatos a la Lapicera tienen, como Harry Potter, una pequeña marca en la frenta del Innombrable. El Colisionador puso en la trituradora los códigos del Poder. La batalla será pornográfica.
Tío Cámpora querido, salude de mi parte a Korda, el fotógrafo del Che. Cuéntele de paso, a Guevara, que la teoría del foco guerrillero era correcta al 50%. Que la guerra moderna se lleva hasta las casas del enemigo, es cierto. Pero que los únicos focos revolucionarios son, hoy, los led de las nuevas cámaras digitales. Crear dos, tres, muchas fotografías. Esa es, hoy, la consigna.
3 comentarios:
"Las atracciones, Tío Cámpora querido, varían. Pero la figura estelar, no lo niega nadie, es el Carrusel: el Diario. Los sortijeros, Blanck y el holandés Van der Kooy, El Señor de las Hombreras, balancean el pequeño círculo de metal entre los nuevos pasantes. Pero trabajar en el Parque ya no es lo que era. El Grupo se ha convertido en River. Ha dejado de ser una vidriera para ser, apenas, una máquina de serruchar talentos. Tenenbaum, el Incómodo, se siente Ariel Ortega, remando en el Titanic con un tenedor. Zloto, el Atormentado, se intuye más terrible. Se figura, por las noches, tomado de la mano de la Enfermera del ´94. Conducido a un ADN que le cortará, Tío Cámpora querido, los miembros inferiores del periodista. La Credibilidad."
Este es lindo eh
Está lleno de perlas... la mejor, a mi criterio, es esta: " Solá, el Campechano, se ve presidente. El Colisionador le pide un análisis más certero de sus chances. El Campechano lanza parábolas. Porque no quiere decir que, en verdad, se ve presidente desde que tiene 6 años. Si la realidad no lo hace presidente, peor para ella."
Dibuje maestro!
Realmente uno se pregunta quién banca al Campechano Solá, cuya intención de voto, despues de su penoso paso por el gobierno de Prov. de Bs. As., debe ser inferior a la de Puerta.
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